domingo, 24 de noviembre de 2024
artículo de opinión 27/09/2012junio 13th, 2017

«Vientos del pueblo me llevan, vientos del pueblo me arrastran…, decía el poeta Miguel Hernández en uno de sus poemas por el que ha pasado a la eternidad y gracias a la experiencia de la vida he llegado a comprender qué es la Política, el noble arte de estar gobernando un pueblo estando al servicio de él.

En este momento, en España estamos en un tiempo crucial donde nos jugamos demasiadas cosas y entre ellas, la de fortalecer nuestro sistema democrático y político que sin duda, han de cambiarse de manera que sea más digno, más cercano, más pegado a la calle pues es en la calle donde se hace política de verdad.


Este tiempo de crisis económica también lo es a nivel social y sin duda, a nivel político a tenor de las encuestas que señalan la gran desafección que existe en España por la Política que hunden su más firme y clara representación física en los diversos movimientos sociales donde se dice que los políticos no les representan al menos como ellos creen que deberían de hacer o más bien, debo decir, deberíamos de hacer puesto que me siento político sí, político de vocación y por consiguiente, alguien que se siente un representante del pueblo pues creo que es hora de una regeneración política, de una segunda Transición donde España sea un país más libre, más democrático, más dueño de su destino, de su propia suerte y para ello, se necesita que los representantes del pueblo y aquellos que aspiramos a serlo algún día, tomemos conciencia clara de que el pueblo es el que manda, que es el dueño real de lo que este país necesita.

Hoy día se echa de menos gente que crea en el pueblo, que haga posible una conexión directa entre el votante y el político, alguien que cuando cruce la calle despierte no sólo admiración o respeto sino confianza, solvencia, buen hacer, trabajo, esfuerzo y lucha diaria, alguien en definitiva que esté en un puesto de responsabilidad porque de verdad lo merezca y además, lo sienta pues considero que ser político es un sentimiento (en mi caso, ser político socialdemócrata, de izquierdas sin duda alguna pues es el sentimiento que me mueve desde hace años y por eso estoy en el partido donde creo que puedo sentirme más cómodo y más respaldado para poder llevar a cabo mis proyectos para la ciudadanía).

Quiero hoy acordarme de gente relevante para nuestro país en los años iniciales de nuestra aún joven democracia como Adolfo Suárez, Felipe González, Alfonso Guerra, o los recientemente desaparecidos, Gregorio Peces Barba y Santiago Carrillo, para mí profundos hombres de Estado, cada uno en su lugar y en el momento que les tocó vivir. Ellos son el ejemplo a seguir, el espejo donde debemos mirarnos para avanzar como país, como sociedad y hacer posible una Democracia mejor, más abierta donde todo el mundo tenga derecho a decidir qué es lo que quiere sin descartar fórmulas donde todas las partes se sientan cómodas a la hora de contribuir en el progreso de España pero esto no se puede hacer si no disponemos de gente no sólo preparada sino comprometida con unos valores profundos y claros y que los defienda de verdad y sin miedo.

Para conseguir todo esto debemos construir los cauces necesarios para que la Política se acerque de verdad al pueblo: acercar la Política a las escuelas, a los hospitales, a cualquier centro de trabajo, sin duda, en las casas (la base del crecimiento individual y social de un ser humano) donde el respeto, la concordia, el diálogo y los consensos sean la base que nos haga más fuertes como país ya que ahora está en un momento donde desgraciadamente se está horadando y desgastando de manera peligrosa a la Política haciendo posible la participación de todos en todos los ámbitos democráticos de la vida (asociaciones de vecinos, de mujeres, de consumidores, sindicatos, partidos políticos, etc.) para hacer posible una España mejor que sea modelo, como en su día lo fue, en Europa y en el mundo de cómo un país resurge con fuerza demostrando a todos los demás de que es posible un cambio, un cambio a mejor y no aquellas políticas que son capaces de destruir a la propia Política y es que esos falsos populismos a los que nos están conduciendo dirigentes como María Dolores Cospedal, Presidenta de Castilla-la Mancha (una política, a mi juicio, de bajísimo perfil que ha triunfado gracias a esta crisis de valores democráticos pues en otro momento, esta señora jamás habría llegado a nada y lo digo totalmente convencido y con el debido respeto a su persona y me duele que haya traicionado a todas aquellas personas que la votaron, ella se ha olvidado del pueblo que confiaba en ella y eso es muy grave en un político).

La clave para llegar al pueblo y desempeñar un puesto político donde se puedan cambiar las cosas es estar a su lado, entenderlo, comprenderlo, respetarlo y hacer posible que llegar al poder sea no para ostentarlo sin más sino para «poder cambiar las cosas», es decir, para avanzar juntos, puesto que un cambio profundo en la sociedad debe hacerse contando con todos haciendo de la Política el instrumento que haga posible ese cambio del que España está necesitada y además, con urgencia para que así se sientan representados de mejor manera, más real y auténtica.

Adolfo Suárez decía aquello de «puedo prometer y prometo» (a pesar de mi juventud, mi pasión sobre el honorable oficio de la Política me ha llevado a escudriñar todos los entresijos de personas como este gran señor) convencido de que sabía que en su mensaje había insertado una clara idea de que había un proyecto que además, era creíble y realizable y eso es lo que necesitamos ahora: creer.

La Política, decía que está en crisis pero no muerta y ni mucho menos en estado crítico pero quizás sí en un proceso de «vigilancia intensiva» ya que los llamados «poderes fácticos» están haciendo posible que se discuta la capacidad de cambio de un político, poniendo a este a los pies de los mercados sin posibilidad alguna de que se pueda conseguir hacer algo mejor para el pueblo tratándolo como una «marioneta del poder» haciendo por tanto, inútil el voto del ciudadano y creo que es hora de que el pueblo se levante pacíficamente y sea el motor que posibilite que la Política vuelva a estar en el centro de atención de todos pues es el lugar que le corresponde y sea el Parlamento la sede garante de la representación ciudadana y no de la representación de otros entes.

Me preocupa como joven que ahora nadie de mi generación hable en la calle de este tema o casi nadie, que esté calando la idea de que el PSOE y el PP son lo mismo (unos garantizan derechos e incluso los amplia y otros los recortan como por ejemplo, el derecho de asociación retirando las ayudas a los sindicatos y es que así, podrás controlar al pueblo, amordazándolo sin que pueda decir nada), de que todos los políticos son iguales, que meterse en Política es malo, no merece la pena y es la disciplina donde te puedes buscar problemas y enemistades antes que reportarte beneficios como persona cuando por ejemplo, haces posible con tu trabajo que las personas dependientes tengan derecho a ser cuidados por un especialista gracias a los medios que el Estado pone a su disposición, una mejor Educación y Sanidad Pública, una mejora en materia de pensiones para nuestros mayores para que vivan de manera más digna o por qué no empezar a debatir supuestos legítimos como la eutanasia o revisar temas tan difíciles como el aborto así como buscar soluciones alternativas a los recortes que este Gobierno está acometiendo en la actualidad dejando al pueblo más malherido aún de lo que está y por si esto no fuera suficiente ahora en su plan de «divide y vencerás» beneficiando a los citados «poderes fácticos» en detrimento del Pueblo hacemos creer que es malo meterse en Política cuando más bien es malo no hacer Política nunca como por ejemplo, manifestándose en las calles para luchar por nuestros derechos.

Por todo ello, invito a todos a reflexionar sobre la Política que tenemos, la democracia que hoy tenemos para ver si esto es lo que queremos y por tanto, nos resignamos a que este «hachazo democrático» de políticas como Cospedal se hagan realidad gracias a la falta de autocrítica del pueblo español así que como diría Jarcha, por favor, «habla, pueblo, habla» porque en nuestra mano está la mejora de la Política que España de verdad necesita».

Diego Ruiz Ruiz es maestro de la Educación pública.

(Visited 15 times, 1 visits today)