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martes, 26 de noviembre de 2024
La Audiencia Nacional ordena que se ejecute la sentencia - 16 febrero 2018 - Castilla-La Mancha
Agustín Yanel Agustín Yanel

Doce años después de que estallara el escándalo de la sociedad de inversión filatélica Afinsa, sus seis máximos dirigentes van a ingresar en prisión para cumplir las penas de privación de libertad a las que fueron condenados en julio de 2016. Tanto tiempo después de les estafa masiva, parte de las casi 200.000 personas a las que engañaron no podrán ver que los responsables pagan ahora por los delitos que cometieron, porque han fallecido. Una vez más, la Justicia ha funcionado pero demasiado tarde.

Este tipo de estafas -llamadas piramidales porque funcionan con la estructura de una pirámide, con unos promotores que van captando clientes que inviertan y estos a otros, ampliando así al máximo la base de la empresa- no son un fenómeno nuevo.


Sofico, el mayor escándalo inmobiliario del franquismo

En el año 1974 estalló uno de los mayores escándalos financieros e inmobiliarios del franquismo, el caso Sofico. Su fundador, Eugenio Peydró Salmerón, constituyó un imperio dedicado a construir, vender y alquilar apartamentos en la Costa del Sol, con el dinero que recibía de ciudadanos que compraban los inmuebles y a los que pagaba un sustancioso interés del 12 por 100. Ese grupo quebró, el fundador y su hijo fueron juzgados y condenados a nueve y a dos años de cárcel, respectivamente, pero solo estuvieron en prisión preventiva poco más de un año el padre y seis meses el hijo. Ninguno de los altos mandos del Ejército, magistrados y personas bien situadas en el franquismo que integraban el Consejo de Administración fue juzgado.

Más recientemente, en 2009, el empresario jerezano José María Ruiz-Mateos y sus hijos constituyeron el grupo empresarial Nueva Rumasa y consiguieron inversiones de unos cuantos miles de ciudadanos a quienes, en masivas campañas publicitarias, ofrecían pagarés con un interés del 8 por 100. El grupo también quebró y varios hijos del empresario fallecido han pasado por la cárcel.

No son estos los únicos casos de estafas masivas en las que han caído decenas de miles de personas. Cuando estalló el escándalo de la filatélica Afinsa, porque los perjudicados dejaron de percibir los intereses prometidos y no podían recuperar su dinero, hubo quienes criticaron a esas personas y las tacharon de avariciosas.

¿Es justa esa crítica? ¿Qué jubilado, por ejemplo, no se fía de su hijo si éste le aconseja que invierta 6.000 euros de sus ahorros -o menos o más, según los casos- en una empresa legal dedicada a la compraventa de sellos que en vez de darle el 1 por 100 de interés le remunerará con el 7 u 8 por 100? ¿Es avaricia fiarse de ese hijo o del amigo de confianza que ha invertido y ya ha cobrado los primeros intereses?

Inversores humildes y jubilados

Entre las personas que invirtieron en Afinsa las había de toda clase y condición, pero muchas eran gente humilde y jubilados que vieron la oportunidad de rentabilizar mejor sus ahorros que en un banco al uso. Y fueron estafadas, como otras muchas en distintos casos.

El único consuelo que les queda a esas personas es cobrar lo que puedan de su inversión, que siempre será muy poco del total, y ver que se ha hecho justicia. Esto último se va a cumplir, porque  Audiencia Nacional ha ordenado que se ejecute la sentencia y que ingresen en prisión Juan Antonio Cano, expresidente de Afinsa; Albertino de Figueiredo, fundador; su hijo Carlos, y Vicente Martín Emilio Ballester y Francisco Guijarro. Lo primero, lo de recuperar su inversión, es imposible.

Algunas medidas de control han sido aprobadas y puestas en práctica para evitar actuaciones delictivas como estas, pero todavía no son suficientes. Los organismos oficiales correspondientes deben vigilar al máximo, y el Gobierno debe poner en marcha campañas de información, para evitar que ciudadanos sin unos conocimientos financieros especiales sean engañados.

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