El nuevo académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, Eduardo Sánchez Butragueño, ha hecho hoy énfasis durante su discurso de ingreso en esta institución al «patético y lamentable» estado que presenta el mayor bien medioambiental que tiene Toledo: el río Tajo.
Estas palabras han formado parte del discurso que, bajo el título «Un mirador a la historia de España: la evolución fotográfica de la panorámica de Toledo desde el Valle’, ha elegido Sánchez Butragueño para ingresar como académico numerario en la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas toledana.
Un acto solemne en el Museo del Ejército
Este acto solemne, que ha tenido como marco el Museo del Ejército, ha contado con un amplio respaldo de público, entre ellos el consejero de Educación y Cultura, Ángel Felpeto; el concejal de Urbanismo, Teo García, y numerosos académicos de la Real Academia y representantes del Ejército y de la sociedad civil.
En su discurso, Sánchez Butragueño ha repasado la historia de España, desde mediados del siglo XIX hasta finales del siglo XX, a través de la fotografía histórica, acompañando su intervención de una proyección de imágenes sobre la evolución de la panorámica de Toledo, que iban dando sentido a su lectura.
Tras este repaso, el nuevo académico numerario ha destacado en su reflexión final que la visión de Toledo desde el Valle atraviesa «un buen momento». Así, ha remarcado que, «pocas veces en la historia de la fotografía de la ciudad, se ha contado con una panorámica general en la que escaseen los edificios ruinosos y además el verdor de la ciudad fuese semejante».
Denuncias y referencias al estado del Tajo
Ha puesto el acento de denuncia en el estado del mayor bien medioambiental que tiene Toledo para decir que «únicamente el patético y lamentable río Tajo supone un contrapunto tremendamente negativo al constituir una cloaca perimetral de la ciudad con sus aguas ponzoñosas y escasas, cuando no cubiertas de espuma», ha remarcado.
Sánchez Butragueño ha señalado que «es tarea de todos» conservar las señas de identidad que Toledo ha ido fraguando con los años.
Y ha afirmado que «debemos estar siempre vigilantes y lúcidos para discernir qué cambios son necesarios y cuáles realmente supondrían una amenaza para la preservación de la personalidad propia que hace y que ha hecho reconocible la ciudad en el espacio y en el tiempo como un conjunto único e irrepetible».