Las Ventas con Peña Aguilera (Toledo) ha sido el lugar elegido para introducir a dos nuevos ejemplares de lince ibérico, en plenos Montes de Toledo. Oso y Oliva son la nueva pareja que podrá corretear por la zona tras ser criados en Cáceres. Con ellos, la lista de linces liberados dentro del proyecto Life+Iberlince en Castilla-La Mancha llega a 70 ejemplares.
Desde la Consejería de Agricultura informan que estos dos ejemplares fueron criados en el centro de Zarza de Granadilla, en Cáceres (Extremadura), y son los últimos de los once que ya se han liberado en lo que llevamos de 2018 dentro de Castilla-La Mancha.
Además, Oso y Oliva se unen a la lista que ya cuenta con 35 linces reintroducidos, únicamente, en la provincia de Toledo. Aquí, la población de lynx pardinus se puede asentar «de manera natural», informan desde Agricultura, y ello se puede comprobar con los 32 nacimientos que se han registrado en la comarca durante los dos últimos años.
Hasta 10 hembras territoriales se han criado ya en los Montes de Toledo, y se unen a otras seis existentes en Sierra Morena Oriental, que hacen un total de 16 ejemplares que tienen opciones de reproducción durante este año.
Los Linces de 2018… con la «O»
Orimi y Ocelada, Opio y Oveja, Oretana, Occidente y Osga, Otero y Oxana son -todos con la O, que marca los nombres para los linces reintroducidos en este 2018- los ejemplares que ya se han soltado dentro del territorio castellano-manchego en lo que llevamos de año.
Las zonas de reintroducción han sido Sierra Morena Oriental (Ciudad Real) y los Montes de Toledo, donde han llegado los ejemplares que primero han sido criados en cautividad en diferentes centros tanto de Extremadura como de Andalucía y Portugal.
El consejero de Agricultura, Medio Ambiente y Desarrollo Rural, Francisco Martínez Arroyo, ha dado por «cumplidos» los objetivos puestos inicialmente dentro del proyecto Life+Iberlince en el que participan 23 socios y está coordinado por la Junta de Andalucía.
«El lince ha venido para quedarse»
Así, el titular de Medio Ambiente hace balance positivo de la tasa de supervivencia de los ejemplares, que se encuentra próxima al 70 por 100 dentro de Castilla-La Mancha, algo que demuestra «que el lince ha venido para quedarse» en la región. Además, se espera un aumento de esa tasa de supervivencia a partir de la adopción de medidas para evitar una de las muertes más recurrentes de ejemplares: los atropellos.
En estos términos, Martínez Arroyo ha explicado que las zonas de reintroducción se han elegido bien dentro de la península y que incluso los propietarios, gestores y arrendatarios de terrenos han participado en mayor medida para una mejor reintroducción de ejemplares y mejoras de hábitat sin que la caza pueda perjudicar a la conservación de la especie.