El Museo del Ejército recibe anualmente cerca de 400.000 visitantes, una media de 1.000 personas al día que recorren sus 13 salas temáticas, con colecciones específicas, y sus ocho salas de discurso histórico en las que se presenta un itinerario cronológico por la historia militar de España.
Sin embargo, como otros tantos museos, el que acoge el Alcázar de Toledo guarda en sus almacenes muchas más piezas de las que exhibe, en total 35.000 frente a las 5.000 que se muestran en sus vitrinas y espacios. El Departamento de Conservación Preventiva y Restauración que dirige la conservadora María del Carmen López-Villalta es el que se encarga de que todo este inmenso patrimonio se mantenga en óptimas condiciones. También es la primera puerta por la que pasan las piezas que constantemente llegan al museo, ya sea procedentes de donaciones o de las unidades militares que se disuelven, inspeccionando el estado en el que ingresan y restaurando aquellas imperfecciones o deterioros que tengan.
Los talleres de Bellas Artes, Metal, Textil y Documentos Gráficos realizan estas tareas de conservación y restauración, un trabajo muchas veces desconocido para el gran público y que el Museo del Ejército ha querido sacar a la luz con una exposición temporal. En ella destaca la restauración del retrato del teniente general Don Luis Prendergast y Gordon -obra de finales del siglo XIX de Juan Planella y Rodríguez, donado por un descendiente del retratado-, un cuadro en el que el paso del tiempo, la exposición a la luz y la humedad, así como accidentes durante la manipulación, habían provocado que llegara a nuestros días en un deficiente estado de conservación. Aquí las labores de limpieza de la restauradora Ana Isabel Zarza Sánchez han abarcado el soporte del lienzo, que presentaba mucha suciedad; la capa pictórica, con grietas superficiales, pequeños rasgados y con barniz oxidado; y el marco, bastante dañado y con la pintura dorada muy envejecida.
En esta exposición, a la que se quiere dar continuidad, es muy significativo contemplar el antes y el después de la bandera carlista de la Seo de Urgel, perteneciente a la colección de piezas donadas al antiguo Museo de Infantería por Josefa Sobrido y Romero en 1919 como parte del legado de Romero Ortiz. De ella María del Carmen López-Villalta cuenta que llegó muy deteriorada y con mucha pérdida de tejido. La bandera se encontraba enmarcada y doblada con varios pliegues para adaptarla a un marco mucho más pequeño que su tamaño real. Este sistema creó graves arrugas y deformaciones en el tejido. Además, tenía zonas fuertemente decoloradas por la exposición directa a la luz. Junto con la pérdida de tejido, acumulaba mucho polvo, manchas y abundantes desgarros y agujeros.
El Museo del Ejército de Toledo da cuenta igualmente de cómo se llevan a cabo estas labores de restauración; de hecho, dedica una vitrina para exponer los utensilios y materiales que se emplean en ello.
La función del departamento de Conservación Preventiva y Restauración no solo es mantener a punto los efectos del museo. Va más allá ya que, en muchas ocasiones, permite avanzar en las investigaciones históricas. Así ocurrió con una de las piezas más destacadas restauradas en los últimos años: la casaca del héroe del 2 de mayo el capitán Daoiz, casaca con la que murió en 1808 de dos bayonetazos de un enemigo. Su análisis y la de los restos humanos hallados hizo posible aclarar las circunstancias de su muerte.
Entre las entradas más curiosas que han pasado por este departamento, María del Carmen también recuerda el estereoscopio de Carl Zeiss, de los primeros aparatos que surgieron para tomar fotografías; y la máquina Nigma, utilizada por el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial para cifrar mensajes.