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martes, 26 de noviembre de 2024
Un derecho constitucional de la ciudadanía que muchos medios no respetan - 17 mayo 2018 - Castilla-La Mancha
Agustín Yanel Agustín Yanel

Confundir la información con la publicidad, y presentar de la misma manera una noticia que un texto de propaganda comercial, se está convirtiendo en una práctica frecuente en muchos medios de comunicación. Es una mala práctica, contraria a las normas deontológicas del Periodismo. Es una manera de tratar un derecho constitucional y humano de la ciudadanía, el derecho a recibir información veraz y plural, como si fuera un champú o un detergente. Y la informacion no es una simple mercancía, pero nadie protesta.

Para comprobarlo basta con entrar en la página web de cualquiera de los grandes diarios. Por ejemplo, en la de elpais.com. El 17 de mayo, jueves, además de los anuncios publicitarios que rodean a las informaciones por arriba, por los lados y en el centro, el lector encontrará una noticia titulada ¿Por qué los niños deberían aprender Filosofía? Al pinchar en el vídeo de cuatro minutos y medio que está encima de ese titular se comprueba que es una entrevista a un profesor de filosofía patrocinada por uno de los grandes bancos españoles, cuyo logotipo se ve durante toda la grabación. Se ofrece información, que puede ser de interés, mezclada con la publicidad.


Si el lector sigue avanzando en la misma portada se encontrará dos noticias que, con el mismo tipo de letra que las demás, llevan estos títulos: La voz de Bowie puede seguir grabando discos y Tres ‘tecnologías imperfectas’ para hablar cualquier idioma. En los dos vídeos que acompañan a esas informaciones, de más de cuatro y de seis minutos de duración, respectivamente, hablan dos especialistas sobre crear voz humana por ordenador y sobre el reconocimiento de la voz. Ambas grabaciones comienzan y terminan con el logotipo de una conocida operadora de telefonía y con llamadas para suscribirse a sus servicios.

El «contenido patrocinado»

Un poco más abajo, a todo lo ancho de la página web, el lector encontrará tres informaciones bajo el título «contenido patrocinado». En este caso, aunque se presentan de la misma manera que las informaciones, al menos el tipo de letra de los títulos es distinto y a la izquierda figura la palabra «anuncio». Algo es algo, pero es poco para distinguir claramente la publicidad de la información como deben hacer los medios de comunicación.

Más adelante, después de distintas noticias en las secciones de Economía e Internacional, hay tres vídeos con contenidos de interés y presentados con el mismo tipo de letra que las noticias, por lo que el lector pincha en ellos creyendo que son informaciones. Pero están patrocinados por el mismo gran banco y por una de las empresas editoriales del Grupo Prisa, al que pertenece El País.

Pero no es ese periódico el único que utiliza estas malas prácticas. En El Mundo y en otros diarios, tanto estatales como regionales o más modestos, también se ven noticias que, aunque tengan un contenido de interés, son publicidad porque en ellas figura el logotipo de la empresa que patrocina su publicación.

Los «publirreportajes»

Y no ocurre solo en los diarios digitales. En los periódicos en papel cada vez se ven más casos de artículos publicados como si fueran una información más del diario, con los mismos tipos de letra en sus títulos y su texto que los utilizados para las noticias, pero que en realidad son publicidad de algún producto. Eso es dar gato por liebre a sus lectores. En esos casos, hace años se utilizaba un tipo de letra distinto y en la parte superior de la página, delante del texto, figuraba la palabra «remitido» o «publirreportaje», para que el lector supiera que eso no era información elaborada por su redacción sino publicidad. Ahora ni siquiera hacen eso, y nadie protesta.

Hace años, en las facultades de Periodismo se decía al alumnado, y supongo que lo seguirán diciendo, que los medios de comunicación deben distinguir siempre y con toda claridad la opinión de la información, y la publicidad de las noticias: utilizando un tipo de letra distinto, presentado ambos trabajos de distinta manera… como sea. Esa es la teoría, pero en la práctica cada vez se hace menos esa distinción, porque a los clientes que se anuncian no les interesa y, si lo pide el que paga…

Hace ya 25 años, el 1 de julio de 1993, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa aprobó por unanimidad el Código Europeo de Deontología del Periodismo, para garantizar el derecho a la información de la ciudadanía. En él se establece, entre otras cosas, que «desde la empresa informativa la información no debe ser tratada como una mercancía sino como un derecho fundamental de los ciudadanos». Ese Código está plenamente vigente pero, como todo lo que no es de obligado cumplimiento por ley, se incumple con demasiada frecuencia. Y muchos empresarios y responsables de publicidad de los grandes medios de comunicación probablemente se reirán a carcajadas si alguien les recuerda que deben cumplir esa obligación deontológica.

La tecnología y el uso generalizado de las redes sociales han supuesto una revolución en la manera de informarse de la ciudadanía. Pero no todo vale, hay que velar porque sea bien utilizadas. Este país necesita con urgencia una ley que regule la información y la comunicación, en la que se establezcan con toda claridad los derechos y las obligaciones de periodistas y comunicadores y el derecho a la información de la ciudadanía.

¿Por qué existen leyes de ese tipo en los países de la Unión Europea y en otros muchos de todo el mundo pero no en España? ¿Quizá se debe a que la ciudadanía no lo reclama, pese a ser un derecho constitucional como el de la sanidad, la educación o las pensiones?

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