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viernes, 22 de noviembre de 2024
Juicio en la Audiencia Provincial de Toledo contra el padre acusado de abusar de su hija.
El acusado durante la celebración del juicio. Foto - Rebeca Arango
El acusado lo niega - 23 mayo 2018

«No se comportaba como un padre normal; me obligaba a dormir con él y me tocaba por todo el cuerpo». Esta es una de las muchas frases que se han escuchado hoy en la sala de la Audiencia Provincial de Toledo durante el juicio iniciado por un supuesto delito de abuso sexual de un padre hacia su hija menor, abusos que -según el testimonio de ésta- comenzaron cuando tenía siete años.

En su declaración ante el tribunal, la menor -que actualmente tiene 16- ha relatado cómo su progenitor le decía que quería tener hijos con ella y que «estaba enamorado de mí». En el chalet de Yuncos (Toledo) en el que pasaba con él los miércoles y los fines de semana dispuestos en el régimen de visitas, «se metía en mi cama y se quitaba la ropa». Asegura que los abusos fueron a más y que llegó a realizarla numerosas penetraciones anales.


Detrás de un biombo para proteger su identidad y no ver al supuesto agresor, la víctima no ha podido evitar emocionarse al contar que la tía de su padre -propietaria del chalet de Yuncos y con la que pasaba los fines de semana que estaba con él- un día les sorprendió desnudos dentro de la ducha «y no dijo nada».

Ha argumentado que era habitual que la besara en la boca, que la cogiera de la mano para ir con ella por la calle y que la presentara como su novia. «También se ponía muy celoso si saludaba a amigos». La menor ha puesto de manifiesto que temía el carácter agresivo de su padre y que incluso la obligaba a decir a su madre -separada de él desde el año 2005 cuando ella tenía tres años- que quería irse a vivir con él.

En su exposición de los hechos ha dicho que fue el 13 de febrero de 2013, con 11 años, cuando contó por primera vez a una amiga lo que le estaba sucediendo. «Al día siguiente era San Valentín y mi padre me dijo que tenía algo especial preparado para mí. Me asusté mucho». En ese momento se encontraba con una amiga en casa de su madre y recuerda que ésta «estaba enfadada porque yo le decía que quería irme a vivir con mi padre». «Le conté a mi amiga que realmente no era así  y le expliqué todo lo que me estaba pasando», tras lo cual ambas fueron a hablar con la madre, quien escuchó el relato de la amiga ya que el llanto impedía articular palabra a su hija.

Al día siguiente la madre fue antes de tiempo a recoger a la hija al colegio para evitar así que se encontrase con su padre, quien se acercó al centro para regalar a su hija unas flores con motivo del día de San Valentín. Ambas se escondieron en el baño del colegio hasta que él se fue y seguidamente acudieron a una comisaría a denunciar los hechos. La madre reconoce que en esta primera denuncia «pensé que solo habían sido tocamientos; cuando iba a la comisaría no sabía que también había sufrido penetraciones».

«Era consciente de que era un maltratador pero hoy en día sigo sin entender cómo ha podido ocurrir algo así», comentaba la madre, quien añadía que veía a su hija agresiva, enfadada y que incluso tuvo que poner listones en las ventanas porque decía que se quería suicidar. «Pensaba que estaba así porque yo tenía una pareja, no imaginaba que estaba ocurriendo esto».

El acusado niega los abusos

El procesado por todos estos hechos ha negado las acusaciones y ha dicho que nunca abusó de su hija, que nunca le dijo que estuviera enamorado ni que quisiera tener hijos con ella. Tan solo ha reconocido que, solo cuando era pequeña, dormían ocasionalmente juntos porque era «miedosa» y llegó a darle besos en la boca.

Niega que fuese agresivo, incluso sostiene que era un padre «permisivo», y ha restado importancia al hecho de llevarle unas flores a la salida del colegio en el día de San Valentín ya que «también se las llevé a mi madre».

Su defensa ha incidido en la mala relación que mantenían ambos progenitores, con períodos largos en los que el padre no veía a la hija -según él porque no le dejaba la madre y según ella porque él no quería verla o ponía las cosas muy difíciles-. El abogado defensor también ha hecho hincapié en que el padre había solicitado la patria potestad de la menor, una decisión que, según su versión, adoptó a raíz de que la niña le llamase un día diciendo que quería tirarse por la ventana tras una fuerte discusión con su madre.

En el juicio han tomado la palabra los tíos del acusado y su hermana, quienes han tildado de «normal» el comportamiento del padre y han negado que viesen en ningún momento abusos por su parte hacia la menor. La tía incluso ha negado que los sorprendiera en la ducha desnudos.

«La regañaba si hablaba con chicos y la revisaba el móvil»

También tras un biombo ha declarado la amiga a la que la menor contó por primera vez los abusos, quien ha comentado que el progenitor «la trataba más bien como una amiga, no como una hija». «Ella me decía que era agresivo y controlador, que la regañaba si hablaba con chicos y la revisaba el móvil».

En esta primera sesión del juicio -cuyas conclusiones se darán a conocer el jueves- también han tomado la palabra los peritos, fundamentalmente médicos y psicólogos que atendieron a la menor. Ha quedado constatado que presentaba trastornos de ansiedad y del sueño, gran nivel de angustia e incluso algún intento de suicidio, «síntomas compatibles con el abuso». Sobre el relato aportado y recogido en los informes, lo consideran un testimonio «creíble», con detalles «poco compatibles con la invención» al tratarse de una niña de 11 años.

[ze_summary text=»La niña contó detalles poco compatibles con la invención»]La niña contó detalles poco compatibles con la invención[/ze_summary] 

No obstante, los análisis médicos practicados no revelan lesiones a causa de las penetraciones anales. Uno de los médicos que ha intervenido ha señalado que «la exploración ginecológica fue normal y que no existían fisuras anales», algo que no echa para atrás que no se hayan producido ya que, como relataba otro profesional, «puede haber habido penetración sin haber dejado lesión».

La Fiscalía de Toledo solicita imponer al procesado la pena de 10 años y seis meses de cárcel; libertad vigilada por 10 años tras la prisión; una indemnización de 6.000 euros; la privación de la patria potestad; y la prohibición de acercarse a la menor a una distancia inferior a 500 metros respecto de su domicilio y cualquier lugar que la menor frecuente y de comunicarse con ella por cualquier procedimiento durante 12 años.

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