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viernes, 22 de noviembre de 2024
Sus dirigentes presumían de ser el partido con más afiliación en España y Europa - 28 junio 2018 - Madrid
Agustín Yanel Agustín Yanel

Cuando todos creían que el PP era el partido político con más afiliados en España y en Europa, porque así lo aseguraban sus dirigentes, resulta que no, que son decenas de miles menos de los que decían. ¿Dónde están las 869.000 personas supuestamente afiliadas al PP, si para elegir a quien sucederá a Mariano Rajoy se han inscrito para votar solamente unas 67.000, apenas el 8 por 100? ¿No quieren elegir a su líder, ahora que, por primera vez, les dan la oportunidad de hacerlo en vez de que dependa exclusivamente del dedo del anterior presidente, como ocurrió con Rajoy cuando Aznar le dijo «vas a ser tú»?

El diputado del PP por Ávila José Ramón García Hernández, uno de los seis candidatos a suceder a Rajoy -con escasas por no decir nulas posibilidades de ganar, salvo sorpresas-, lo tiene claro: si vota nada más que el 7 u 8 por 100 de la afiliación, el partido «está bordeando el ridículo». El exministro José Manuel García-Margallo también ha sido crítico: «El PP ha vivido un espejismo».


El gran fiasco que ha habido con el censo del PP

Soraya Sáenz de Santamaría, María Dolores de Cospedal y Pablo Casado, los tres que tienen posibilidades reales de suceder a Rajoy, se culpan unos a otros del gran fiasco que ha habido con el censo de afiliación del PP. La exvicepresidenta se quita responsabilidades porque dice que ella no ha estado «en el aparato del partido». La secretaria general y el exvicesecretario de Comunicación la desmienten y dicen que sí, que ella está desde 2004, años antes que llegaran ellos dos. La guerra está servida.

El PP decidió que para poder votar al sucesor o sucesora de Rajoy el único requisito era que la persona afiliada estuviera al corriente en el pago de las cuotas al partido. Y, si tenía recibos sin pagar, bastaba con que abonara 20 euros aunque tuviera una deuda de varios años. Pero incluso con esas facilidades se han inscrito muy pocos, apenas el 8 por 100 del total de la afiliación que dicen tener.

Un partido acostumbrado al dedazo

Habrá quien diga que se trata simplemente de un asunto interno del PP, y que solo a ese partido le importa si votan muchas personas o pocas para sustituir a Rajoy. Pero no es solo eso y tiene más importancia de lo que, a simple vista, pudiera parecer.

Aunque el PP es un partido acostumbrado más al dedazo del líder que a utilizar la democracia interna, en su congreso del año pasado aprobó dar voz a la afiliación para que pueda participar en la elección de su líder o lideresa. Votarán el 5 de julio y si uno de los candidatos logra más del 50 por 100 de los votos, o supera en 15 puntos o más al siguiente, y además gana en la mitad de las circunscripciones, será proclamado el único candidato. Pero si eso no ocurre, y es lo más probable, los dos nombres más votados se someterán a los 3.184 compromisarios que acudirán al congreso extraordinario el 21 y 22 de julio.

De esos compromisarios, más de 2.600 serán elegidos por votación también el 5 de julio, en proporción al número de afiliados que tiene el PP y a sus resultados electorales, y el resto son compromisarios debido al cargo que ocupan y a otras circunstancias. Ahí está el truco; con un censo tan inflado también está inflado el número de personas que irán con voz y voto al congreso, donde habrá provincias con más representación de la que les debería corresponder y otras con menos.

¿Cómo ha podido ocurrir este engaño masivo del PP a su afiliación y a la ciudadanía? En el propio partido hay quien explica algunas causas: dicen que en el censo de afiliación hay personas que fallecieron hace años y no han sido dadas de baja, muchas miles que no son localizadas, otras que ha pedido la baja y no se ha registrado… También afirman que las organizaciones autonómicas del PP no han actualizado sus censos porque, de haberlo hecho, los líderes territoriales del partido habrían perdido poder al quedar demostrado que en realidad tienen detrás menos gente de la que dicen. Vivir para ver.

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