Si algo ha quedado claro en la campaña que ha llevado a cabo el PP en las últimas semanas, para sustituir a Mariano Rajoy al frente del partido, es que la derecha también se pelea. Y con un mal estilo que no se esperaba de unos dirigentes políticos supuestamente tan de orden como Soraya Sáenz de Santamaría, Pablo Casado y sus seguidores. Pero parece que en el principal partido de la derecha española, ahora que tienen la competencia de Ciudadanos, han debido pensar que casi todo vale con tal de conseguir el poder. ¡Lo que hay que ver!
Durante muchos años, en las precampañas y campañas electorales eran algunos políticos de los partidos de la izquierda quienes se despellejaban en público, lavaban sus trapos sucios a la vista de todo el mundo y hacían llegar a la prensa cualquier asunto turbio que pudiera afectar a los adversarios de su propio partido. Todo valía con tal de machacar al competidor, aunque dañaran la imagen de su formación política en un momento en que su principal objetivo debería ser el de explicar su programa electoral para conseguir votos. Hay quien aún actúa de esa manera.
El dedo de Aznar y otros dedos del PP
En la derecha, por el contrario, todo era mucho más tranquilo y ordenado. Al menos, en público. Siempre se hacía lo que decía el líder del partido y funcionaba con precisión de reloj suizo el «ordeno y mando». José María Aznar señaló con su dedo a Mariano Rajoy para sucederle como presidente del PP, con la histórica frase de «Mariano, te ha tocado»; Esperanza Aguirre quitaba de la cabecera de las candidaturas municipales a los aspirantes a alcalde que no eran de su cuerda, aunque contaran con el apoyo del partido, y ponía a otros…
Ahora no ha ocurrido eso. Ahora, cuando en el PP han convocado por primera vez unas elecciones primarias para que su afiliación decida qué dos nombres deben aspirar a suceder a quien los ha dirigido durante 15 años, se han visto actuaciones que nadie podía haber imaginado en un partido tan de orden como este. Ha habido un poco de guerra sucia, aunque no ha llegado la sangre al río.
En la última semana de la campaña alguien elaboró y difundió un vídeo anónimo, titulado Cuéntame cómo nos vais a renovar y con la música del veterano programa de TVE Cuéntame cómo pasó, con el objetivo claro de desprestigiar a la candidata Soraya Sáenz de Santamaría. En él se relatan los muchos años que llevan en la vida política Javier Arenas, Celia Villalobos y Cristóbal Montoro, que apoyan a la exvicepresidenta del Gobierno para sustituir a Rajoy y ser la candidata del PP a la Presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales.
Tras relatar los cuatro fracasos electorales de Arenas para presidir el Gobierno de Andalucía y algunas actuaciones polémicas de Villalobos, en el vídeo se recuerda que todo eso ha ocurrido «con la colaboración especial de Soraya Sáenz de Santamaría». Y concluye con estas declaraciones de Javier Arenas: «Los que ya estaban hace 30 años no pueden conquistar el futuro. Eso no puede ser y, además, es imposible». Casado ha negado cualquier relación con este vídeo y lo ha criticado.
Guerra de vídeos anónimos
Al día siguiente, como respuesta a esa grabación, alguien dio a conocer en las redes sociales otro vídeo anónimo para desacreditar a Pablo Casado por su relación con José María Aznar (en 2009 ya fue su jefe de gabinete) y por sus elogios a Esperanza Aguirre. En esta grabación se recuerda que José Manuel García-Margallo lleva más de 40 años en política, que María Dolores de Cospedal está desde 1982 y que Rafael Catalá ocupa cargos públicos desde 1996. Los tres apoyan a Casado para suceder a Rajoy. La exvicepresidenta del Gobierno también ha negado tener algo que ver con este vídeo.
Además de esos vídeos, otros candidatos a presidir el PP -que no fueron los dos más votados por la afiliación y, por eso, no pueden competir por ese puesto en el congreso extraordinario del 20 y 21 de julio- han denunciado haber recibido peor trato por parte de la dirección del partido que Sáenz de Santamaría, Casado y Cospedal. Y los seguidores de estos tres nombres han inundado las redes sociales y sus listas de correo con mensajes de buenas noticias y supuestos datos positivos para sus líderes y críticas hacia los contrarios. Y hay quien también ha denunciado haber recibido presiones para votar a una u otro, llamadas telefónicas del líder local o regional…
Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado se han mostrado moderados en sus críticas al adversario -sobre todo ella que, tras haber sido la más votada por los pocos afiliados que votaron, ha insistido una y otra vez en hacer llamamientos a la unidad, hablar en positivo y pedir una candidatura única para el congreso-, pero también se han lanzado algunos dardos envenenados. Con mucha amabilidad y sonrisas, eso sí, que para eso son compañeros de partido.
Ya lo dijo Bob Dylan hace más de 50 años en una mítica canción: «Los tiempos están cambiando». En la derecha política española parece que también están cambiando. Convocan elecciones primarias aunque no son primarias puras (la última palabra no la tienen los afiliados sino los compromisarios que acudirán al congreso, la gran mayoría de ellos cargos públicos), se critican entre ellos en público como la izquierda, tienen la competencia de Ciudadanos, un partido tan de derechas como el PP aunque se definen como liberales… No se puede vaticinar lo que ocurrirá en su inminente congreso extraordinario, pero el Partido Popular tiene que resolver su problema de falta de liderazgo y trabajar en favor de la ciudadanía, sin perder de vista que los tiempos y la política deben continuar cambiando.