Toledo ha acogido, un año más, la celebración de la Asamblea Diocesana de Manos Unidas. El lugar elegido fue la Casa Diocesana de Ejercicios «El Buen Pastor», y hasta allí se desplazaron todos los voluntarios y voluntarias de Manos Unidas, acompañados por su cerca de 100 delegados y delegadas parroquiales, recordando que poseen y ejercen un compromiso responsable de trabajo para «ayudar a los más pobres de los pobres». Y eso es lo que dejaron patente en sus palabras de inicio de la Asamblea tanto el Arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, como el consiliario y la delegada diocesana de Manos Unidas en Toledo, respectivamente Daniel Palomo y María Antigua Díaz-Toledo, que reconocieron el trabajo que desarrollan todos los grupos parroquiales de Manos Unidas, así como el decisivo impulso de la Delegación Diocesana.
Díaz-Toledo aseguró que «la pobreza y el hambre afectan especialmente a las mujeres», mostrando datos que señalan que el 70 por 100 de los 1.300 millones de personas que viven en pobreza extrema son mujeres, y el 60 por 100 de las personas con hombre en el mundo también son mujeres.
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Braulio Rodríguez puso especial atención en reconocer a los que son capaces de ayudar. Para ello recordó la Carta Encíclica Deus Caritas Est, afirmando que «Cristo ocupó el último puesto en el mundo -la cruz-, y precisamente con esta humildad radical nos ha redimido y nos ayuda constantemente», además señaló que «quien es capaz de ayudar reconoce que, precisamente de este modo, también él es ayudado», destacando que «el poder ayudar no es mérito suyo ni motivo de orgullo». De igual modo resaltó el valor de entrega y servicio que posee Manos Unidas y sus voluntarios, por lo que, y siguiendo la misma Encíclica, reseñó que «nosotros le ofrecemos nuestro servicio» y «hacer todo lo que está en nuestras manos con las capacidades que tenemos, es la tarea que mantiene siempre activo al siervo bueno de Jesucristo». Concluyó afirmando que «nos apremia el amor de Cristo», como señala la segunda Carta a los Corintios.
Por su parte, la delegada diocesana de Manos Unidas, María antigua Díaz-Toledo, destacó en sus palabras la importancia de trabajar por la igualdad, adelantando que el lema de la próxima campaña, para el año 2013, será «No hay justicia sin igualdad». Para ello recordó que «la Campaña se centrará en el Objetivo del Desarrollo del Milenio número 3, que es promover la igualdad entre los sexos y la autonomía de la mujer». En ese sentido, quiso destacar que esta campaña será «una llamada a la conciencia de la sociedad para que colabore en la defensa efectiva del desarrollo integral de cada persona y del ejercicio de todos sus derechos».
Unas palabras, las de la delegada diocesana de Manos Unidas, que no quiso dejar exentas de datos preocupantes. Afirmó, por ejemplo, «que la pobreza y el hambre afectan especialmente a las mujeres», mostrando datos que señalan que el 70 por 100 de los 1.300 millones de personas que viven en pobreza extrema son mujeres, y el 60 por 100 de las personas con hombre en el mundo también son mujeres. Estos datos la llevaron a destacar que desde Manos Unidas trabajarán por una «igualdad que necesita un modelo de desarrollo cuyo centro sea la dignidad humana».
Recordando a Benedicto XVI, una de las principales conclusiones de la Asamblea fue destacar que «en un mundo como el actual, dominado por la técnica, se siente la exigencia de esa complementariedad de la mujer, para que el ser humano pueda vivir sin deshumanizarse del todo».
Precisamente, para poder trabajar en las parroquias de manera más efectiva, se presentó el documento «Equipos parroquiales de Animación Solidaria», con el que Manos Unidas, en la Diócesis de Toledo, pretende coordinar, canalizar y avanzar de mejor manera en todas las acciones comunes y novedosas que puedan presentarse durante los próximos años. De igual modo, se presentó el libro, que ha contado con la colaboración de la Diputación de Toledo, «Recetas para acabar con el hambre en el mundo», que recoge recetas de cocina de muchos de los pueblos de la Archidiócesis de Toledo, con productos de la tierra y la demostración de una de las formas de trabajar de la Delegación Diocesana, «con poco hacer mucho».
«UN VIAJE AL INTERIOR»
Por su parte, el sacerdote toledano José Antonio Jiménez Fernández, párroco de «San José Obrero» del Polígono, ofreció un «Viaje al interior». Una exposición emotiva y cercana, en la que transmitió el espíritu misionero que el pasado verano vivió en la República Dominicana. Además, sus palabras sirvieron para posicionar, en el eje de la jornada, la presencia de una Caridad objetiva que es el ejemplo vivo del trabajo de Manos Unidas.
La jornada también tuvo momento para la celebración de la Eucaristía, presidida por el Arzobispo de Toledo, así como la presentación de los nuevos voluntarios de la Delegación toledana, propuestas y actividades de las y los delegados parroquiales, en definitiva un diálogo fructífero y fraterno que acercó todas las propuestas y voluntades de los presentes. Recordando, una vez más, que desde Manos Unidas se da a conocer la situación de pobreza y discriminación que sufren tantas personas en países pobres, que los voluntarios de Manos Unidas aprenden y viven la manera de rechazar actitudes y posturas que denigran la dignidad de las personas, afirmando, en sí, que en Toledo quieren y apoyan a quienes necesitan la ayuda de «nuestras Manos Unidas».
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