Una noche de lunes, normalmente tranquila en Toledo, se convirtió en la peor pesadilla para José Luis Martínez. Trabaja como taxista en la capital regional y el pasado 17 de septiembre fue objeto de una brutal agresión por parte de un hombre con orígenes en Europa del Este que apenas hablaba español, pero que se ensañó con este joven de 34 años durante 15 infernales kilómetros, los mismos que recorrieron en el taxi desde Almonacid de Toledo hasta la ciudad imperial.
«No sé ni cómo pude ser capaz de volver a Toledo, veía todo borroso, intentó quitarme el volante para provocar un accidente…», explica José Luis a encastillalamancha.es, quien todavía tiene muestras visibles en su cara de la dureza de la agresión, con hematomas en las cuencas de los ojos y un derrame en el izquierdo. «Ya estoy un poco mejor, he vuelto a mi forma de ser, los primeros días estaba hecho un trapo, no podía abrir el ojo izquierdo», lamenta el taxista.
[ze_summary text=»"Ya estoy un poco mejor, he vuelto a mi forma de ser, los primeros días estaba hecho un trapo, no podía abrir el ojo izquierdo"»]"Ya estoy un poco mejor, he vuelto a mi forma de ser, los primeros días estaba hecho un trapo, no podía abrir el ojo izquierdo"[/ze_summary]
Todo comenzó en el Bar El Puente, junto al puente de San Martín, cuando se tuvo que ir porque ya iban a cerrar el local y llamó a un taxi para que le llevase hasta esta Almonacid. Fatal suerte la de José Luis, que le tocó recorrer esa distancia de vuelta a Toledo mientras le golpeaban en busca de la ayuda de sus compañeros, quienes lograron reducir al individuo y llamar a la Policía, para posteriormente ser detenido.
Ni José Luis ni los dueños del bar notaron nada excesivamente extraño antes de la agresión. Tal y como han relatado a encastillalamancha.es en el bar donde se han reconstruido los hechos, el hombre se tomó unas cuantas cervezas y cenó una ración de venado. «Dijo que estaba muy rico», explican en el bar, ya que «en principio no parecía sospechoso… Pero se bebió varias jarras«. Aun así «dejó propina» y parecía que solo quería cenar y marcharse a casa, relata el dueño del bar. Sin embargo sí dejó signos de que igual había consumido drogas, como así también percibió José Luis.
Sobre las 11 de la noche pidió un taxi, y llegó José Luis. Obligó al individuo a pagarle por adelantado la carrera y, en el viaje de ida, charlaron lo que pudieron con el poco castellano que hablaba el agresor, mezclándolo con «inglés y serbio», indica Martínez. Ahí le chapurreó historias con la Interpol de por medio, pero José Luis pensó que serían fanfarronerías. A la llegada a Almonacid el hombre no se quería bajar del coche. Tras varias intentonas de Jose Luis para que abandonara el vehículo, decidió tomar cartas en el asunto y volverse a Toledo pese a que no se había bajado.
«Cuando decidí volverme a Toledo pensé que no iba a pasar nada, pero de primeras me quitó el dinero». El hombre se puso en el asiento de adelante y su nerviosismo iba en aumento. «Empezó a ponerse como un loco y a darme hostias«, indica, mientras añade que también le movía «la dirección del vehículo». Soportó como pudo las embestidas y mantuvo el coche en la carretera. «Fui fuerte y pude aguantar, porque las gafas (tiene miopía y astigmatismo) salieron volando por los impactos, menos mal que conozco la carretera. Aunque solo veía por el ojo derecho, gracias a dios volví a Toledo y me pudieron socorrer los compañeros», relata el taxista.
Y es que en ese camino de vuelta temió por su vida. «Pensé que podía morir… Gracias a que no llevaba navaja, si no, no estaría contando esto aquí».
«Se encaró con la Policía, no tenía miedo de nada»
Hasta tres personas fueron necesarias para poder reducir al hombre que mide sobre 1,70 metros, pero que tiene una complexión fuerte. Cuando José Luis llegó con él de vuelta de Almonacid, los compañeros taxistas le socorrieron y llamaron a la Policía. Pero es que, según relata Martínez, nada podía con él. «Se encaró con la Policía, no tenía miedo a nada».
Ahora Jose Luis sigue recuperándose de sus heridas mientras atiende pacientemente a los medios de comunicación que le reclaman. Pese al dolor y las lesiones muestra un buen humor que es digno de admirar.
«Aquel día sentí miedo, pero ahora ya me voy recuperando. La vista está mucho mejor, también tengo hematomas y un derrame en el ojo, pero ya se irán curando…», indica. También ha querido agradecer el apoyo que ha recibido. «Gracias a las personas que me han llamado, a los medios, compañeros y amigos uno se siente apoyado y con fuerza, y eso te ayuda mucho», reconoce.
Le consuela pensar que podría haber sido peor, «gracias a dios que no tuvimos un accidente«, y lo que sí espera es que la siguiente vez que le toque estar en el foco mediático sea por una noticia positiva y no por ser objeto de este cruento suceso que difícilmente olvidará.