La situación política que se vive en Cataluña, con un Gobierno que se dedica casi en exclusiva a promover el independentismo y se olvida de la mitad de sus ciudadanos que no quieren independizarse, está perjudicando a esa comunidad y a su ciudadanía. Unas 4.000 empresas han trasladado su sede social o fiscal a otras provincias, la inversión extranjera ha caído de manera espectacular y, mientras tanto, el president Quim Torra y su Govern siguen haciendo lo que les dice desde Bruselas Carles Puigdemont, un huido de la Justicia que no regresa a España porque sería detenido y juzgado.
Los datos son fríos, pero reflejan la realidad catalana mejor que las opiniones que se escuchan en las tertulias de radio y televisión, por muy respetables que sean éstas. Un ejemplo: la inversión extranjera en España, imprescindible para el funcionamiento de la economía, alcanzó los 11.969 millones de euros durante el primer semestre de este año, según datos del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Esa cifra representa un incremento del 1,3 por ciento respecto al primer semestre de 2017, pero en Cataluña se ha registrado una disminución del 41 por ciento en ese periodo.
La Comunidad de Madrid acaparó el 70 por ciento del total de las inversiones extranjeras en ese periodo, lo que representa un incremento del 43,7 por ciento frente al descenso del 41 por ciento en Cataluña. En los 12 meses de 2017 la inversión extranjera registró una disminución del 7,2 por ciento en España, mientras en Cataluña se redujo un 40 por ciento.
4.000 empresas se han marchado
Otro dato: en el último año, desde la manifestación independentista del 1 de octubre de 2017, más de 4.000 empresas afincadas en Cataluña (3.700 según la Generalitat) han trasladado su social o fiscal a otras comunidades, mayoritariamente a Madrid. Sólo unas cuantas de ellas han regresado allí, a pesar de los esfuerzos y las conversaciones del Govern de Quim Torra para intentar que vuelvan.
A pesar de esos datos, la consejera de Empresa de la Generalitat catalana, Àngels Chacón, ha quitado importancia a los efectos de esa fuga empresarial. Dice que apenas tiene consecuencias económicas y fiscales en Cataluña, porque no se ha cerrado ningún centro de trabajo. Pero también ha reconocido, porque los datos son innegables, que esas empresas facturan en su conjunto unos 100.000 millones de euros al año. ¿Y el traslado de sus sedes y de muchos directivos a otros territorios no tiene importancia? No hay peor ciego que el que no quiere ver, dice un conocido refrán.
Los independentistas, a lo suyo
La situación política de Cataluña se ha convertido en uno de los problemas más graves para el Gobierno español y para la democracia. Y ha acaparado y acapara la actualidad en los medios de comunicación durante los últimos años, porque los políticos independentistas van a lo suyo y no a resolver los problemas cotidianos de la ciudadanía de su territorio, sea independentista o no. Quien sea independentista tiene derecho a defender sus ideas, respetando la legalidad vigente, pero si forma parte del Gobierno o el Parlamento autonómicos debe atender a la ciudadanía, a la que le ha votado y a la que no lo ha hecho.
En esas circunstancias no es nada sorprendente sino muy habitual el comentario escuchado al cliente de un bar, hoy 20 de septiembe, cuando tomaba un café y ha visto que salía el president Quim Torra en el informativo de una televisión: «¡Ese es peor que el de antes!«, ha dicho en voz alta. «¡Es un pelele del que está en Bruselas!», ha añadido, en referencia a Carles Puigdemont.
El Gobierno de la Generalitat puede seguir dedicado casi en exclusiva a promover el independentismo todo el tiempo que quiera, olvidándose de los ciudadanos que no son independentistas. Pero, mientras tanto, la economía catalana seguirá deteriorándose, aunque la consejera Chacón y sus colegas del Govern no quieran reconocerlo. Algún día habrá elecciones autonómicas en Cataluña y es de esperar que los votantes no se olviden de lo que les están haciendo sus gobernantes, porque no los eligieron para tener un Parlamento autonómico casi cerrado ni para que se dedicaran a reunirse en Bruselas periódicamente con el anterior president, ahora huido de la Justicia, sino para que intentaran mejorar su vida diaria.