La Fiscalía de Cuenca solicita para J.M.M.T., un profesor del Conservatorio «Pedro Aranaz» de la capital conquense -acusado, entre otros, de varios delitos de abusos sexuales-, un total de 56 años de prisión por hasta 13 infracciones penales.
Según informa la Fiscalía Provincial de Cuenca en un comunicado, este órgano ha formalizado la acusación contra el procesado por un delito contra la libertad sexual, cuatro delitos de abuso sexual a menores, dos delitos de agresión sexual a menor de edad, un delito continuado de exhibición de material pornográfico y cinco delitos contra la integridad moral.
Por tales infracciones penales se solicitan penas privativas de libertad, que en su conjunto suman 56 años de prisión, así como penas de multa y prohibición de aproximación y comunicación con las víctimas, señalan las conclusiones provisionales de la Fiscalía.
El procedimiento se inició mediante la denuncia interpuesta por las víctimas en la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de Cuenca.
Así, en el marco del procedimiento judicial mediante auto de fecha 19 de agosto de 2015 se acordó cautelarmente respecto del acusado la prohibición de aproximarse a menos de 300 metros así como comunicarse con las víctimas y acudir al Conservatorio de Cuenca, medidas que continúan vigentes.
El relato de hechos se enmarca en un contexto temporal comprendido durante, al menos, desde 1995 hasta septiembre de 2015, cuando el acusado ejerció como profesor en el Conservatorio de Música «Pedro Aranaz» de Cuenca impartiendo clases de piano.
La actuación del acusado se habría llevado a cabo durante el desarrollo de su actividad docente, en la cual trataba con niños desde los ocho años en adelante, comportando, en esencia, como pauta habitual de actuación en sus clases, «someter a los alumnos con actitudes marcadamente intimidantes, tales como el empleo de un tono de voz elevado en las correcciones, así como insultos y golpes al mobiliario».
«Minando con ello la autoestima y voluntad de los mismos, manifestándoles que él era el mejor profesor y sin él no llegarían a ser nada, lo cual originó importantes distorsiones en el desarrollo emocional y afectivo de un número plural de alumnos durante el tiempo que desarrolló su actividad profesional», argumenta el fiscal.
Igualmente, señala que respecto a las alumnas de sexo femenino, siendo éstas menores de edad, el acusado habitualmente «les hacía objeto de actos y expresiones con connotaciones marcadamente sexuales, tales como manifestarles la ropa que tenían que llevar, que enseñaran las piernas o el pecho, que eran muy guapas o tenían un cuerpo bonito, así como referencias explícitas a relaciones sexuales».
Para el Ministerio Público, dicho proceder en el desarrollo ordinario de la docencia, le aseguraba al acusado un control psicológico sobre los alumnos, con un importante grado de dependencia emocional de estos, «dado su escaso desarrollo y grado de madurez así como en el desarrollo ordinario de las clases de forma rutinaria».
Del mismo modo, indica que en el marco de ese contexto de control emocional generado por el acusado con sus alumnos, durante los cursos académicos que impartió clase en el conservatorio, sometió a las alumnas de sexo femenino a «plurales actos atentatorios» contra su indemnidad y libertad sexual de diferente intensidad, desde manifestaciones verbales denigrantes y vejatorias, tocamientos varios, hasta penetraciones vaginales y bucales, en la medida que se lo permitía el limitado desarrollo psicoevolutivo de las víctimas».
En el mismo sentido, el fiscal apunta que a otros alumnos les hacía objeto de humillaciones y acciones vejatorias «permanentes y notoriamente perniciosas» para su desarrollo psicofísico.