La Federación Castellano-Manchega de asociaciones de familias y afectados de trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) han pedido al Gobierno regional un circuito de información para que las familias afectadas sepan dónde tienen que acudir para iniciar tratamiento y «no estén desamparadas».
Desde Facam TDAH también han reclamado que este trastorno, entendido como un desajuste que se produce a la hora de realizar las actividades cotidianas que exige la sociedad, se comprenda y se entienda para actuar en consecuencia y, sobre todo, acabar con la etiqueta de «inquieto, maleducado, vago o flojo» que se les pone a los menores que lo padecen.
Para ello, reclaman aunar criterios y que desde la Unidad de Salud Mental sólo se reconozca el diagnóstico realizado desde una praxis profesional reconocida, y que no se confunda a estos niños con los que pasan por situaciones de crisis por separaciones, duelos o muertes.
Ha sido la portavoz de la federación, Rosario Tordesillas, la que ha dado cuenta en la comisión Permanente no Legislativa para las Políticas Integrales de la Discapacidad de que el TDAH es un trastorno, de origen neurobiológico y genético, que interfiere en el funcionamiento del desarrollo y se caracteriza por inatención o hiperactividad, o combinadas ambas dos.
Ha indicado que es difícil de diagnosticar, a pesar de estar perfectamente protocolizado, porque no hay pruebas concretas para detectarlo. Los síntomas de los afectados van desde iniciar tareas que no acaban, incapacidad de seguir instrucciones, movimiento continúo o no controlar emociones, hasta dar golpes y no recordar aprendizajes previos.
Dicho esto, y después de explicar que este retraso madurativo no supone una discapacidad sino una dificultad en todas las tareas ejecutivas, la presidenta de esta federación ha alertado de que estos síntomas no cursan sólos, pues en el 60 por 100 de los casos diagnosticados aparecen secuelas, como trastorno disocial, de aprendizaje, trastorno por uso de sustancias, bipolar o del espectro autista.
Tordesillas ha detallado que es en la de etapa de 6 a 12 años cuando se derivan consecuencias secundarias, como aislamiento frente a los compañeros de escuela, «ser el eterno castigado», estar estigmatizado y desvinculación del proceso aprendizaje.
«Sienten que no encajan en la sociedad»
«El trastorno puede afectar a todos las esferas del desarrollo evolutivo del niño y en la adolescencia tienen más riesgo de conductas inadecuadas, como abandono escolar, conductas delictivas o intentos de suicido. Sienten que no encajan en esta sociedad», ha alertado.
Es por ello, que ha reclamado, a fin de prevenir todas estas consecuencias, buenas praxis de los pediatras que atienden a estos niños, de los docentes, orientadores y profesionales de salud mental infantojuvenil. «Entenderlo para atenderlo», ha insistido.
Después de precisar que el tratamiento es multidisciplinar y combina uno psicológico, farmacológico y psicopedagógico, ha pedido aunar esfuerzos para que todas las administraciones, partidos y organizaciones ayuden y reconozcan la labor de esta asociación, y desde su función subsidiaria garanticen el bienestar del menor y su familia.
«Estamos ante personas que peregrinamos por despachos y tratamientos. Nos sentimos perdidos, desamparados mientras se fortalece para nuestros hijos la etiqueta de niño inquieto, maleducado, flojo, vago», ha lamentado la presidenta de la Federación Castellano-Manchega de asociaciones de familias y afectados de trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad, que por último ha pedido llevar a todos los estratos sociales esta atención, pues ha alertado de que por falta de cultura muchas personas arrastran trastornos sin diagnosticar y se encuentra en exclusión social.