No se lo pensó dos veces. Tenía claro que el tiempo era vital y cabeza y corazón latieron al mismo tiempo impulsados por su sentido del deber… Sucedió en Nambroca, una localidad muy próxima a Toledo, cuando el martes 15 de enero un hombre de 70 años, desvalido y tirado en el suelo de su vivienda, clamaba auxilio a gritos…
Minutos antes, dos miembros del servicio de Ayuda a Domicilio del ayuntamiento de la localidad iban a ver a uno de sus vecinos, quien responde a las iniciales E.G.M., pero se percataron de que no abría la puerta cuando llamaron al timbre y a los pocos segundos escucharon unos gritos que procedían del interior, por lo que solicitaron la presencia, a través del 112, de la Policía Local, los Bomberos y el personal sanitario.
En la calle Arapiles, en Nambroca
A esa llamada de auxilio en el número 44 de la calle Arapiles acudió de inmediato Jorge Martínez Gómez, de 40 años, policía local de Nambroca y toledano de nacimiento… «No, no me lo pensé ni un minuto, es cierto. Luego en frío reflexiono y… Pero es que tengo la esencia de policía y sabía que era lo que tenía que hacer». Así comenzaba a narrar su actuación a encastillalamancha.es.
Primero trepó por la valla perimetral de unos tres metros de altura para acceder a la parcela de la vivienda, pero aún faltaba entrar a la casa. A través de una ventana de una habitación osbservó al anciano, tumbado en el suelo de costado y gritando, por lo procedió a revisar todas las puertas y ventanas por si alguna estuviera abierta. Pero no… De ahí que intentara acceder a través de una puerta introduciendo una tarjeta por el método del resbalón, pero tampoco…
«Mi única opción era saltar a una ventana que estaba cerrada y con la persiana bajada, y lo hice. La tuve que abrir con un golpe seco que di con el hombro, pero me caí al interior y me rompí la chaqueta del uniforme». Pero, por fortuna, no sufrió ningún daño.
Una vez dentro, auxilió al señor y facilitó la entrada al domicilio de los servicios sanitarios, quienes le trasladaron de inmediato al hospital Virgen de la Salud, en Toledo…
Un «héroe» que no era la primera vez que lo hacía…
Un masaje cardíaco en Gandía para que un hombre recuperara el pulso
Porque nuestro protagonista había salvado la vida, literalmente, a un hombre en Gandía (Valencia) en verano de 2018. Llegó a la costa en la conocida como Operación Verano, donde agentes de la Guardia Civil, de la Policía Nacional y de la Policía Local van durante unos meses para reforzar la seguridad ciudadana previa petición y concesión.
«Un día vi a un hombre de 45 años tumbado en el suelo que no podía respirar, le faltaba el aire y ya estaba inconsciente. Había sufrido un desvanecimiento en plena calle y comenzó a ponerse morado. Por lo que rápidamente le realicé un masaje cardíaco y recuperó el pulso».
Acción que le supuso el reconocimiento público por parte del Ayuntamiento de Gandía. De hecho, en estos momentos se ha iniciado un expediente para que le concedan una medalla al mérito policial con distintivo azul.
Hace ocho años salvó a un joven de 23 años en Nambroca que se quería suicidar
Y como no hay dos sin tres, Jorge Martínez protagonizó hace ahora casi ocho años, en marzo de 2011, otra actuación que permitió salvar la vida a un joven de Nambroca que se quiso suicidar.
«Una mujer nos avisó de que su hijo se había ido de casa llevándose un cuchillo de grandes dimensiones diciendo que se iba a suicidar por unos problemas sentimentales que había tenido. A través del 112 le localizaron por teléfono y pude hablar con él. Durante la conversación deduje que no se encontraba ya en el pueblo porque yo escuchaba viento y en ese momento en Nambroca no lo hacía. Por lo que debía estar por alguno de los caminos que salen de la localidad. Finalmente le localicé en uno de ellos. Estaba semiinconsciente y tenía cortes en ambas muñecas. Por fortuna, salvó la vida».
Su satisfacción es que años después vuelve a verle por Nambroca «y está muy agradecido por lo que hice por él».
Jorge Martínez es un «héroe» aunque él piense que solo cumple con su trabajo. Es de Toledo y le encantaría trabajar como policía local en la capital regional, aunque el concurso de traslado que lleva años pidiendo aún no ha surtido efecto. Algún día, seguro…
Mientras, él tiene claro lo que le motiva cada día a salir de su casa: «Lo más reconfortante de esta profesión es salvar a personas que se encuentran en situación de emergencia y más sabiendo que no puedes cometer errores. Porque el cumplimiento del deber y el servicio al ciudadano es la premisa, que no se te debe olvidar al ponerte el uniforme cada día».
Por cierto, es policía local porque la vida le llevó a ello… Lleva 15 años en su puesto, pero antes «siempre había conducido camiones de mercancías. Como no tenía tiempo para estudiar, me grabé los temas de las oposiciones en cintas y los escuchaba mientras conducía. Así los memoricé, me presenté y aprobé. Ahora estoy encantado de ser policía local…».
Un ejemplo más de que la realidad supera a la ficción…