«Ya sé que aparento menos edad, pero sin anestesia tengo 62 años. Ja, ja, ja…». Así es nuestro protagonista de la Entrevista Irreverente de esta semana. Paco Vañó Ferre es madrileño, «pero me crié en Valencia, me recrié en Madrid y ahora soy toledano y a mucha honra, aunque los TTV (toledanos de toda la vida) me pongan pegas; ja, ja, ja… ¡Ojo que lo digo en broma!».
Tiene dos aficiones por encima de cualquier otra cosa. La primera, la música, pero a falta de no haber podido ser un profesional de tal arte, se conforma con compartir escenario con sus amigos de la Filarmónica Hermética. Unos amigos que, dicho sea de paso, son unos auténticos cachondos…
La segunda afición, como él mismo dice, «es una cosa rarísima: ordenar. Y ya me da vergüenza porque no sé si es patología, no puedo ver tres elementos homogéneos porque me pongo en seguida a hacer colección. Veo tres tazas, colecciono; tres teléfonos, colecciono…».
Así es este diputado del PP por Toledo en el Congreso madrileño, un hombre que tiene como característica principal que tiene una silla debajo de su culo, así lo dice él, y no en la cabeza. Un accidente de tráfico cuando tenía 21 años tuvo la culpa. Por cierto, a su esposa la conoció porque… ¡Era su enfermera y ya saben que el amor está a la vuelta de cualquier esquina!
Fue concejal una legislatura en el Ayuntamiento de Toledo con José Manuel Molina, se afilió en 1995 «y lo hice por afinidad política y por agradecimiento. Lo dejé durmiente hasta que vendí mi negocio y conocí en una mesa redonda a la secretaria de Asuntos Sociales de Génova. Se me ocurrió decirle que no me gustaba cómo llevaban el asunto de los temas sociales y fue entonces cuando me dijo que me fuera a hablar con ella. Inmediatamente me propuso ir a la asesoría parlamentaria como técnico».
En 2003 fue cuando elegido diputado, el primero que llegaba en silla de ruedas al Congreso de los leones, por lo que hubo que hacer unas obritas para apañar el asunto. Ésta es su tercera legislatura.
Así termina este pequeño resumen de su vida: «He engañado lo suficiente como para que se crean que valgo más de lo que valgo, pero eso no se lo digas a nadie. Ja, ja, ja…»
Dicho y hecho. Yo no lo cuento.
Pero lean, lean…
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«Perdonen que no me levante…». Es una frase suya y ya casi universal.
Déjame que te la explique, porque hay gente que dice que se la quité a Groucho Marx y no es verdad, no se la quité a nadie. La dijo la editora de mi libro, cuando me comentó que por qué no ponía ese nombre al libro que escribí porque es cómo yo me doy a conocer a las mujeres cada vez que me las presentan. Le dije que no lo hacía porque era del epitafio de Groucho y ella me dijo que no, que no figuraba en su epitafio. ¡Se lo dije hasta al Rey! ¡Ni ante el Rey me levanto! Espero que hasta él me sepa disculpar.
Ja, ja, ja… ¿Qué le dijo el Rey?
Ehhhh… Se sonrió como hace… Como buen Borbón tiene simpatía y es natural en las respuestas. Ja, ja, ja… Me dijo que lo entendía.
Y con Aznar, ¿qué pasó?
Con él fue otra anécdota. Yo estaba en el movimiento asociativo y nos recibió en Moncloa cuando gobernaba. Nos pusimos, después de la foto oficial, en una sala. En primera fila estábamos tres personas en sillas de ruedas y detrás gente sorda, ciega… Yo no estaba ni en política. De repente dice que si queríamos tomar un café y yo, que me gusta gastar bromas, le dije: «A nosotros tres, los de la silla de ruedas, si nos trae un tentempié…». Y salta Aznar: ¡Zaplana, tráeles un bocadillo! Le tuve que decir que no. Ja, ja, ja… ¡Hombre, por Dios! No lo entendió a la primera.
Al final, la silla le ha abierto más puertas de las que le ha cerrado…
Sí, sí, sí… He de decir, honradamente, que le he sacado partido a la silla de ruedas. No es que haya abusado de ella, pero ya que no me quedaba más remedio me he hecho su amigo. Alguna vez, cuando las puertas se te cierran, la he utilizado para que me las abran en otro sentido. Hasta mi encanto y atractivo, atractivo entre comillas, ¿eh?, como diputado es ser el diputado de los discapacitados.
Una relación de amor con su silla…
Tampoco es para quererla, ¿eh?
Aparte de usted, ¿quién es el político más cachondo que ha conocido?
Es curioso, me divierte muchísimo, es muy ingenioso, el exministro de Trabajo Aparicio. Los últimos chistes siempre me los cuenta él, pero como tiene ese aspecto de seriecito… Pero es un cachondo mental. Es simpático y salao, aunque da una imagen de seriedad que no es.
¿Y el más aburrido?
No quiero ofender a nadie, pero más que aburrido, creo que hay muchos políticos, de todos los partidos… Quizás Llamazares, que no le veo sonreír nunca. Tengo buena relación con mis 349 compañeros, quizás la silla es más… La silla es una entrada, pero luego…
Entonces esta entrevista no es con su silla, sino con Paco Vañó.
¡Espero que sí! Porque la silla te va a contestar cosas que te van a gustar pero que son mentiras; en cambio Paco Vañó te va a decir cosas que son verdad. La silla es un instrumento, aunque Paco Vañó se asocia a la silla, cosa que yo no quiero. Por eso les digo a mis compañeros que me den algo mas, pero parece que me adjudican la discapacidad, los temas sociales… Y yo pienso en global.
Rajoy, Cospedal… En definitiva, ¿sus compañeros del PP saben que en sus ratos libres se dedica a cantar?
Yo creo que sí… No sé si Rajoy me ha oído, pero Cospedal sí. Vamos, que no sólo me ha oído, sino que la sacamos a bailar hace tres o cuatro años, antes de ser presidenta, cuando tocamos en una comida del partido en Navidad. Fuimos a cantar los del grupo, la Filarmónica Hermética, subimos al escenario y cantamos el pasodoble «María Dolores». Vamos, que mis amigos la subieron al escenario y Cospedal bailó el pasodoble. Y Arturo García-Tizón tocando la bandurria, que la toca muy bien, igual que el laúd; Vicente Tirado no sé si estaba con la pandereta… ¡Todavía tengo la foto por ahí! Y Rajoy lo sabe, porque en estas dos legislaturas, en nuestras fiestecitas yo he cantado delante del grupo parlamentario. ¡Vamos, que Federico Trillo ha cantado un bolero conmigo y cada vez que me ve me dice que lo tenemos que repetir! Yo digo que me dedico a la música y en mis ratos libres a la política. Ja, ja, ja…
Tuvieron que cambiar el Congreso de los Diputados cuando usted llegó.
Se adaptó, sí. Dije al principio que por culpa mía, fue muy comentado que llegara un parapléjico… Al principio pensaba en el follón en el que les había metido y el gasto que suponía, pero luego he pensado que sí, que fue gracias a mí. Pero claro, si no estaríamos todavía igual.
¿La anécdota que más recuerda?
Dos cosas cuento cuando hablo en público y veo que el nivel de atención baja. Primero cuento que en el 71 venía yo de dejar a una amiga en casa, iba con mi coche y tuve un accidente… Entonces la gente… ¡A ver qué ha pasado! Y cuando veo que vuelve a bajar la atención cuento que me ingresaron en el hospital de La Paz, no existía todavía Parapléjicos, y que había una enfermerita recién caída del nido que a mí me gustaba y que hoy en día es mi mujer… Ja, ja, ja… Sé que interesa, somos muy curiosos, no es ninguna crítica.
¿Está de acuerdo con la pena de muerte?
No. Estoy de acuerdo con la cadena perpetua revisable.
Sin trabajo ni prestación, ¿qué estaría dispuesto a hacer para comer?
Mi primer trabajo fue provocar que se convocaran unas plazas para minusválidos, en el año 1985, de conserje telefonista, me presenté y aprobé. Estuve seis meses en la Consejería de Bienestar Social y mira mis anillos, no se me han caído.
¿Prohibiría la prostitución?
Educaría a la gente. Tanto al consumidor como a la ofertante.
¿Cuál fue su primer sueldo y en qué se lo gastó?
15.000 pesetas en 1974 en una empresa familiar de textil en la provincia de Valencia, donde fui a probarme. Entonces éramos inválidos. Y como tenía mucho interés en casarme y no tenía un duro, lo empleé en hacer planes para casarme. Estuve allí 11 años antes de llegar a Toledo. Empecé para probarme tras el accidente y terminé siendo el gerente.
¿Qué personaje histórico le gustaría ser?
Admiro a mucha gente por muchas cosas distintas, pero a uno por todo no. En España hay tres personajes que me han llamado la atención y que me divierten cada uno en su faceta: el escritor Alfonso Ussía, el torero Luis Francisco Esplá y el mago Juan Tamarit. Los juntaría a los tres a comer conmigo.
¿Con qué duerme? Si duerme con algo, claro…
Con nada, a pelo. En pelotas, son muy incómodas las costuras. Es comodísimo, macho.
¿Qué libro está leyendo?
Pues mira, he comprado el último libro de Aznar y le he echado una ojeada.
¿En qué película le hubiera gustado actuar?
En algún musical. Soñé durante mucho tiempo con ser músico. Cantar con George Harrison…
¿Su mayor travesura?
¿Confesable?
Si es inconfesable también me vale…
Te cuento. He sido un sinvergüenza muy sensato. Me explico. Siempre he tratado de buscar justificación a todo lo que he hecho mal e incluso he tratado de persuadir a la gente de por qué lo había hecho. Tengo cara de buena persona, pero soy tan pícaro como cualquier sinvergüenza entre comillas. Pero como tengo poder de persuación y buena labia… No hay una travesura, quizás mi mayor machada fue, con 19 años y en 1969, ir a Estados Unidos a ver a una novia. A Georgia. Había que echarle en 1969… Porque entonces no iba nadie a Estados Unidos.
¿Qué programas del corazón ve?
Ninguno. Odio la televisión esa del corazón.
¿Cuál es la mayor multa que le han puesto y por qué?
No, no… La verdad es que soy muy respetuoso, me jode tanto pagar multas que…
Defínase: ¿de derechas, de izquierdas o de centro?
Pues mira, discutía con mi padre porque yo no era tan entusiasta de Franco como él. No es que fuera recalcitrante… A mí me parecía muy bien la vía Suárez. Nunca entendí que Franco no convocara unas elecciones, aunque él puso los cimientos de la clase media en España. Te cuento esto para que me definas tú, porque yo me definiría de centro, pero es que en España todo el mundo se define así. A medida que me he hecho mayor y he visto las actuaciones de la izquierda… Pues me he ido decantando más hacia la derecha. En la derecha también hay gilipollas con vistas al mar, ¿eh?, pero me decepcionan más los de izquierdas por la falta de coherencia. A mí me interesa mucho la coherencia de los seres humanos.
¿Cree que el tamaño importa?
No, mira, una de las cosas que aquí en España se utiliza mucho es: ¡Este tiene unos cojones…! En primer lugar, no es mérito del tío si a los cojones o al miembro se refiere, porque el tamaño no lo eliges, ni haces pesas, naces con unas características… Segundo, la capacidad de persuasión… En España aún tenemos que diferenciar mucho que sexualidad no es sólo genitalidad. Sexualidad es un concepto mucho más amplio, que empieza desde que entra la chavala esa que te gusta, te ha mirado, la has mirado tú… Dices, jóder, ¡qué buena está! Ahí empieza la sexualidad, no es un acto animal. Hombre, es placentero, no lo voy a despreciar, ¿eh? Ja, ja, ja… Por lo tanto, a mí no me importa.
¿El juego del parchís es cosa de hombres? Se lo digo porque por lo general nos comemos una y contamos 20…
¡El parchís me aburre!
¿Se atreve a decir el lugar más raro donde ha practicado sexo?
¡Es que la cama es tan confortable y cómoda!