A estas alturas de las circunstancias creadas con motivo de la caída del Lehman Brothers (el 15 de septiembre de 2008 la compañía anunció la presentación de quiebra), es obvio recordar que todos creíamos que la mayor fatalidad que le ocurría a la economía española, es que quienes la dirigían en aquel momento, se negaban a la evidencia y cuando la reconocieron esta ya era tarde para explicar que haber adoptado medidas en su momento tampoco hubiera servido de mucho. Porque asumida la realidad explosiva de la burbuja inmobiliaria como línea de flotación, la verdad estaba debajo, se llamaba banca, en España más exactamente Bankia.
Esto, aunque intuido, no lo sabíamos los ciudadanos de a pie, creímos los balances en positivo que ellos daban, los medios de comunicación trasladaban y el Banco de España avalaba. Pero desde luego era evidentes a ojos de algunos políticos del PP y desde luego a conocimiento del señor Rajoy (obvio relatar aquí que el máximo responsable de la hoy Bankia, ayer Caja Madrid, era el exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional y dirigente del PP del señor Aznar, amén de exministro de Economía, señor Rato. Y de cómo llegó a la presidencia de Caja Madrid en ese juego de cianuro y puntilla antigua que escenificaba la rivalidad entre la dimitida presidenta de la Comunidad de Madrid, señora Aguirre y el exalcalde de Madrid, hoy Ministro de Justicia, señor Gallardón). Economía y política supeditadas en su vanidad para tapar sus vergüenzas.
La primera reflexión que se me ocurre es, habida cuenta que el fondo de garantía de la banca cubre los depósitos por titular hasta 100.000 euros, lo que supone que la inmensa mayoría de los depositantes y ahorradores de Bankia (entre los que me encuentro) no perderían sus ahorros, ¿Por qué no se ha dejado caer a Bankia como apuntó un dirigente europeo? La respuesta la dejo a reflexión del lector y del señor Rajoy.
Por el contrario, cuando nos enteramos (¿si es la última verdad?) que esta entidad necesita un rescate por valor de 24.000 millones de euros (de los que ya ha recibido 13.000, a consta de 5.000 despidos), la respuesta del actual gobierno fue una comparecencia del presidente, señor Rajoy (excompañero de cartera ministerial del señor Rato), anunciando lo que con supina ignorancia intencionada llamó, “póliza de crédito por valor de 100.000 millones de euros”, para paliar esta situación y las de otras cajas también gobernadas por dirigentes del PP. Todo ello a cambio de los avales que prestaba la hacienda publica, a cuenta de recortar 10.000 millones de euros en sanidad y… cuantos recortes suman la cifra a cubrir.
Solucionado el problema (el problema de los dirigentes de su partido a cuenta de los recortes y del IRPF de todos los españoles), recuerdo que dijo, “debo estar con la selección española” y… se fue al fútbol. Tampoco era tan extraño, en la historia de España hay jurisprudencia. El 10 de diciembre de 1898, España firmaba el tratado de París por el que se ponía término a la guerra hispano-estadounidense. Mediante dicho tratado España abandonó sus demandas sobre Cuba, Filipinas, Guam y Puerto Rico, que fueron oficialmente cedidas a los Estados Unidos por 20 millones de dólares. El contrato se comunicó inmediatamente al jefe del Gobierno, excelentísimo señor Antonio Maura, que según cuenta las crónicas no estaban en el fútbol, estaba en el palco de Las Ventas viendo una corrida de toros. Eran los tiempos de “Frascuelo y María”. ¿Y estos qué tiempos son?
Expuesto lo anterior, es cierto que en los tres últimos lustros, todas las administraciones públicas se lanzaron a la creación de infraestructuras considerando como ingresos estructurales lo que no era sino especulación inmobiliaria por la Ley del suelo puesta en marcha por el Gobierno de Aznar. Consecuencia de ese desenfreno, cuando la burbuja inmobiliaria estalla, caen espectacularmente los ingresos de todas las administraciones, quedando sin terminar, en unos casos, infraestructuras faraónicas, y en otros, para mantener las existentes y los servicios públicos. Y aparece el déficit.
El hoy presidente Rajoy y por mor el PP, sabían la situación real, la sabían. Sabían la situación europea de primera mano por su homologa de ideología, señora Merkel, y sabían la de la banca por su amigo Rato. Y aun así, se lanzaron a una frenética campaña de desprestigio de España y del gobierno anterior, con el daño que eso hacia a la credibilidad del país y a unas promesas que sabían no cumplirían, por eso las hicieron. “Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir”, dejo escrito Quevedo. Y ahora todo se justifica a cuenta de la herencia recibida (qué herencia la de Castilla-La Mancha, la de Madrid, la de Valencia, la de Murcia…) y como no el déficit…
Lo más obsceno del día en el que Rajoy anunció su paquete de medidas en el congreso de los Diputados con el eco de “que se jodan” por parte de una de sus diputadas, no fueron las medidas que anunciaba, aunque también, lo más obsceno es que no anunció ni una medida fiscal que grabara las grandes fortunas o aumentara el impuesto de sociedades para las empresas con beneficios. Antes al contrario puso en marcha una amnistía fiscal para los defraudadores, incluidos los traficantes de drogas, (era la enésima promesa cumplida al revés de su programa electoral). Luego vinieron el IVA, las pagas extras, el recibo de la luz y el gas, el copago sanitario, la mentira de las pensiones, etc., etc., consumando con ello del mayor fraude electoral de la democracia española contemporánea. En realidad han hecho buena la metáfora de Sodoma y Gomorra, porque al menos allí Dios encontró un hombre bueno, en el programa del PP no hay ni una sola medida que no se haya cumplido al revés.
No es déficit, es ideología. Cuando en vez de crear un Impuesto sobre las grandes fortunas (aumentando con ello la recaudación del Estado en torno a 7.000 millones de euros), se hacen recortes en Educación, eso no es déficit, es ideología. Cuando en vez de grabar con dos puntos, el Impuesto de Sociedades aplicado a las 120 empresas mayores del País (no hablo de la perfumería de la esquina, teniendo por este concepto unos ingresos en torno a 10.000 millones), lo que se hace es poner el copago o dejar sin sanidad a un montón de ciudadanos, eso no es corregir el déficit, eso es ideología. Cuando en vez de dejar caer el banco de un amigo se aumentan dos puntos el IRPF de todos los españoles o se aumenta el IVA de las “chuches”, eso no es por corregir el déficit, eso es ideología. Cuando en vez de poner un Impuesto sobre las Transacciones Financieras, que grave las operaciones sobre acciones admitidas a negociación en mercados secundarios oficiales, se crea una amnistía fiscal para los defraudadores y el dinero negro procedente, entre otros, del trafico de droga… eso no es déficit, eso es ideología. En definitiva, cuando el déficit se corrige sobre las rentas del trabajo y la pérdida de prestaciones sociales, en vez de hacerlas sobre el capital, eso es ideología. Cuando las tasas de justicia para recurrir una multa doblan en valor a la cantidad recurrida, eso no es déficit, es idolología.
En realidad seria prolijo en los apuntes de un artículo de opinión pormenorizar lo que está pasado. Pero en un trazo grueso, lo que está pasando es que este Gobierno se ha puesto a disposición de los intereses del dinero y se ha impuesto cambiar el modelo de sociedad.
Lo capcioso de la situación, es que los votantes del Partido Popular (me refiero a los “naturales”, no a los que lo votaron desde la “ira”), han creído encontrar en este gobierno a “su gobierno”, y no es cierto. Este gobierno es el gobierno de la mal llamada “gran banca” dado lo reducido de sus beneficiarios, de las pólizas de crédito, de los puntos básicos sobre la prima de riesgo que dijeron bajar encontrándosela en 300 puntos básicos, la elevaron a 600 y no la bajan de 400. Y en este gobierno, las profesiones liberales, las clases acomodadas y la pequeña y mediana empresa no entran. Se han servido de la complicidad de sus votos para hacerlas victimas colaterales del daño generalizado.
Después de la segunda guerra mundial en el mundo desarrollado se imponen dos formas de sociedades: la Occidental que dice “yo soy el Estado y como tal me responsabilizo de que mis ciudadanos tenga sanidad, educación, justicia…” y el modelo anglosajón de Franklin D. Roosevelt que dice “yo no existo, la sociedad me hace”, quien mejor lo resumió fue John F. Kennedy cuando afirmó aquello de: “No digas lo que América puede hacer por ti. Pregúntate que puedes hacer tú por América”. Y en eso está el gobierno de Rajoy, desmontando el estado del bienestar a cuenta del déficit, para dejarlo a merced de los mercados.
Es la política de Margaret Thatcher (a la que le bastaron diez años para liquidar la mejor sanidad publica de Europa), que como en tantas otras ocasiones de la historia de España, a nosotros nos llega veinte años después. La pregunta cae por su peso, ¿le dará tiempo a Rajoy de cumplir su hoja de ruta?. Francamente, salvo que la sociedad en su conjunto sepa movilizarse de forma unánime y contundente para frenar una ideología que nos lleva al “sálvese quien pueda”, el gobierno del PP puede hacer en cuatro años lo que a la Thatcher le llevó diez.
Jesús Martín Rodríguez es alcalde de Valdepeñas (Ciudad Real)