Durante el mes de mayo encastillalamancha.es acerca a sus lectores una serie de reportajes especiales mostrando a los principales candidatos de las eleccionesa autonómicas y municipales del 26 de mayo. En este caso hablamos de “las fotos de su vida“. Han sido seleccionadas por ellos y muestran momentos que les marcaron la vida. Cosas sobre los candidatos a la Junta y los aspirantes a alcaldes y alcaldesas que no todo el mundo sabe y fotografías que, en algunos casos, muy pocos han visto.
José García Molina, candidato por Unidas Podemos-IU-Equo a presidir la Junta de Castilla-La Mancha, ha seleccionado dos fotos de su vida» muy significativas.
José García Molina, «aquel maravilloso rock…»
Como lo es la que encabeza este breve reportaje, la de un José García Molina músico. Cuenta que buena parte de su juventud la dedicó a la música moderna, hasta el punto de que formó parte de dos grupos; fue dejando esta afición con el pasar de los años. Hoy en día sus gustos, como oyente, son más tranquilos: el barroco.
El candidato de la confluencia de izquierdas revela que con uno de los grupos cultivó el rock sinfónico; con el otro, una música más popular.
La imagen no tiene desperdicio: sereno, enfundado en unos vaqueros (en la foto, horizontalizada, no se aprecian), un joven músico concentradísimo toca la guitarra. Su look sobrio se completa con una camiseta negra y, como toda concesión a la vistosidad en la apariencia, viste lo que parece un chaleco claro. La foto está sacada un blanco y negro riguroso, bien destacadas, pensadas, las luces y sombras de una escena pausada y reflexiva, que casa muy bien con la intelectualidad propia de aquel rock lúcido, narrativo y ambicioso de los célebres grupos Yes, Génesis y compañía a los que José García Molina cita inevitablemente.
Tampoco puede ser menos significativa la «foto de la vida» de José García Molina como la que aparece más abajo, que tiene todos los aditamentos propios para componer una imagen «entrañable»: El chupete colgado, bien vestidito, la inevitable medallita adosada, el pelo ensortijado, la gorra con visera alzada, la sonrisa al viento de la -quizá- nostalgia, la milagrosa mirada inocente de la infancia que todos hemos esbozado…
El pequeño José hasta posa apoyado, cual jovencísimo profesional aventajado en el juguete que le acompaña, un gran pato con ruedas que mira a la cámara impertérrito, sin saber que pasará a la historia del imaginario sentimental del candidato.