Cuando en 2010 se conocieron los ingresos de María Dolores de Cospedal, en torno a los 240.000 euros anuales, el PSOE pensó haber encontrado el arma que buscaba sin éxito para detener el imparable ascenso de la líder del PP castellano-manchego hacia la presidencia de la Junta.
No fue suficiente, pero el PSOE se empleó a fondo y a la secretaria general del PP, cargo por el que percibía prácticamente dos tercios de sus ingresos, fue objeto de duras críticas por parte de los socialistas de toda España. Y aún lo sigue siendo. Y de muchos ciudadanos.
Recuerdo perfectamente cómo por aquellas fechas su círculo de confianza en el PP se lamentaba. No tanto por las críticas del PSOE como por la falta de apoyo y solidaridad de los dirigentes «populares». Prácticamente nadie de renombre salió a dar la cara por ella.
«¡Con los salarios que se cobraban en Génova! ¡Todo el mundo! Es la secretaria general que menos cobra, con diferencia».
Comentarios como éste podían oírse a modo de quejidos y lamentos, porque nadie quería dar la cara por la secretaria general y contar la verdad de cómo eran las cosas antes, quizás para evitar que se le hiciese la pregunta de «y tú, ¿cuánto cobrabas?».
Así que Cospedal se quedó a solas con su vela y ha ido arrastrando críticas hasta estas mismas fechas, incluida la torpeza de publicar su declaración de rentas y bienes el 31 de diciembre. La próxima no dará tanto que hablar porque será la de una de las presidentas autonómicas que menos cobra… Pero ya será 2014 y hasta entonces…
No sé si aquellos comentarios que cito llevaban implícito el conocimiento de los sobresueldos que, al parecer, dirigentes del Partido Popular cobraron durante años, pagados la gran mayoría por su contable de toda la vida, el trendic topic de todos los tesoreros conocidos, Luis Bárcenas. Pero el caso es que las revelaciones de la prensa durante estos días a mí me han recordado aquellos lamentos.
Tampoco sé si cuando el viernes la secretaria general del PP dijo eso de que «cada uno aguante su vela» pensaba en la que ella ha llevado en solitario frente a las críticas tras conocerse sus ingresos (la ley castellano-manchega obliga a ello). Igual que ha portado prácticamente solitario y en silencio la vela de la lucha contra la práctica de los sobresueldos y el apartamiento de Bárcenas, el hombre que hace temblar los cimientos del PP y de sus nombres más conocidos.
Cospedal no soltará su vela, pese a que se encuentra en una encrucijada y ante su misión más difícil. Si juega sus cartas con habilidad y resiste lo suficiente puede ser la única vencedora de la historia. O sea, la única vela de todos los protagonistas de este culebrón que acabe teniendo luz y no alumbrando un entierro.
Antes tendrá que pasar el calvario de ver a su partido sometido a la censura de la opinión publicada y de los ciudadanos si se confirman judicialmente las revelaciones de la prensa. Y tendrá que encontrar el punto en el que ella para los ataques para que no le lleguen a Mariano Rajoy sin quemarse en el intento.
La aristocracia del PP, o buena parte de ella, puede haber estado en lo de los sobresueldos. El daño para el PP quizá sea histórico, pero Cospedal puede salir adelante si actúa con transparencia, frialdad e inteligencia.
Dado que ella fue el muro que puso Rajoy para estrellar a Bárcenas y sus prácticas, ante los militantes la postura de Cospedal se acabará valorando más que la de Esperanza Aguirre y su mal disimulado intento de derribo a Rajoy o ese lavado de manos a lo Pilatos de Soraya Sáenz de Santamaría con su «yonosénadaniquierosaberlo», que pareció querer decir en la rueda de prensa del Consejo de Ministros cuando fue preguntada por el asunto.
Antes tendrá que cumplir su palabra, llegar hasta el final y colaborar con la justicia. De momento se ha puesto el traje de faena para cumplir con la misión más difícil que ha tenido que afrontar como secretaria general.
Puede ganar, pero no será fácil. El peligro es cierto y las velas, todas, queman.