El juicio celebrado hoy en Toledo contra Iris G.P., de 21 años, por agredir con un cuchillo y una catana a su expareja, Beatriz P.A., de 20 años, hace un año en Sonseca, ha puesto de relieve los celos que sentía la acusada hacia la víctima y también la dependencia emocional de ésta hacia la inculpada, a pesar de los malos tratos y las amenazas de muerte.
Durante la vista oral celebrada hoy en la sección primera de la Audiencia toledana, la acusada, en prisión provisional, ha reconocido que los celos desencadenaron su reacción al coger el cuchillo, pero, que en ningún momento le tocó el cuello con el arma con intención de matarla, sino, que solo quiso asustarla y amenazarla.
«Si hubiera querido matarla la hubiera matado, pero, la quería», ha dicho la inculpada, quien también ha reconocido a preguntas de las acusaciones que no asumía que Beatriz «perteneciera» a otra persona que no fuera ella.
Iris ha dicho también al tribunal que fue la víctima quién se autolesionó «sin querer» al arrebatarle el arma y que el día de los hechos, la mañana del 6 de enero de 2012, se enfadó al comprobar la forma tan «cariñosa» con que hablaba por teléfono con otra persona.