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viernes, 22 de noviembre de 2024
de la mano de la Fundación Juan Bonal 06/10/2019noviembre 2nd, 2019 - Toledo

Sus ganas de ayudar a los demás las llevó hace poco a coger un avión rumbo a la India para «salvar» una empresa textil en pérdidas compuesta por 40 trabajadoras. Las dos toledanas protagonistas de esta historia, de la mano de la Fundación Juan Bonal e inspiradas en el espíritu misionero que tan de cerca conocieron en el colegio de las Hermanas de la Caridad de Torrijos (Toledo) donde estudiaron, son las empresarias Cristina de Torres y Asunción Díaz, dos mujeres que nunca imaginaron lo que sería convivir con las seis monjas de esta congregación del pueblo indio de Pampanvilai que gestiona la fábrica, a cuyo cargo viven también 21 mujeres con discapacidad de las que aprendieron la cruda realidad de un país en el que la mujer es fácilmente abandonada, maltratada…


Emocionada aún por lo que vio allí, Cristina de Torres -responsable de la academia de inglés BB Academy- ofrecía a encastillalamancha.es un testimonio difícil de narrar sin lágrimas en los ojos. «Fue muy duro encontrarnos de bruces con las historias de estas 21 personas», comentaba. Historias como la de una mujer con una lesión medular provocada por los maltratos de su marido, quien acabó abandonándola en un hospital; la de Eva (nombre ficticio), una joven que, al mes de casarse, «fue devuelta y abandonada porque ‘no valía'»; o la de Marta, que fue recogida en la calle caminando desnuda sin rumbo.

En los rostros y miradas de estas mujeres pudieron comprobar el sufrimiento por el que han pasado, también los problemas mentales que muchas de ellas acarrean. Y con esta imagen muy presente en sus cabezas, al aterrizar en España tanto Cristina de Torres como Asunción Díaz se pusieron pronto a trabajar en una manera de ayudarlas: un programa de apadrinamiento que está pendiente del visto bueno de la Fundación Juan Bonal.

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No es el único empeño que tienen ya que hasta India fueron con el propósito de intentar reflotar una empresa textil que da de comer a 40 familias y que fue creada por las monjas en 2004, después del tsunami, para que sirviera de sustento económico a familias desprotegidas y de apoyo a la casa de acogida para mujeres abandonadas. Su objetivo ahora es encontrar clientes, para lo cual ya se han puesto en contacto con responsables del Ejército español. «La idea es que, además de la ropa para sacerdotes e iglesias que ya confecciona, la fábrica haga prendas militares».

Tanto esta empresa textil como las 21 mujeres con discapacidad -algunas de las cuales son trabajadoras también de la factoría- dependen de seis religiosas «increíbles», monjas que -según relataba Cristina de Torres- dedican su vida a sacarlas adelante, una labor en la que imprimen todo su cariño.

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