Aunque las encuestas de hoy pueden ser solo un recuerdo pasado mañana, lo cierto es que los partidos toman decisiones para el futuro inmediato basándose en los pronósticos actuales, incluso sabiendo que las cosas quizás salgan completamente diferentes en plazos muy cortos.
Pero no hay partido ni líder ni gurú electoral que soporte una serie de malas encuestas. Y aunque todo el mundo sabe que de cara a las elecciones generales del 10 de noviembre quedan sucesos importantes por venir y que serán estos más que los actuales los que marquen la campaña y probablemente el voto definitivo, el temor a un castigo por errores e irresponsabilidades pasadas va andando camino y reforma estrategias.
Ciudadanos, del «no es no» al casi que sí a Pedro Sánchez
El cambio más radical de postura -por el momento- desde la convocatoria electoral del 28 de abril a la actual es el de Ciudadanos. Albert Rivera ha pasado del «no es no» a Pedro Sánchez al ahora casi seguro que sí. Tras referirse a Sánchez durante meses como el líder de una banda formada por los socialistas, Podemos y los independentistas, la famosa «banda de Sánchez», Cs y Rivera aseguran ahora que la ingobernabilidad no será cosa suya si depende de sus votos. ¿Por qué antes España no era gobernable y ahora sí? Supongo que por las encuestas.
PP, de la España cañí a la moderación
No menos importante es el giro del PP de Pablo Casado, solo que este empezó antes. Casado tuvo más reflejos que Rivera tras comprobar en sus propias carnes que los partidos se hacen mayoritarios tirando hacia el centro y no en dirección a los extremos. Le pasó al PSOE con Podemos, que a medida que los socialistas se iban podemizando se iban desangrando en las urnas. Y Casado repitió el error con Vox: en vez de renunciar a una parte, su electorado de extrema derecha, casi se deja el todo; es decir, el resto de sus votantes.
Las listas son la primera prueba de que el PP abandona el folclore, la España cañí y los personajes del trending topic para regresar a la moderación del PP de Mariano Rajoy y Soraya Sánchez de Santamaría, rescatando alguno de los nombres más relevantes en la etapa anterior.
Casado, después de varios meses de al PSOE ni agua, acaba de declarar: «Si ganamos, desbloquearé el Gobierno, incluso con el PSOE», en una entrevista publicada hoy el diario «El Mundo». A mí me parece que eso es abrir la puerta a acuerdos de Estado si las cosas se quedan entre dos, PP y PSOE, tras el 10-N, aunque ganen los socialistas. ¿Por qué antes España no era gobernable y ahora sí? Supongo que por las encuestas.
PSOE, del relator a la Ley de Seguridad Nacional
Los socialistas giraron antes. Mucho antes. Y lo cosecharon, aunque no en cantidad suficiente para gobernar sin necesitar a los independentista incluso aunque hubieran tragado con las exigencias extremas de Podemos. El «relator» fue el punto de inflexión que llevó al PSOE de Pedro Sánchez a pasar de tener una reunión bilateral con la Generalitat, de Gobierno de España a Gobierno de Cataluña, de presidente a president, a afirmar una día sí y otro también que el artículo 155 de la Constitución y la Ley de Seguridad Nacional están listos para ser utilizados si la sentencia del procés devuelve el desorden y el desafío inconstitucional a Cataluña.
Sánchez ya pasó del «no es no» al PP de Mariano Rajoy, que le costó la Secretaría General del PSOE, a pedir a los «populares» lo mismo para no bloquear su investidura y, consecuentemente, la formación de Gobierno.
Podemos, del Gobierno de coalición al «yo acuso»
En este panorama de rectificaciones queda por ver hasta dónde llega la irrupción de «Más País» de Íñigo Errejón y qué tipo de campaña hace Podemos hacia el PSOE. Tras la ruptura total entre socialistas y podemitas, falta por saber qué tono final utiliza Pablo Iglesias para hablar de Pedro Sánchez y el PSOE hasta el 10 de noviembre. Si regresa a la necesidad de un gobierno de coalición para hacer políticas de izquierda en España o se mantiene en el «yo acuso» a Pedro Sánchez de querer pactar solo con la derecha de Ciudadanos y PP.
Vox, encantados en el extremo derecho
Mientras, Vox se queda prácticamente con todo el campo de la extrema derecha para ellos y Santiago Abascal y Javier Ortega Smith parecen encantados con la situación.