Hace tres años este escultor dejó su puesto de profesor de Bellas Artes en la universidad madrileña para dar un giro de 360 grados a su vida. Lo hacía de la mano de un proyecto empresarial, «Cobardes y Gallinas», tan original en su nombre como en su cometido. Grandes restaurantes de Madrid -unos cuantos reconocidos con estrellas Michelin- se rifan los huevos que salen de su granja de Paredes de Escalona (Toledo), donde actualmente tiene 1.500 gallinas de razas autóctonas que viven en libertad.
Curro Ulzurrun -que así se llama este artista lanzado a la aventura- explicaba a encastillalamancha.es que «la marca va por delante de la producción» ya que son diarias las llamadas que recibe a las que tiene que decir «no». Incluso ha hecho una lista de espera de restaurantes que están deseando recibir unos huevos de los que todos destacan su calidad.
Esa calidad fue lo que apreció rápidamente el chef Juanjo López, de «La Tasquita de Enfrente», de Madrid. A partir de suministrarle a él, Curro Ulzurrun se hizo hueco en las cocinas de otros grandes: Ricardo Sanz, de «Kabuki»; Rodrigo de la Calle, de «El Invernadero»…
El éxito le ha llegado sin gastar un solo euro en marketing y publicidad. Lo suyo ha sido resultado del boca a boca. Tanto es así que el nombre de «Cobardes y Gallinas» ha viajado a oídos de cocineros de todo el país, quienes le piden que amplíe su producción. Esta encomienda no es fácil ya que en Paredes de Escalona las gallinas viven en libertad y no son forzadas a poner huevos, como ocurre en el 99,7 por 100 de las granjas, donde las gallinas son industriales.
Para intentar llegar a esta demanda, Curro Ulzurrun -que ya puso en marcha en la provincia de Ciudad Real, en Fontanosas, una granja de cría- trabaja en abrir otra más en Galicia. Además, recientemente ha incorporado 1.000 gallinas a la de Paredes de Escalona, localidad en la que su apuesta también pasa por colaborar con la gente del pueblo que tiene gallinas «y echarles una mano».
Explica que su manera de hacer las cosas nada tiene que ver con las granjas de gallinas industriales. En primer lugar, no puede tener demasiadas aves. En segundo lugar, su producción -al no forzar a los animales- es más variable e inferior. «Se estima que 1.000 gallinas industriales dan al día 900 huevos»; «yo aquí unos días tengo 500, otros 400, otros 250…». En este sentido, «nuestros restaurantes saben que puede que haya momentos en los que no les llegue ni un huevo». A cambio, los que reciben son de gran calidad y sabor.
Curro Ulzurrun comenzó con el negocio en una finca de Torrelodones en la que tenía 200 gallinas. Los requisitos que le imponía Sanidad para ampliar la instalación le llevó a Paredes de Escalona. Pronto se dio cuenta de por qué apenas nadie se dedica a este tipo de producción de huevos: «es difícil que salgan los números» y eso a pesar de estar convencido de que podría dar salida a todos los huevos que quisiese.
Echa de menos ayudas al sector. «Somos el país con más razas autóctonas» pero «no te ayuda nadie». La realidad hace que, a sus 60 años, se tope con días en los que se plantea dónde se ha metido, máxime cuando -reconoce- «no tengo mentalidad de empresario».
La ilusión por hacer algo que no hace nadie y sus ganas de alejarse de una vida -la de profesor de universidad- que no le satisfacía es lo que le empujan a mantener un negocio cuya producción, no obstante, no ha tenido dificultad para posicionarse en el mercado de los grandes chefs.