La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Toledo ha condenado a siete años y 15 días de prisión a Iris G.P., de 25 años, por intentar matar con un cuchillo de cocina y una catana a su expareja, Beatriz P.A., de 24, hace un año en Sonseca (Toledo). Según la sentencia, hecha pública por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, la acusada ha sido condenada a seis años y tres meses de prisión como autora de un delito de asesinato por alevosía en grado de tentativa y a otros nueve meses y 15 días por otro delito de quebrantamiento de condena.
La condena impuesta es casi seis años inferior a la que solicitaba la Fiscalía, de 12 años, diez meses y 15 días de prisión, además de trece años de alejamiento.
En este último caso la pena también es menor, ya que ha sido condenada a la prohibición de aproximarse a B.P.A. a una distancia menor de 500 metros y a comunicarse con ella en los próximos ocho años.
También ha sido condenada a pagar una indemnización a la víctima de 390 euros en concepto de lesiones y de 5.000 euros por daños morales.
Los hechos ocurrieron el 6 de enero de 2012 cuando la acusada llamó de forma reiterada por teléfono a su excompañera sentimental, B.P.A., para concertar una cita y «despedirse» de ella y todo a pesar de conocer que tenía una prohibición judicial de acercarse a la víctima.
Así, finalmente la víctima acudió el 6 de enero a la vivienda de I.G.P., situada en Sonseca (Toledo), y mientras ambas tomaban el desayuno y conversaban sobre los regalos de Reyes, de «manera repentina y súbita», y privando a B.P.A. de toda posibilidad de reacción, la procesada cogió un cuchillo de doce centímetros y medio de hoja y tras espetarla que las promesas se cumplían, le asestó una puñalada en el cuello.
Esta agresión le causó un abundante sangrado y mientras se tapaba la herida imploraba a la acusada que no la matara, pero, no obstante, la inculpada cogió una catana de 44 centímetros de hoja que tenía colgada en la pared y mientras la víctima permanecía de espaldas en el suelo la golpeó al menos en otras dos ocasiones, abandonando a continuación el lugar.
Durante el juicio celebrado hace dos semanas, se pusieron de relieve los celos que sentía la acusada hacia la víctima y también la dependencia emocional de esta hacia la inculpada, a pesar de los malos tratos y las amenazas de muerte.