Para el espectador cinematográfico de a pié, el nombre de Pedro Solís no debe resultar muy conocido y, sin embargo, habrá pocos profesionales del cine español que, en un par de años, hayan participado en tres producciones aspirantes a los Premios Goya, como es el caso de este director de producción y cineasta alcarreño, ganador de un premio de la Academia en 2011.
Solís, hijo de andaluces emigrantes y residente en Guadalajara desde que tenía tres años, ganó el premio al mejor cortometraje de animación en 2011 por ‘La Bruxa’, y este año cuenta con dos películas en las que ha participado como director de producción entre las nominadas a los Goya.
Se trata de ‘Tadeo Jones’, la película de animación española más taquillera de la historia y que ha conseguido el hito de alcanzar cinco nominaciones en esta edición -entre ellas mejor dirección novel y guión adaptado-, y el cortometraje ‘La Mano de Nefertiti’, directamente vinculado a este albañil reconvertido en intrépido explorador.
Al igual que el célebre personaje, Solís, de 44 años, comparte un origen profesional muy distinto a la actividad que desempeña en la actualidad: Si Tadeo Jones dejó el andamio para lanzarse a recorrer el mundo en busca de aventuras, Pedro dejó un trabajo fijo como técnico electrónico para acabar produciendo aventuras animadas.
«Comencé tarde, tenía 30 años cuando decidí dejar mi puesto fijo y lanzarme al mundo de la animación, primero como modelador, realizando infografías y después en una empresa de videojuegos, donde hicimos Torrente», señala este orgulloso padre de dos niños (uno de ellos con parálisis cerebral severa) y hermano mayor de Juan Solís, también inmerso en el mundo de la animación y en la actualidad trabajando en Disney.
Resulta curioso que fuera Torrente, otro taquillero personaje, el que sembrara el germen de Tadeo Jones, puesto que en la elaboración de aquel videojuego acabó conociendo a Enrique Gato, padre de la criatura y nominado en la gala de mañana a mejor director novel.
Los dos, Gato y Solís comparten de una forma u otra la paternidad, al menos así lo considera este último, que dice que Tadeo Jones es «como un hijo» que les ha dado muchas satisfacciones y que ha cambiado mucho en los últimos diez años.
«Se ha puesto a régimen y ha conseguido una imagen más rejuvenecida», comenta sonriente sobre la evolución de su criatura en los últimos años.
El nuevo reto del personaje es alzarse mañana con el Goya a la mejor película de animación, aunque, en este sentido, Solís ya considera un hito que haya conseguido cinco nominaciones y dice sentir más ilusión ante la posibilidad del Goya para Enrique Gato.
Tras más de diez años consagrados a esta profesión y a este personaje, asegura que la animación es muy complicada y requiere muchísimo tiempo y paciencia, y pone como ejemplo su próximo cortometraje, «Cuerdas», cuya producción va a durar aproximadamente dos años y que quiere estrenar en mayo.
Sobre el salto al largometraje no quiere ni oír hablar, precisamente por haber trabajado codo con codo con Enrique Gato, al que ha visto entregarse «doce horas diarias durante cuatro años».
Sin embargo, cree que la recompensa merece la pena, y afirma al respecto: «Yo como de ello, no me puedo quejar. Creo que este trabajo está cada vez más reconocido. Ahora, muchos inversores están mirando con otros ojos al cine de animación».
El precio que paga a nivel de tiempo lo cubre con la pasión y la satisfacción de trabajar en lo que le gusta y también con la «normalidad» con la que lo llevan su mujer y sus dos hijos.
La misma pasión que tiene puesta en «Cuerdas», que califica como «una historia preciosa de amistad de unos niños en un colegio» y en la que se ha volcado porque le toca «muy de cerca».
Solís no siente nervios ante la gala de mañana, le basta con el reconocimiento del público, que considera lo más importante, y en este sentido Tadeo Jones lo ha logrado con creces, tras haber alcanzado la distribución en más de 50 países.
Y, a pesar de que dice desconocer el secreto de este éxito, al final apunta una de las claves: «planteamos una película que gustará tanto a los niños como a los padres, que son los que luego aguantan en casa una y otra vez lo que le piden los hijos. Y yo creo que lo conseguimos».