Ya sé que es muy fácil decirlo y que resulta obvio. Pero a veces, en política, tienden a olvidarse de lo obvio, rebuscar y retorcer soluciones que, en realidad, pasan por lo evidente y se vaga por caminos imposibles cuando lo que hay que hacer lo tenemos delante de nuestras narices.
Algo similar parece estar haciendo el PP, mayoritariamente, al afrontar el caso Bárcenas. Está claro que debieron cambiar a su tesorero hace mucho tiempo. Pero no lo hicieron.
Está claro que no debieron permitirle utilizar servicios o despachos del partido desde que le echaron. Pero optaron por otro camino y fue un error. Otro más.
Está claro que en cuanto saltaron las alarmas de la Gürtel debieron despedirle de inmediato y sin más indemnización de la que legalmente correspondiese, pero parece que alguien pensó que era mejor intentar comprar su silencio y volvieron a errar. Otra vez más.
Está claro que tuvieron que haber demandado al extesorero nada más aparecer los papeles de Luis Bárcenas en El País. O dimitir si los daban por ciertos. Pero no lo hicieron. Parece ser que hoy mismo presentarán la demanda casi todos los mencionados en los papeles, menos la secretaria general, María Dolores de Cospedal, que se adelantó una semana y que parece la única decidida a coger el toro por los cuernos.
Hoy van a acudir al juzgado todos, todos menos el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en mi opinión, el primero que debería haberlo hecho, porque de él se espera más ejemplaridad y contundencia que de nadie.
El PP no puede, o por lo menos no debería poder, controlar el desarrollo del caso Bárcenas en los tribunales, pero sí que hubiera sido posible ganarse la credibilidad de la opinión pública actuando de otra manera.
Sin embargo, a tenor de lo que publican las encuestas de los periódicos que han interrogado por estas cuestiones, la ciudadanía ya ha condenado al PP, pase lo que pase en los juzgados. Porcentajes del 80 por 100 de españoles piensan que el extesorero hace chantaje al PP y que el Partido Popular tiene cosas que ocultar en ese asunto o al menos algunos de sus más relevante dirigentes.
La opinión pública ha condenado al PP, incluidos sus votantes, en un porcentaje altísimo. Y parece que esto aún está empezando. O el PP cambia de estrategia y coge el toro por los cuernos, apartando a quien corresponda, sea quien sea o caiga quien caiga, o puede que cuando quieran reaccionar ya no estén a tiempo, porque aunque las cosas les salieran favorables en los juzgados ya habrían sucumbido a la «pena de telediario».
Contundencia y ejemplaridad. Es lo obvio. Y el único camino.