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viernes, 22 de noviembre de 2024
Parte del equipo multidisciplinar que realizó, con éxito, una operación complicada en un parto de alto riesgo por acretismo placentario.
Parte del equipo multidisciplinar que realizó, con éxito, una operación complicada en un parto de alto riesgo por acretismo placentario.
Por acretismo placentario - 10 enero 2020 - Guadalajara

Trabajaron, de forma conjunta, los servicios de Ginecología y Obstetricia, el de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor, y el de Angiología y Cirugía Vascular y Endovascular, además del de Pediatría «y la imprescindible participación de Enfermería. Todos ellos del hospital de Guadalajara.

Finalmente, la madre dio a luz a su hija y ambas se encuentran en perfecto estado.


El acretismo placentario es una fuerte adhesión de la placenta en la pared del útero, «que conlleva un elevado riesgo de sangrado en el parto que podía poner en peligro la vida de la madre y del bebé. Fue todo un desafío», tal y como ha recalcado la jefa de servicio de Ginecología, María Jesús Cancelo, «siendo cada vez más frecuente y presentando importantes dificultades en su diagnóstico y su manejo clínico».

Porque el acretismo placentario puede traer consigo «una elevada tasa de complicaciones tanto para la madre como para el feto relacionadas con el sangrado masivo que puede ocasionar y que se relaciona con problemas de coagulación, fallo de órganos e incluso la muerte fetal o materna».

Trabajo multidisciplinar en el hospital de Guadalajara

De ahí que un diagnóstico rápido del problema es fundamental, «por ello tenemos que destacar la pericia del equipo de ecografía ginecológica, que representa la doctora Ana Zamora, quienes sospecharon que podía existir este problema al comenzar el segundo trimestre de gestación, lo que permitió iniciar el control exhaustivo durante la gestación y programar el momento del parto».

O el trabajo de la doctora María Martín, quien ha coordinado a un gran número de profesionales, y ha decidido cuándo finalizar la gestación y llevar a cabo el parto, considerando la madurez fetal y el bienestar del bebé fuera de la madre. El objetivo era reducir el riesgo de sangrado masivo durante la cirugía y mantener la estabilidad hemodinámica, por lo que se ha hecho imprescindible la colaboración de los servicios de Anestesiología y Cirugía Vascular, quienes colocaron un balón de oclusión aórtico mediante una novedosa vía de abordaje para no dificultar el trabajo de los ginecólogos durante el parto, balón que permitía controlar el riesgo sanguíneo reduciendo el riesgo de sangrado durante la cirugía».

Tampoco se podía emplear anestesia general en la madre para que el bebé no resultara afectado, por lo que se utilizó anestesia local.

Una vez nacido el bebé, se empleó cirugía en la madre para extraer la placenta junto con el útero, pasando de anestesia local a general y controlando el riego para evitar el sangrado, devolviéndolo cada 10 minutos para que la sangre llegara a las piernas de la madre.

Cirugía que fue de alta complicidad por el aumento de los vasos sanguíneos o la fibrosis inducida por la anormal invasión de la placenta. Cirugía que fue llevada a cabo, con éxito, por las doctoras María Marín, Laura Barrera y Yanire Navas, con la colaboración del servicio de Enfermería.

Y el inestimable trabajo del doctor José Ramón Rodríguez, del servicio de Anestesiología; de la doctora Ana Aldea, de Pediatría; y de la doctora Mercedes Guerra, de Angiología y Cirugía Vascular y Endovascular.

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