viernes, 22 de noviembre de 2024
Catedral de Toledo. Foto: Ismael Herrero/EFE
A 50 metros del suelo - 12 enero 2020 - Toledo

Las obras de restauración de la fachada de la torre de la Catedral de Toledo, basadas en una labor minuciosa y al detalle, serán garantía de conservación durante los próximos siglos para este elemento patrimonial de la Ciudad imperial.

A 50 metros del suelo -una distancia equivalente a la planta 18 de un edificio- y en un recorrido de descenso por la obra, el arquitecto conservador de la Catedral, Jaime Castañón, destaca que el efecto que supondrá la misma es «incalculable» pero confía en que, al menos, sirva con seguridad hasta más de 100 años.


Zonas que no se habían tocado nunca

En declaraciones a Efe, Castañón señala que hay zonas de la torre que no se habían tocado nunca, puede que desde hace más de 500 años, por lo que además de contribuir a su conservación durante los próximos siglos, esta restauración también despeja cualquier peligro de desprendimiento, como el ocurrido en octubre de 2018 y cuya piedra ha sido reutilizada en la obra.

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Entre 800.000 y un millón de euros costará finalmente la intervención que dio comienzo el 4 de agosto de 2019, tras un mes y diez días de montaje de andamios alrededor de toda la torre, una tarea que arrancó el 26 de junio.

Aunque la obra ha requerido algunas modificaciones, también presupuestarias, sobre todo en relación a la rejería que rodea las campanas, sin embargo avanza al ritmo previsto y «lo más gordo ya está hecho», afirma Castañón, de manera que las partes más complicadas de la obra ya han sido superadas.

De hecho, resalta que ya se ha ejecutado más del 50 % de la obra y asegura que lo que queda, aproximadamente media torre, será un trabajo más rápido y que podrá realizarse «con mayor tranquilidad».

Una decena de personas ha trabajado de manera constante desde el inicio de la restauración, en la que también han intervenido, en los momentos precisos, herreros o canteros, gente «muy calificada y preparada» que ha trabajado en otras ocasiones con la Catedral Primada, especifica el arquitecto conservador.

Asegurar la fachada de la catedral de Toledo

La parte más complicada ha sido la ya realizada -no incluye la parte más alta de la torre que ya se restauró en los años 80- porque el objetivo era asegurar, hacia abajo, toda la fachada de la torre que durante más de cinco siglos se ha ido lavando con el agua que ha ido erosionando, hasta eliminar en algunos casos, la unión de las piedras (el mortero de cal).

Es, según explica gráficamente Castañón, «como la dentadura de una persona mayor en la que quedan sueltos todos los dientes porque no tiene el elemento de unión».

Altura y agua, una combinación peligrosa en las obras

Si bien la altura es la principal dificultad que entraña una obra de estas características, el agua es el elemento más peligroso, aunque también es bueno, porque lava la piedra pero a la misma vez penetra en ella y la desgasta y descompone.

Por ello, una de las actuaciones en la obra se ha centrado en las cornisas de la torre, que no solo son decorativas sino que ayudan a sacar el agua, las cuales han sido limpiadas primero de excrementos de paloma y vegetales, y posteriormente de costras y suciedad producida por la mezcla de agua y polvo que provoca un color negro.

Una vez limpio, concreta el arquitecto de la Catedral, se rejunta la piedra con mortero de cal y si alguna piedra está muy estropeada o ha perdido volumen o se sustituye o bien se cose, si existen grietas para que no se estropee más, y se remata con una capa de consolidante y un hidrofugante para evitar que penetre el agua y conservarla durante mucho más tiempo.

Además, algunas cornisas han sido protegidas con plomo con el fin de que el agua no escurra por toda la fachada.

No obstante, lo que ha ralentizado más esta fase de la obra han sido las rejas que rodean las campanas, algunas muy dañadas y oxidadas que han tenido que ser reforzadas o sustituidas.

En relación a los elementos utilizados, ofrece más detalles el restaurador Antonio Sánchez-Barriga, quien en declaraciones a Efe durante la visita a las obras hace hincapié en el objetivo de recuperar la imagen que podía tener la torre antiguamente a través de la limpieza y colocación de pátinas de tonos que provoca una imagen más uniforme.

«No se puede utilizar la misma piedra pero sí igualar muchas de las zonas», señala Sánchez-Barriga.

En definitiva, «no es un trabajo difícil pero sí es para hacerlo con mucho orden, detalle y no dejándonos nada atrás y cuidándolo mucho para que realmente esté bien acabado», completa Javier Castañón sobre la restauración.

En cuanto a los plazos, el equipo de obra espera haber concluido a principios del mes de mayo para revisar y que todo esté listo y la torre «perfectamente acabada» para el Corpus Christi 2020, que este año se celebrará el 11 de junio.

Un reportaje de Silvia Bejarano.

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