«La fertilidad en la mujer, además de por otras causas, está fuertemente condicionada por la edad. El buen funcionamiento de los óvulos se mantiene hasta los 35 años, de los 36 a los 38 decrece gradualmente y a partir de los 39 el descenso funcional es muy acusado. Es por esto por lo que, ante la necesidad o el deseo deliberado de posponer la maternidad, resulta recomendable adelantarse al envejecimiento de los óvulos acudiendo a un centro especializado en reproducción humana asistida para recibir asesoramiento sobre la posibilidad de preservar la capacidad reproductiva.
Actualmente, la preservación de la fertilidad en la mujer se puede conseguir congelando óvulos o congelando embriones. Cada una de estas estrategias presenta ventajas e inconvenientes que deben ser tenidos en cuenta antes de optar por cualquiera de ellas.
Muy brevemente, mientras la congelación o criopreservación de óvulos podría ser la estrategia indicada en mujeres sin pareja estable, cuando la mujer tiene una pareja que comparte su proyecto reproductivo, la criopreservación de embriones sería la estrategia de elección por cuanto el rendimiento de los embriones frente al proceso de congelación y posterior descongelación es mayor que el de los óvulos.
La criopreservación de tejido ovárico también permite conservar la fertilidad aunque aún es considerada una técnica en fase experimental.
Por la complejidad y la importancia que tiene el hecho de retrasar la maternidad, es importante no retrasar la decisión y tomarla siempre con el consejo directo de un profesional especializado en técnicas de reproducción asistida».
Antonio Alcaide Raya es embriólogo de ReproFIV, clínica especializada en técnicas de reproducción asistida