En Castilla-La Mancha en torno al 3,4 por 100 de los adolescentes son víctimas diarias de ciberbullying -o ciberacoso-, siendo el acoso más frecuente la exclusión, mientras que las humillaciones representan un 0,4 por 100 y los insultos y amenazas un 0,2 por 100. Así lo ponía de manifiesto el profesor de la UCLM, Santiago Yubero, quien junto con los docentes Anastasio Ovejero, de la Universidad de Valladolid, y Peter K. Smith (GoldSmiths College, Universidad de Londres) –considerado el mejor investigador el mundo en este campo-, ha coordinado el libro «El acoso escolar y su prevención».
Yubero explicaba a encastillalamancha.es que el ciberacoso va en aumento a medida que se van produciendo avances en las TIC, un fenómeno en el que Castilla-La Mancha se encuentra en el mismo nivel que otras comunidades y España en el de otros países, «algo que no debe restarnos preocupación porque todavía queda mucho por hacer para reducir este tipo de conductas violentas».
El profesor de la Universidad regional –catedrático de la Escuela Universitaria de Psicología y decano de la Facultad de Ciencias de la Educación y Humanidades- pone el acento en que «todavía hay quien piensa que no existe acoso si no hay violencia física». Sin embargo, añade que las formas más habituales de acoso son la violencia verbal (insultos, hablar mal del otro, transmitir rumores…) y la violencia por exclusión (ignorar, no hacer caso…). «Debemos pensar que cuando te insultan, hablan mal de ti o te dejan fuera del grupo se trata de conductas agresivas que pueden suponer una lesión grave para el desarrollo de los chicos y chicas».
Preguntado sobre cómo hacer frente a esta realidad, sostiene que hay que alejarse de la idea de que es un problema de víctimas y agresores, pues cuando se produce una conducta de acoso «afecta a todos los alumnos, incluso a los observadores pasivos, cuya actitud es fundamental para que se permita el acoso o para que las situaciones de acoso desaparezcan». Apunta que «es necesario apoyar a la víctima para que se sienta segura y pueda contar lo que le está pasando». El primer paso –explica- es pedir ayuda a los profesores y padres. El agresor debe entender la gravedad de su comportamiento y modificar su patrón de conducta. Además, el papel de la familia es muy importante y «la comunicación con los hijos resulta fundamental».
En términos generales, Yubero considera que la sociedad sí está concienciada con este problema y que, en este sentido, los medios de comunicación «han sido útiles». «Posiblemente falta que nos concienciemos de las situaciones de baja intensidad, que son también gravemente perjudiciales aunque no aparezcan en la prensa». Aclara que las situaciones de violencia comienzan con comportamientos encubiertos y que es preciso actuar desde ese primer momento. Es importante, estima, trabajar para construir un «entorno de convivencia donde no se tolere la violencia, donde no se desprecie, no se insulte y no se excluya a las personas sin que pase nada, porque esto no es positivo para el desarrollo de nadie».
Es un tema del que cada vez toman más nota los profesores, no en vano, opina que los docentes están concienciados de esta problemática y que existen tanto protocolos de actuación como programas de prevención.
El fenómeno del acoso, tanto tradicional como a través de medios tecnológicos, es analizado en este libro desde una perspectiva internacional por diferentes autores de máximo reconocimiento nacional e internacional. Es fruto de las buenas relaciones de la UCLM con investigadores de diferentes países y en él se recogen los trabajos de Claire P. Monks (Universidad de Greenwich, Reino Unido); Christina Salmivalli (Universidad de Turku, Finlandia); Ian Rivers (Universidad Brunel, Londres); Siu-Fung Lin, Tomoyuki Kanetsuna y Seing-ha Lee (Universidad de Birmingham e Instituto Internacional de la Juventud de Corea del Sur); M. Ttofi y D.P. Farrington (Universidad de Cambridge, Reino Unido); Friedrich Lösel (Universidad de Erlangen-Núremberg, Alemania); F. Thompson (GoldsSmiths, Londres); H. Cowie (Universidad de Surrey, Reino Unido); así como investigadores nacionales como Rosario Ortega (Universidad de Córdoba), Rosario del Rey (Universidad de Sevilla), M. de la Villa Moral (Universidad de Oviedo); y los investigadores de la UCLM Elisa Larrañaga, Raúl Navarro e Isabel Martínez.