Ante un problema tan serio como la pandemia del coronavirus, que continúa extendiéndose por toda España y ha provocado una crisis sanitaria mundial sin precedentes, sería deseable que todos los políticos de la oposición y los cargos públicos aparcaran por un momento las críticas y apoyaran al Gobierno en este asunto, aportando ideas y propuestas. Ya llegará la hora de exigir responsabilidades cuando escampe esta tormenta. Todos dicen que sí, que todos a una contra el virus; pero, lamentablemente, hay quien no puede resistir la tentación de aprovechar electoralmente esta crisis para intentar desgastar a Pedro Sánchez y su gabinete de coalición.
A las 16:00 horas del 12 de marzo, jueves, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, compareció en La Moncloa y explicó las medidas que ese mismo día acababa de aprobar el Consejo de Ministros extraordinario para paliar los efectos del coronavirus. Cuatro horas después, el líder de la oposición, Pablo Casado, convocó una rueda de prensa en la que arremetió con dureza contra el presidente, porque considera insuficientes las medidas adoptadas y, además, cree que llegan tarde.
Un momento inoportuno para criticar
Con independencia de que Casado pueda tener o no razón en esas críticas, ¿era el momento en que debía expresarlas en público? Evidentemente, no. En una situación como la que ha provocado el desconocido virus, ya con más de 3.000 personas infectadas y 84 fallecidas en España, lo que quiere la ciudadanía es ver que el Gobierno y la oposición trabajan unidos para afrontar esta crisis sanitaria, no que hay quien arrima el ascua a su sardina para intentar sacar algún rédito electoral como hacen habitualmente.
Pablo Casado, que aspira a gobernar España, ha tenido una magnífica oportunidad de actuar en este caso como un político de Estado y con altura de miras. Pero la ha desaprovechado. Desde que se conoció el primer caso de infección por coronavirus en España se comportó con prudencia durante unas semanas, pero finalmente no ha resistido la tentación de utilizar para sus intereses partidarios este serio problema. Y quizá haya quien diga que no sorprende que se comporte así el líder de un partido, el PP, que en la época más dura de ETA no dudó en utilizar el terrorismo para desgastar al Gobierno del PSOE.
Pero Casado no ha sido el único que no ha querido desaprovechar la ocasión para criticar al Gobierno. Toni Cantó, portavoz de Ciudadanos en las Cortes Valencianas, se ha burlado de la ministra de Igualdad, Irene Montero, tras dar a conocer ella que está infectada por el coronavirus. Durante su intervención en el pleno de esa Cámara autonómica, tachó de «amoral» al Gobierno por haber permitido la manifestación feminista del 8 de marzo en Madrid, a la que acudió esa ministra, y se refirió a ella con estas palabras: «Manifestante ilustre hermana, yo sí te contagio».
Toni Cantó hacía referencia a la frase «hermana, yo sí te creo», que fue coreada en las manifestaciones de protesta tras la sentencia del juicio de violación por el caso de La Manada. Posteriormente, en el turno de réplica, pidió disculpas porque, según dijo, se habían interpretado mal sus palabras. La excusa de siempre: o el mensajero es el culpable o me han interpretado mal o han sacado la frase de contexto.
Polémica entre García-Page, el PP y la Universidad
En Castilla-La Mancha, el presidente de la comunidad y el PP también se han enzarzado en otra polémica a costa del coronavirus. El jueves 12, por la mañana, Emiliano García-Page criticó que el rector de la Universidad regional hubiera decidido por su cuenta suspender las clases, sin contar con las autoridades sanitarias. Por la tarde, después de que Pedro Sánchez recomendara esa medida para los centros educativos de toda España, García-Page pidió disculpas a los profesores que se hubieran podido sentir molestos por sus palabras y les mostró todo su apoyo.
Pero la chispa de la polémica ya había saltado y, como era de esperar, el PP no solo no hizo nada para apagarla sino que sopló para que se produjera un incendio. Ante las palabras de García-Page, que no estuvo acertado en sus críticas a la Universidad, la secretaria general del Partido Popular de la región, Carolina Agudo, pidió la dimisión del presidente. ¿Por qué contribuir a serenar los ánimos, hacer crítica constructiva cuando corresponda y afrontar juntos esta crisis sanitaria? Mejor pedir la dimisión, aunque eso no sirve para nada salvo para recordar la famosa frase que José María Aznar dijo desde su escaño en el Congreso, hace ya un cuarto de siglo, al entonces presidente del Gobierno socialista: «¡Váyase, señor González!».
La oposición debe controlar la acción del Gobierno central y los autonómicos en los respectivos parlamentos, tiene que exigir responsabilidades cuando corresponda y criticar lo que no vea bien. Y puede hacerlo con toda la dureza que quiera. Pero no todo vale para hacer oposición. No debería haber utilizado el terrorismo como arma arrojadiza contra el adversario político en otro tiempo y, ahora, tampoco debería aprovechar la crisis sanitaria del coronavirus para intentar sacar rédito político. El día que algunos políticos se convenzan de esto, y actúen en consecuencia, la ciudadanía empezará a confiar más en ellos.