En declaraciones a Efe, Garrido ha agradecido al cónsul español en Bombay, Jorge Lucas, su implicación para lograr que llegasen al aeropuerto de Goa para coger un avión con destino Madrid, y desde este lunes se encuentra ya en Cuenca, mientras otros compañeros con los que trabajaba han vuelto a Albacete o Talavera.
Como aspecto negativo, Garrido ha indicado que no les dejaron embarcar en el vuelo las herramientas y el equipo profesional que llevaban consigo, ni siquiera pagando el sobrepeso, y dejaron en Goa más de 100.000 euros en equipos de protección y otro material.
Garrido es técnico de la empresa Ingeteam Power Tecnology S.A. y trabajaba desde diciembre en la construcción de un parque eólico en Karur, en el estado de Tamil Nadu, donde regresó a principios de enero tras el parón navideño.
El Gobierno indio decretó un confinamiento de 21 días y decidieron volver a España… Y el rechazo de la población local
En marzo había decidido, al igual que otros compañeros, quedarse trabajando, pero el Gobierno decretó un confinamiento de 21 días y decidieron volver a España.
Cerca de medio centenar de empleados en la construcción del parque se trasladaron a Coimbatore, donde permanecieron varios días en un hotel, y el pasado día 2 pudieron emprender el viaje hasta Goa para enlazar con un avión fletado para recoger a españoles expatriados en la India.
Garrido ha manifestado que ya desde mediados de marzo habían percibido el rechazo de la población local debido a las noticias que llegaban sobre la propagación del virus en España y en la prensa local incluso se recordaba los casi 20 millones de muertos que había provocado la epidemia de «gripe española» de hace un siglo.
En este sentido, ha mencionado que durante el viaje desde Coimbatore a Goa no podían comprar comida ni bebida, porque les cerraban las tiendas, y tuvieron que adelantar su salida de Mangalore, donde pernoctaron, porque el gobernador del Estado de Karnataka no permitía la circulación de españoles y la Policía les hizo salir antes de lo previsto.
Un aprieto del que lograron salir, según ha detallado Garrido, gracias a la implicación personal del cónsul, que intercedió con la policía y «que desde el principio nos dio su móvil para estar en contacto con él e, incluso, cuando estábamos en Goa, envió a uno de sus trabajadores locales (a los que sí vendían en las tiendas) para que nos comprase agua y galletas hasta que saliera el avión».
Por el contrario, ha lamentado que no se tuviera en cuenta a la hora de fletar el avión que no sólo se iba a recoger a turistas, sino también a trabajadores que tuvieron que dejar sus equipos en tierra porque no pudieron embarcarlo.
Tras llegar a Madrid, Garrido ha regresado a Cuenca donde está pasando el confinamiento.