Según los datos oficiales, un total de 31.788 profesionales sanitarios (15,57% del total de casos positivos) -datos a 21 de abril- han resultado infectados desde el inicio de la pandemia.
Sin embargo, extrapolando las respuestas de la encuesta de la Organización Colegial de Enfermería, casi de 74.000 enfermeras/os han presentado síntomas compatibles con COVID sin confirmar si han tenido o no la enfermedad por la ausencia de test de diagnóstico. Por otra parte, de los enfermeros encuestados a los que sí se les ha hecho la correspondiente prueba (sólo al 23%), prácticamente una tercera parte –un 30,2%- ha sido certificado como caso positivo. El 5% incluso ha tenido que trabajar con síntomas.
En cuanto a la realización de test a profesionales, Cantabria, La Rioja, Madrid y Cataluña son las comunidades donde más profesionales dicen haberse sometido a dicha prueba.
Madrid, CLM y Cataluña, regiones con más enfermeras infectadas
Madrid (47,9% de los casos), Castilla-La Mancha (40,1%) y Cataluña (31,1%) son las comunidades con mayores porcentajes de enfermeras potencialmente infectadas por presentar síntomas que identifican con la enfermedad. Y si tenemos en cuenta sólo los casos que se han realizado el test y este ha dado positivo, las CC.AA. con mayor incidencia serían Castilla-La Mancha (60,4% ), y Madrid (53,7%) en las que más enfermeras y enfermeros han dado positivo en las pruebas.
Las enfermeras reportan que en su mayoría han sido víctimas de la escasez de materiales de protección, lo que las ha dejado expuesta al contagio. Así, a pesar del tiempo transcurrido desde el inicio de la pandemia, el 72,1% considera que las profesionales trabajan con poco o ningún material de protección. No obstante, si consideráramos sólo los 2 o 3 últimos días, de respuesta a la encuesta, el porcentaje de “poco” y “nada” experimentaría una mínima reducción manteniéndose en un 69,2%.
En cuanto al material de seguridad específico: el 74% de los encuestados asegura que en su unidad no ha habido mascarillas, en 55% reporta carencia de monos o trajes completos y la mitad afirma no tener a su disposición una simple bata. Siete de cada diez piensan que se ha trabajado sin protección.
Por Comunidades Autónomas, Extremadura, Andalucía, Aragón y Castilla-La Mancha son las que mayores carencias de equipos de protección han sufrido, según la opinión de las enfermeras.
Los motivos de la infección
Respecto al posible motivo de la infección por COVID-19, el 85% de los encuestados señalan que ha sido por su trabajo asistencial, concretamente por la falta de equipo de trabajo o material inadecuado (37%); el cuidado de pacientes que aún no habían sido diagnosticados (42%); y el 6,2% por contagio entre compañeros.
“Llevamos muchas semanas denunciando que las compañeras estaban enfrentándose a este agente infeccioso sin mascarillas ni trajes, con elementos fabricados por ellas mismas con plásticos o bolsas de basura, con cualquier elemento que hiciera de barrera. Esta encuesta corrobora sus quejas, que han sido clamores en el desierto, porque cuando han llegado por fin los equipos de protección lo han hecho de forma desigual y para colmo incluso algunas mascarillas no ofrecían el nivel de protección mínimo. Ha sido un desastre y se ha multiplicado el número de contagios, lo que se ha traducido en dejar fuera de la asistencia a demasiados compañeros que hubieran podido salvar muchas vidas de haber contado con los equipos que merecían y no sacrificarse y arriesgar su salud y la de sus allegados”, asegura el presidente del Consejo General de Enfermería, Florentino Pérez Raya.
Sin formación adicional específica para enfrentarse al COVID-19
Otra de las conclusiones de la investigación demoscópica es que los profesionales no han recibido una formación específica adecuada sobre cómo atender a un paciente con COVID-19, algo que comparte el 76% de las enfermeras.
Asimismo, la encuesta también detecta carencia a la hora de instruir a los profesionales sobre la colocación y manejo de los Equipos de Protección Individual (EPIs), fundamentales para evitar el contagio: hasta un 85% de las enfermeras encuestadas asegura no haber recibido suficiente formación al respecto.
La investigación también ha preguntado a los profesionales por la ratio enfermera-paciente y la mayoría de ellos (64,5%) considera que está claramente por debajo de las necesidades. La presión asistencial es fuerte en estos momentos: de media, las profesionales declaran que en su unidad cada enfermera atiende de media a 10 pacientes por turno (3 en el caso de la UCI), sin considerar el porcentaje que no logra cuantificar el número de pacientes debido a la saturación a la que se enfrentan cada día. Esta es una circunstancia que, además, se repite en todos los turnos.
La encuesta también ha analizado entre las enfermeras el impacto psicológico que la pandemia por COVID-19 está teniendo en todas ellas. Los resultados ponen de manifiesto que su trabajo asistencial está teniendo importantes consecuencias al respecto porque el 80,2% de los profesionales reconoce que la pandemia le ha afectado mucho o bastante.
Preguntadas por la previsible evolución de la pandemia, las más de 11.000 enfermeras encuestadas aseguran que el control de la misma no llegará hasta pasados varios meses –lo afirma el 30% de ellas-, mientras que un 27,6% piensa que al acabar el mes de mayo podría estar controlada. El 18,4% es más optimista y ve el control a finales del presente mes de abril, mientras que el resto consideran que hay evidentes signos de control ya en estos momentos.
Testimonios impactantes y suspenso al Gobierno y a las comunidades autónomas
Tal es la indignación de muchos profesionales que ha ocurrido en esta encuesta algo inaudito. En la casilla abierta para escribir qué materiales de los que no se nombraban en la lista han faltado en su centro de trabajo las enfermeras han aprovechado para trasladar sus impresiones sobre la crisis de forma muy cruda.
Algunas de las encuestadas dicen, por ejemplo, que “lo que recibimos es de mala calidad” o que “pasamos el turno entero de hasta 14 horas con las mismas mascarillas. Plantean en un futuro esterilizar las FFP2 en caso de que escasearan y te piden que guardes la tuya para el turno por si se acabasen”.
Otro testimonio asegura que “me genera estrés el momento de quitarme la mascarilla, guardarla en un sobre en mi taquilla y al día siguiente volverla a reutilizar, al igual que la reutilización de las batas impermeables previamente desinfectadas, no me ofrece seguridad. Permanezco mi turno completo en mi puesto de trabajo sin ir ni siquiera al servicio dado que el EPI del que dispongo es para todo mi turno y veo un momento de potencial contaminación quitarlo para volverlo a poner en el mismo turno” y otra exigía “protocolos de funcionamiento reales en el quirófano y no basados en el material de que se dispone en cada momento”.
Por otra parte, se ha preguntado en la encuesta una valoración numérica del 0 al 10 de las actuaciones del Ejecutivo Central y su Comunidad Autónoma. Los resultados reflejan una puntuación del 3,3 para el Gobierno de Pedro Sánchez y un 3,97 de media para los distintos gobiernos regionales.
Las puntuaciones más altas para el Ejecutivo central llegan de las enfermeras de Galicia, La Rioja y País Vasco, -con una nota de un 4- mientras que las más bajas proceden de Extremadura, Cantabria, Castilla-La Mancha y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, donde oscilan del 2,85 de Andalucía al 1,04 de Melilla.