La tierra se ha vuelto a resquebrajar en Daimiel (Ciudad Real) donde se han vuelto a producir nuevos hundimientos de terreno de grandes dimensiones, uno de los cuales se ha localizado en el vaso de la laguna del Escoplillo, que hasta los años 70 tuvo agua y que en la actualidad está cultivada de viñedo.
El hundimiento, que se produjo hace unas semanas en una zona próxima al Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel y el cauce del río Guadiana, presenta unas dimensiones de unas 10 metros de diámetro y una profundidad de seis metros en los que el agua se encuentra a cuatro metros de la superficie.
Expertos consultados por Efe han coincidido en que estos hundimientos se asemejan a los registrados en 2010, cuando se llegaron a constatar cerca de una decena y que, por tanto, «no es nuevo» este fenómeno en el municipio daimieleño, donde existen datos históricos que revelan la existencias de episodios naturales similares mucho más antiguos en el tiempo.
Pese a que los hundimientos registrados puedan parecer similares, en el caso del registrado en la laguna del Escopillo su génesis y formación podría ser diferente, han sostenido algunos científicos.
La aparición de estos hundimientos podría estar relacionado con procesos de erosión kársticos, que son habituales cuando las lluvias del invierno propician la circulación subterránea del agua, y que se producen por la disolución del carbonato cálcico contenido en las calizas y en las margas que se desarrollan tanto en superficie como bajo tierra y que, en este último caso, provocan estos grandes socavones en el terreno
Se da la circunstancia de que Daimiel y su entorno, incluidas Las Tablas, se insertan en un contexto geológico en el que dominan calizas y margas de edad pliocena (Terciario) que presentan paquetes estratigráficos de distinta potencia (hasta 30 metros) susceptibles de ser atacados por procesos erosivos kársticos.
Estos colapsos del terreno suelen tener formas circulares, lo que hace pensar que en muchos casos se producen por el hundimiento de la bóveda de pequeñas cavernas o estructuras kársticas, como sostiene el profesor Manuel García Rodríguez en su tesis doctoral.
Otra hipótesis es que la formación de turbas haya alcanzado un especial espesor que al quemarse darían lugar a hundimientos de cierta importancia y de forma circular, posiblemente relacionados con procesos de erosión en túnel que se conocen como «piping».
Los nuevo colapsos o hundimientos constatados han sido acordonados por la Guardia Civil para evitar que cualquier persona pueda acercarse a ellos, ante el riesgo de que se puedan producir desprendimientos que vayan, incluso, agrandando su extensión.
Este es el caso de algunos de los colapsos que se registraron en 2010, que en estos últimos años han crecido en dimensión, hasta alcanzar una superficie espectacular. De hecho, alguno puede superar los 20 metros de diámetro y en ellos se observa cómo evoluciona su fisonomía inicial, al pasar de tener forma redonda a ovalada por los desplomes en la dirección en la que estaría circulando el agua.
Algunos de estos grandes socavones, que se encuentran a escasa distancia uno de otros, según los expertos podrían llegar a unirse, creando un colapso aún más espectacular, por el tamaño que llegaría a alcanzar.
El nuevo período de intensas lluvias que viene registrando la provincia de Ciudad Real está favorecido la circulación subterránea del agua, que no sólo está recargando parte del Acuífero de la Mancha Occidental, sino que propicia el desarrollo de estos procesos erosivos.