No hay quiniela que se precie que no incluya a Emiliano García-Page como uno de los hombres a tener en cuenta en el proceso de primarias que decidirá, aún no se sabe cuándo, el siguiente líder del PSOE. El alcalde de Toledo y secretario general de los socialistas castellano-manchegos forma parte de las apuestas del cada vez más reducido ramillete de candidatables a dar el pasaporte a la jubilación a Alfredo Pérez Rubalcaba, del que, sin duda, casi todos esperaban más como director de la dura transición a la que se ha visto abocado el PSOE tras sus derrotas electorales de 2011.
Al mismo tiempo que le sitúan en el campo de los notables con posibilidades de tomar las riendas del Partido Socialista a corto plazo, lo cierto es que se considera que la salida más probable de Page será quedarse en Castilla-La Mancha para intentar recuperar el gobierno de la Junta en 2015.
Nosotros creemos, y lo hemos escrito así en diversas ocasiones, que el joven líder del PSOE CLM tiene tomada esa decisión hace tiempo, aunque no se resigna a dar por cerrada definitivamente ninguna puerta y mucho menos a confirmarlo pública o privadamente de manera irreversible.
Por ahora, Castilla-La Mancha tira más, entre otras cosas porque los socialistas se ven con posibilidades de recuperar el poder dentro de dos años.
Page habla con todos, del primero al último y sin excluir a Rubalcaba o Zapatero, pasando por la lista de alcaldes o secretarios generales del partido. Se mantiene informado y se mueve de círculo en círculo, cuidando mucho a la prensa, su especialidad, aunque en Castilla-La Mancha la comunicación del PSOE falla escandalosamente.
Está claro que Emiliano, como le llaman casi todos, se ha colocado en las puertas de la futura cúpula socialista, aunque habrá que ver cómo le vienen las cartas y cómo las juega cuando la baraja se rompa entre… ¿Eduardo Madina y Patxi López?
En cualquier caso, su proyección le exige dedicar cada vez más tiempo a la corte madrileña, algo que no todos a su alrededor ven con buenos ojos, por el coste que pueda tener en Toledo y en la aplazada renovación y organización de una oposición más realista y cercana a la calle en el PSOE de Castilla-La Mancha. La ausencia de una comunicación política organizada es solo lo más visible de una oposición que parece cogida con alfileres. Quizás me equivoque, pero es lo que se ve y el comentario generalizado fuera del partido.
Esta situación de inercia da alas a quienes se veían jubilados por la derrota del 22-M de 2011 y desmoraliza a quienes aprobaron con nota aquella terrible prueba electoral para los socialistas y pensaban que había llegado su momento, por lo demás, ganado a pulso.
Entre los socialistas castellano-manchegos nadie discute el liderazgo de Page, pero sí que conviven dos líneas de pensamiento.
Por un lado están quienes piensan que el PP y María Dolores de Cospedal se hundirán electoralmente por su política de austeridad y recortes. Éstos consideran que el problema se ve agravado en el caso de la presidenta castellano-manchega por la exposición a la que obliga el cargo de secretaria general del PP en asuntos como el caso Bárcenas o la decidida voluntad de la número dos «popular» de plantar cara casi en solitario y con un discurso duro a fenómenos como los escraches o movimientos sociales muy críticos con el Partido Popular.
Por otro lado, yo creo que bastante más sensato y realista, aparecen los socialistas castellano-manchegos que piensan que el PSOE no está para cantar victoria por el desgaste del PP (basta ver cualquier encuesta nacional), no se fían del fuerte liderazgo que ejerce la presidenta y creen que el partido hay que ganarlo jugándolo y no esperando a que el contrario se marque en propia meta.
Unos y otros, en cualquier caso, sí están de acuerdo en una cosa: que Page sea el candidato del PSOE en las elecciones autonómicas de Castilla-La Mancha en 2015, pero mantenga un lugar destacado en la dirección socialista española.
Y parece que para el líder socialista, por ahora, Castilla-La Mancha tira más.