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lunes, 25 de noviembre de 2024
Laura y Marina.
Laura y Marina, asesinadas por Sergio Morate hace cinco años.
Fue condenado a 48 años de cárcel - 16 julio 2020 - Cuenca

En apenas siete días, la Policía, con dosis de azar y fallos del detenido, daba al traste con la idea de tantos asesinos que se creen más listos de lo que en realidad son.

«Esto pinta muy feo»

Sergio Morate, de 32 años y exnovio de Marina Okarysnka, de 24 años y origen ucraniano, fue el principal sospechoso casi desde aquel 6 de agosto de 2015 cuando las madres de las jóvenes y la del propio Sergio acuden a la comisaría de Cuenca. Los policías inician las pesquisas y pronto llaman a Madrid. «Esto pinta muy feo», les dijeron ese jueves.


El fin de semana, un equipo de agentes del Grupo de Homicidios de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) Central ya estaba en la capital conquense. Comenzaban a tirar del hilo junto con sus compañeros para tratar de reconstruir a toda máquina las horas previas a las tres desapariciones.

Los antecedentes de Morate no eran muy esperanzadores, porque siete años antes ya había secuestrado y extorsionado a otra chica, que le denunció, unos hechos por los que estuvo 18 meses en la cárcel, donde conoció a dos reclusos, piezas también en el puzzle de sus crímenes. Contaba también con antecedentes por pornografía infantil.

Obsesionado con Marina, ella no le tenía miedo

El mismo día 6 de agosto, con tres desaparecidos denunciadas, la Policía ya cuenta con bastantes certezas. Marina y Sergio habían sido novios varios años, pero en enero ella le había dejado y se había marchado a Ucrania. Él no tuvo reparos en seguirla y hacer miles de kilómetros en coche. Se volvió con las mismas sin que ella aceptara verle.

En Semana Santa, Marina volvió a Cuenca. Él se presentó en el aeropuerto madrileño de Barajas pese a que ella «no quería verle para nada». Pasaría unos días con sus padres antes de regresar a Ucrania, aunque en verano volvió de vacaciones.

Sergio no había asumido el fin de la relación y su cabeza empezó a barruntar el crimen machista, especialmente al oír rumores de que Marina se había casado en su país. En los días previos al asesinato, habla de acuerdos de extradición o de crímenes como el de José Bretón.

Marina había quedado con Sergio para recoger sus cosas

La Policía también sabe que Marina había quedado con Sergio para recoger sus cosas del piso en el que había convivido, pero en la vivienda, registrada a las pocas horas, aún están sus pertenencias.

«No hay ningún rastro de violencia en el domicilio, pero aparece una bolsa con bridas de plástico y unas cuerdas», dicen a Efe dos de los agentes de Homicidios que dirigieron la investigación y que se apoyaron mucho en las familias, especialmente en la madre de Sergio, que colaboró con unos policías que olieron de inmediato que el final iba a ser muy duro para esos padres.

Ambos agentes hacen un retrato de víctima y verdugo. Marina no le tenía miedo a Sergio, era una chica «decidida, con carácter», y prueba de ello es que no le dio chance alguno cuando fue a Ucrania ni cuando volvió a Cuenca. Él era «un palizas, muy pesado, estaba obsesionado con ella», no había asumido el final de la relación y estaba muy alterado con el rumor de que Marina se había casado en Ucrania.

Pero apareció Laura…

Los especialistas de Homicidios creen que Marina llamó a Laura, una vieja amiga para que le acompañara a recoger sus cosas a la casa con el único objetivo de «despachar» pronto al ex y poner punto y final definitivo a la historia sin tener que «aguantarle».

Sergio trata de convencer a Marina para que vaya otro día, pero finalmente ambas suben. Lo que sucede en el piso entre los tres no ha podido ser esclarecido, aunque las autopsias sí determinaron que Marina recibió un fuerte golpe en la cabeza y fue asfixiada con una brida y que Sergio estranguló con sus manos a Laura.

Si bien Morate, condenado a 48 años de prisión, se mantuvo en silencio durante el juicio, uno de los agentes escuchó muchas de las explicaciones del detenido a su llegada a España, donde le confiesa que su plan le falla por Laura, ya que él lo tiene todo preparado para enterrar solo a Marina y montarse una coartada.

Antes de su detención, la Policía tiene ya recopilados muchos más indicios. Desde un teléfono que no es el suyo se pone en contacto con una prima a la que manda un mensaje pidiéndole que borre lo que tiene en sus redes sociales y que ya le explicará «todo». También saben que se está moviendo en coche.

Un ciclista y su perro halla dos cuerpos…

Todo se precipita el 12 de agosto cuando un ciclista con su perro halla en una zona cercana a la localidad conquense de Palomera, donde la familia Morate tiene una casa, los cuerpos de Marina y Laura. El paraje está próximo al río Huécar, relativamente retirado de los caminos y bastante oculto.

Era una determinada extensión donde se buscaba, pero era muy difícil sin ninguna pista, dicen los agentes, que ese día están en la casa de Palomera. Al percatarse del revuelvo, la madre de Sergio le dice a uno de ellos: «Dime que han aparecido los tres muertos, que ha sido un accidente».

Será a ese mismo funcionario cuando un mes después de los crímenes, y aterrizado el avión en España, Morate se presenta así: «Tú eres el policía que ha hablado tanto con mi madre, me ha dicho que la has tratado muy bien, que confiara en ti».

«Ella se portó fenomenal con nosotros»

Hoy, tras cinco años, ese policía asegura que él no hizo nada especial. «Somos personas y tantos días en un situación tan tensa con las familias tenemos que hacer también un trabajo de acompañamiento. Ella se portó fenomenal con nosotros».

Tanto él como su jefe reconocen a Efe que hay casos en los que el azar juega en contra y, otros, como en los crímenes de Morate, a favor de la Policía. «Si solo mata a Marina y la entierra como tenía planeado igual estaríamos hablando que no hemos hallado aún su cuerpo», enfatizan.

Porque Morate cava durante semanas una tumba para una persona; intenta, tras asesinar a Laura, hacer el hueco más grande, pero no se puede estar tanto tiempo, por lo que, a pesar de situar primero a Marina, echar cal viva y después a Laura, la ocultación de los cuerpos es muy imperfecta.

Pero Sergio Morate comete un error…

Se acelera con las prisas y comete también el error de olvidar en el lugar una garrafilla de agua de la virgen de Fátima que tenía su madre y donde posteriormente aparece su ADN.

«Él sabe que no le ha quedado bien y tiene que cambiar su plan». Su idea era asesinar a Marina, hacer «vida normal» unas horas y después, tal y como había dicho a amigos, irse a Alicante a un concierto de reggeton con un amigo colombiano que conoció en prisión y luego volver a Cuenca.

Tuvo que improvisar, pero tampoco se complicó y «tiró» de la baza de su amigo rumano Istvan, al que conoció en prisión. Nada más enterrar a sus víctimas coge el coche de su hermano, también un Seat Ibiza, pero de color verde, y no rojo con el que traslada los cuerpos, y pone rumbo casi sin descanso hasta Lugoj, una región fronteriza con Hungría.

A Rumanía sin descanso a base de bebidas energizantes

En su trayecto, que hizo casi sin descanso a base de bebidas energizantes, tuvo un accidente en Italia y se perdió en Hungría, por lo que su amigo salió en su busca, pero la Policía ya le tenía casi cercado porque desde el primer momento supo que Rumanía era su destino.

Por eso, localizarle fue sencillo. La cooperación con Rumanía y con el agente español de enlace funciona muy bien, por lo que un día después del hallazgo de las jóvenes, Morate era detenido a las puertas de la casa de Istvan.

Se declara inocente ante el Tribunal de Apelación de Timisoara, que dicta su prisión preventiva durante 15 días a la espera de una solicitud formal de extradición de España, que es autorizada el 2 de septiembre.

Y Morate llega a España…

El 5 de septiembre de 2015 el asesino llega a España. Dos años después, la Audiencia Provincial de Cuenca le condena, tras el veredicto de culpabilidad de un jurado popular, a 48 años de cárcel por los asesinatos de su exnovia Marina Okarynska y de la amiga de ésta, Laura del Hoyo, por los que cumple pena en la prisión de Herrera de la Mancha.

Su familia, marcada de por vida, no dudó en condenar los crímenes: «No sabemos qué diablo o terrible demencia se apoderó de ti, pero debes ser consciente que no sólo asesinaste a esas niñas: has matado a su familia y a la que fue tuya, no existe excusa ni perdón para una atrocidad así».

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