Un vecino de Toledo ha relatado el asalto de que fue objeto por parte, presuntamente, de un antiguo amigo y la mujer de este, que le amenazaron con una pistola y le ataron de pies y manos a una silla en su propia casa y cómo logró pedir ayuda a su hermana marcando el teléfono con un diente.
La víctima, Manuel O.R., ha relatado al tribunal de la sección primera de la Audiencia de Toledo lo ocurrido durante el atraco que sufrió la tarde-noche del 12 de diciembre de 2011 en su piso de la calle de la Fuente del Moro del barrio de Santa Bárbara de Toledo.
En el banquillo de los acusados se han sentado un joven matrimonio de nacionalidad marroquí: Faysal C., de 24 años, y Lamyae H., de 19, el primero de los cuales era amigo de la víctima, aunque el acusado ha dicho en el juicio que mantenían una relación sentimental y sexual y que por celos y despecho le denunció.
El perjudicado ha explicado que ese día volvía de hacer la compra y cuando abrió la puerta de su casa por detrás le encañonaron con una pistola y dos encapuchados le obligaron a entrar en su casa bajo amenazas de muerte, que le ataron a una silla de pies y manos y también le taparon los ojos, aunque no le llegaron a amordazar porque pidió a su amigo, al que había identificado por la voz, que no lo hiciera porque sabía que «respiraba mal».
En un momento determinado le desataron las manos y le quitaron la venda para que pudiera darles la tarjeta de crédito que no encontraban en la cartera de Manuel y con la que ella, presuntamente, sacó 600 euros de un cajero automático cercana mientras su marido seguía registrando la casa, de donde se llevó un reloj Lotus, una televisión y joyas, entre otros efectos relatados por la víctima.
También ha explicado que el acusado se llegó a quitar la capucha con la que ocultaba el rostro y aunque ella no lo hizo, la identificó por los ojos, pues dijo que tenía «clavada esa mirada» o que esa mirada «no se le olvidaba», ha insistido la víctima ante las dudas planteadas por las defensas de los acusados sobre la identificación de la joven.
Manuel ha dicho también que durante el asalto espetó a Faysal: «Por qué me haces esto con lo que te he ayudado», a lo que el acusado le respondió: «No puedo más, necesito dinero, estoy muy nervioso».
Cuando se fueron de la casa los asaltantes dejaron a la víctima atada de pies y manos, aunque logró inclinarse hasta un teléfono que había en una mesita cercana y con un diente logró marcar el teléfono de su hermana, quien avisó a la policía, que a su vez tuvo que derribar la puerta para entrar porque le habían dejado encerrado en casa.
UN VECINO VIO AL ACUSADO
Un vecino de Manuel ha testificado en el juicio que sobre las 20:45 horas de ese día vio al acusado -con el que tenía también una relación de amistad y al que había prestado dinero unos días antes- cargar en un coche unas bolsas, aunque a ella no la vio, y que media hora después oyó fuertes golpes en la puerta, que resultaron ser los que hizo la policía para entrar en la casa de la víctima.
Los acusados, por su parte, han afirmado al tribunal que ese día habían acudido con su hijo de seis meses a la casa de los padres de ella a cenar y para que vieran al pequeño, como hacían habitualmente desde Magán, donde vivían los acusados, hasta Olías del Rey, lugar de residencia de los padres de ella.
Por su parte, el acusado ha negado los hechos y ha sostenido que la denuncia por parte de Manuel se debe al despecho que sentía éste cuando se enteró de que se había casado: «Estaba obsesionado conmigo, estaba enamorado y quería casarse conmigo», ha dicho, lo que ha negado la víctima, que ha reconocido una mera relación de amistad.
El fiscal y la acusación particular solicitan para cada uno de los acusados un total de 11 años de prisión, cinco por robo con intimidación en casa habitada y seis por detención ilegal, además de una multa por una falta de lesiones.
Por su parte, las defensas solicitan la absolución por falta de pruebas y en todo caso plantean que los hechos se consideren como un solo delito.