«No se me olvidará nunca aquel partido. Yo venía de arbitrar varios partidos en Tercera y de repente vi que uno de los jueces de línea no andaba bien. Efectivamente, tras el descanso me tocó salir de linier, y ahí me veías, correteando por una de las bandas. Una de las veces me volví de espaldas para mirar la grada, que no se acababa de lo alta que era…»
Quien relata esto es David Jiménez Moreno, toledano, 33 años, de profesión técnico de comunicaciones, árbitro de Segunda División B, quien aquel partido en cuestión lo empezaba de cuarto árbitro y lo acabó de linier… en el estadio Vicente Calderón, cuando el Atleti estaba en su infierno particular de Segunda. El rival, la UD Salamanca.
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David Jiménez, que lleva desde los 17 años en esto del arbitraje, es uno de los siete colegiados castellano-manchegos de 2ªB que aguardan la oportunidad del ascenso a Segunda. Dentro de poco lo deja Alfonso Pino Zamorano, que es de la tierra, y en principio uno de esos siete podría hacerse un hueco entre los cuatro, o quizá alguno más, que dé el salto a la categoría de plata del fútbol español.
Quizá no muchos se imaginan lo que revela David, que el gusanillo arbitral en muchos colegiados arranca en el fútbol, como en su caso, que era futbolista de todo un clásico del fútbol toledano, el Santa Bárbara. Su padre también fue árbitro. Vio que el balón no rodaba muy rápido para él y en seguida cogió el silbato en categoría juvenil hasta llegar hasta hoy, en que es árbitro titular de 2ªB y cuarto árbitro en Primera y Segunda.
Curiosamente recuerda más su estreno en Segunda División como cuarto árbitro que en Primera. Fue en una UD Salamanca-Elche, partido que arbitraba Rubio Iniesta, pero obviamente recuerda orgullosamente esos choques de Primera que ha vivido tan de cerca: un Valencia-Real Madrid de la época de Del Bosque, un Real Madrid-Alavés en que Raúl regresó tras una de sus rarísimas lesiones, los Betis-Sevilla.
Los escenarios que más le impresionan son los andaluces, por la pasión que contienen: «Se viven con una pasión sin igual, no hay nada como un Betis-Sevilla, o los campos del Cádiz, la UD Las Palmas… El Bernabéu me impresiona más vacío que lleno, ya que no es muy ruidoso…», revela.
Muy cauto, dice que de niño era madridista, aunque ahora dice seguir el juego con más objetividad y profesionalidad.
También es cauto con sus árbitros preferidos, aunque deja escapar varios nombres: «la elegancia» de Luis Medina Cantalejo, Velasco Carballo, Jesús Gil Manzano, Alejandro Hernández… «Se trata de aprender de todos ellos», confiesa.
David Jiménez Moreno es un joven normal que se toma su «hobbie remunerado», como él lo califica, con toda la seriedad del mundo. Al hablar con él se desmontan en seguida los tópicos que arrastran a su pesar los «trencillas». No entiende la incomprensión y malediciencia hacia los errores humanos de los árbitros («toda la gente se equivoca»), justifica la tecnología en el fútbol «siempre que sea para mitigar los errores y no rompa el ritmo de este deporte» y asume las enmiendas tras los partidos que corrigen las decisiones erróneas sobre el campo.
Y desmiente que los cuartos árbitros estén «obsesionados con los entrenadores o los banquillos, todo lo contrario», en fin, reivindica una visión más natural y sin prejuicios del colectivo arbitral.
A David no le han pegado ni una sola vez. «Las estadísticas dicen que se producen unas 60 agresiones al año en toda España, pero es que a la semana solo en Castilla-La Mancha se pitan más de 500 partidos. Además, estamos muy protegidos. A la primera viene la denuncia directa en el juzgado, y el Comité y el estamento federativo nos protegen», explica.
En mes y medio aproximadamente este árbitro toledano sabrá si le ha tocado en suerte pitar en la división de plata del fútbol español.
David Jiménez Moreno. Un hombre de fútbol. Uno más. Únicamente eso. Solo que no le pega al balón.
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