sábado, 23 de noviembre de 2024
23/05/2013junio 12th, 2017
César del Río César del Río

No, esta vez la Justicia no ha sido un cachondeo. O mejor dicho, la Justicia no se ha cachondeado de Pedro Pacheco, exalcalde de Jerez, ni siquiera le ha pasado factura por aquella frasecita de marras que alguna vez todos hemos compartido. En esta ocasión es que le han pillado con el carrito de los helados, se ha retratado, vamos, y no hay vuelta de hoja ni excusa política suficiente como para que nos dé pena.

Cuatro años y medio de prisión por colocar «a dedo» a dos asesores. Pero en realidad no es del todo tan literal como dice la frase. Porque de ser cierto llenaríamos las cárceles de colocadores oficiales, que los hay en numerosos lugares y de toda índole y condición.


A Pacheco se le ha condenado por contratar a dos compadres sin ni siquiera firmar un contrato ni mercantil ni laboral. Esto es, a los dos amigos se les pagaba con dinero público sólo por el hecho de presentar una factura, algo que es no sólo ilegal sino que hay que tener una cara así de grande para creerse tan impune porque piensas que nadie te va a pillar.

Así andamos. Consecuencias del abuso de poder.

Porque una cosa es el truco del almendruco, esto es, pasar por el tamiz de la palabra asesor a muchos de los que han perdido unas elecciones y fichar a pesos pesados de medio pelo, a los que se quedan descolgados después de muchos años en esto del arte de la política o a los que hay que pagar algún servicio o favor anterior, pero con su contrato legal y todo, aunque pueda chirriar y en ocasiones nos cabree; y otra muy diferente es lo que ha hecho el susodicho Pacheco, esto es, asesor porque lo digo yo sin mediar trámite laboral alguno, simplemente con un acuerdo de voluntades entre dos amiguetes y de cobro a la presentación de la factura.

Distingamos, pues.

Luego está la tercera vía o el asesor de verdad, el que generalmente nunca ha ejercido la política y se le ficha «a dedo» como cargo de confianza pero es un currante desde que se levanta hasta que se acuesta. Sin horario fijo ni para lo uno ni para lo otro. Lástima que sean los menos.

El Estado, los Gobiernos de las comunidades autónomas, las Diputaciones y los Ayuntamientos tienen asesores. Todos. Es una figura de «empleado público» contemplada por ley. Están entre el cargo que se elige en las urnas y el funcionario, pero no son ni una cosa ni la otra. Por eso estos últimos no les «miran» demasiado bien. Y los hay que están formados de sobra para el puesto que ocupan y otros que no.

Algunos echan más horas de las que tiene el día y otros ven cómo la vida pasa a su alrededor sin más. A toque de retreta de sus jefes las 24 horas del día, única y exclusivamente responden ante ellos. Y si el que manda es destituido o deja la política de forma voluntaria, a ellos no les queda otra que coger la maleta y hala, a buscar otra asesoría para ir hinchando curriculum. O vuelta al que era su trabajo habitual.

Igual que entran, «a dedo», también salen. Sin indemnización ni nada que se le parezca.

Los hay buenos y malos. Los primeros trabajan, se dejan la piel y no merecen que se demonice sobre ellos. Son necesarios, cargos de confianza que en un mínimo número todos entenderíamos. Los segundos sobran. Sin más. Con un solo euro que cobren ya nos están saliendo demasiado caros.

@CesardelRioPolo

cesardelrio@encastillalamancha.es

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