La celebración de cacerías comerciales ha caído un 30 % en España debido a las dificultades que genera la pandemia en cuanto a las restricciones de movilidad, los temores de algunos aficionados y la falta de negocio para la carne de caza que se ha depreciado por la menor demanda en el canal Horeca (hoteles, restaurantes y cafeterías) y la exportación.
La caza, también afectada
A pesar de todo, hay empresarios que siguen organizando monterías casi en los niveles del año pasado, como ha constatado Efeagro, en la época comprendida entre octubre y diciembre, que es la más fuerte para el sector.
Las diferentes fuentes consultadas también coinciden en que, por tipo de monterías, las locales y con un formato más pequeño se han resentido menos (una reducción cercana al 10 %) y las más afectadas son aquellas que se nutrían principalmente de cazadores extranjeros (-90 %) especialmente atraídos por el ojeo de la perdiz y la cabra montesa.
La caza local, poco afectada
El presidente de la Real Federación Española de Caza (RFEC), Nacho Valle, incide en que la caza federada en el ámbito local o provincial «se verá poco afectada» salvo que se endurezcan las restricciones de movilidad en las próximas semanas.
Son las denominadas «monterías comerciales», organizadas por empresarios y en las que participan cazadores de diversas procedencias, las que sí pueden sufrirlo en un «porcentaje más elevado», unos eventos que suelen concentrarse en Castilla-La Mancha, Extremadura, Andalucía y parte de Castilla y León.
La importancia del otoño
Valle subraya la importancia del otoño para el negocio cinegético porque concentra la mayor actividad, con la disponibilidad de cazar muchas especies como el jabalí, el ciervo, el rebeco y la cabra montesa.
Pone el acento en la necesidad de esta actividad para evitar superpoblaciones de animales que incrementan el riesgo sanitario e incluso afectan a la seguridad ciudadana.
Para el presidente de la Asociación Española de Organizadores de Monterías (AEOM), Manuel Cabezas, aunque se están celebrando «algunas monterías», a día de hoy no se ha llegado «ni al 70 %» de las que ya se habían realizado hasta esta misma fecha el año pasado, es decir, un retroceso del 30 %.
«Catástrofe económica»
Esa menor actividad supondrá una «catástrofe económica», especialmente para las monterías que se organizaban entre cazadores extranjeros que son las más afectadas.
Según Cabezas, el «miedo al contagio» a pesar de ser una actividad al aire libre, los confinamientos localizados y la retracción económica general son claves para entender ese retroceso.
Un descenso de la actividad cinegética traerá aparejado el incremento de poblaciones que ya son numerosas, como el jabalí, lo que conlleva más riesgos de accidentes por atropellos y eso que el año pasado ya se produjeron 10.000, según sus cifras.
Menos monterías
José Colorado es el gerente de la empresa Bosques y Caza que este año organizará algunas monterías, menos que las 18 que desarrolló en 2019, según explica.
La situación es «muy rara» porque los aficionados «quieren cazar» pero los hay que «están confinados, otros tienen miedo y algunos no pueden permitírselo económicamente.
No obstante, asegura que las cacerías cerradas tienen cubiertos sus puestos, confiando en que no haya bajas y a la espera de que puedan finalmente celebrarse en la fecha prevista, siempre que las condiciones lo permitan.
Es su negocio, pero es consciente de que este año la rentabilidad económica se le complica porque al abaratamiento del precio de la carne se suma la posibilidad de reembolsar el dinero pagado a cazadores que no puedan acudir, mientras que los gastos (arrendamiento de fincas, catering o personal) «son los mismos».
El gerente de la empresa Cinegética Cordobesa, José María Rey, se ha convertido en la excepción a la regla porque celebrará el mismo número de monterías que una edición normal.
«Somos la única empresa que no se echa para atrás. Soy muy valiente pero cuando las cosas van mal hay que tirar hacia adelante», afirma.
Tiene el «95 %» de los puestos de caza vendidos para las cacerías (unas 30) que celebrará entre octubre y diciembre, una alta demanda que justifica en el hecho de «no tener casi competencia» este año.
A pesar de todo, es consciente de lo imprevisible de la situación y de las incertidumbres que le trasladan los cazadores a través de su teléfono «bombardeado» de consultas.
En el contrato de compra-venta del puesto de caza, ha incluido este año una cláusula que garantiza la devolución del dinero si no se puede.