Si alguien tenía aún dudas de que Donal Trump es el presidente más impresentable de Estados Unidos y un peligro para todo el mundo, tras las estupideces que ha dicho y las barbaridades que ha cometido durante sus cuatro años de mandato, seguro que habrán quedado disipadas con el vergonzoso espectáculo que está protagonizando en las elecciones y el recuento de los votos. Sus ridículas acusaciones de fraude en ese recuento, sin aportar ninguna prueba, son tan absurdas que han sido desmentidas incluso por cargos públicos de su propio partido y por medios de comunicación que siempre le favorecieron.
Imagínense que en España se celebran elecciones generales y, durante la campaña electoral, el presidente del Gobierno que se presenta a la reelección repite a diario que si su resultado y el de su principal adversario es muy ajustado, ya verá si lo acepta o no. Deja en el aire que, si eso ocurriera, quizá se debería a un fraude.
Sigan imaginando que comienza el recuento de votos y, cuando todavía faltan por contar los de buena parte de España, ese presidente comparece en La Moncloa (no en la sede de su partido, como debería hacer porque en ese momento habla como candidato de su formación política y no como presidente del Gobierno) y se proclama vencedor. Y dice que su contrincante está maniobrando para «robarle» la victoria, pero continúa sin aportar ninguna prueba de sus acusaciones.
Contra su propio sistema electoral
Parece increíble que aquí se pudiera llegar a ese extremo, pese a la agitada vida política española, que también tiene lo suyo. Pues eso es lo que ha hecho el presidente del país más poderoso del mundo, que ha descalificado incluso el principio básico de la democracia: el sistema electoral de Estados Unidos.
Las mentiras de Donald Trump han sido tan escandalosas que el día 5 de noviembre, cuando hacía unas declaraciones en directo desde la Casa Blanca mientras continuaba el recuento de votos, varias de las más importantes cadenas de televisión cortaron la emisión y dijeron que interrumpían a su presidente del Gobierno porque estaba haciendo afirmaciones… ¡que eran falsas! Incluso el líder del partido de Trump en el Senado, Mitch McConnell, y otros cargos se han mostrado públicamente en desacuerdo con él.
Y hay más. Debido a la pandemia del coronavirus, muchos millones de electores han votado por correo anticipadamente. Los tribunales de varios estados han dicho que esos votos pueden ser contabilizados, aunque lleguen a las mesas electorales hasta tres días después de las votaciones, y por eso se prolonga tanto el recuento. Pero Donald Trump, su familia y sus seguidores se han dedicado a decir que esos votos no deben ser computados, que son «ilegales» y que es un fraude contarlos para el resultado final.
Trump ha llegado a decir que no quieren que su partido republicano tenga observadores en los centros de recuento de votos, «aunque hemos ganado en los tribunales». Otra mentira. Los abogados del todavía presidente han presentado numerosas demandas en todos los estados, para que no se cuenten los votos que han llegado después del día de las elecciones, entre otros asuntos. Varios jueces ya las han desestimado y uno ha dicho que los observadores de Trump en un centro de recuento concreto tienen derecho a vigilar el proceso desde una distancia más cercana. No han dicho que esos votos no deban ser computados, como él dio a entender, pero esta es solo una falsedad más de las muchas que ha dicho.
Twitter advierte de mensajes «engañosos» de Trump
Acostumbrado a utilizar las redes sociales para descalificar e insultar a quien le critica o no le gusta, como ha hecho cada día durante su mandato, Trump también las ha utilizado intensamente tras las votaciones para lanzar sus acusaciones de fraude sin aportar pruebas. Hasta tal punto ha llegado, que Twitter, con sus mecanismos de control, junto a una docena de mensajes del presidente ha publicado el aviso de que pueden ser «engañosos» por lo que afirma del sistema electoral.
Donald Trump está protagonizando un espectáculo tan bochornoso que parece más propio de un niño malcriado o un adolescente sinvergüenza y provocador que del presidente de la primera potencia del mundo. No se sabe lo que hará al frente del Gobierno estadounidense el candidato de los demócratas, Joe Biden, si finalmente es proclamado presidente como parece que va a ocurrir; pero es seguro que, para Estados Unidos, para los intereses de España y para todo el mundo, será mejor y menos peligroso que el todavía presidente. Y deberá contar con que no será fácil la desaparición del trumpismo sin Trump, porque un personaje tan lamentable como él tiene muchos seguidores, ha dividido a la sociedad estadounidense y ha provocado unas tensiones que a nadie benefician.