«El Gobierno de Obama espía desde abril las llamadas de millones de ciudadanos». Fue el titular estrella del diario británico The Guardian el miércoles 5. Y lo primero que se me pasó por la cabeza fue una expresión tan nuestra y tan (des)agradable en determinados momentos, depende del caso, que al menos te da unas décimas de segundo de respiro, aunque sólo sea eso: ¡Váyase usted a la mierda, hombre!
Ojo, y además con orden judicial por medio. O lo que es lo mismo, todo legal. Para más coña. El espionaje en masa que se montó Bush, el de la doble W, tras el 11-S lo ha heredado y mantenido el presidente más demócrata que en teoría han tenido los Estados Unidos de una forma absolutamente indiscriminada. Nos torean, chotean y nos quedamos a su merced, está claro, en este caso los americanos, pero lo que allí comienza al final termina cruzando el charco a velocidad inhumana. Copiamos la mayoría de las situaciones, apenas somos originales.
Impunidad bajo el paragüas del terrorismo. El Gran Hermano en masa y nosotros sin saberlo. La historia de siempre. Saber de los demás, rivales incluidos, porque lo decide quienes mandan y previamente se escudan en el miedo, que es lo que al final explotan muy bien los políticos.
Husmean en nuestras vidas y no tenemos derecho al pataleo, al final la realidad supera cualquier película, lo que sucede es que de aquélla apenas nos enteramos, aunque pase a nuestro alrededor. Porque al final la película es la que vivimos a diario y de la realidad no conocemos nada. Que un programa de ciberespionaje entre de forma directa en millones de servidores de los gigantes de Internet convierte a esos millones de usuarios en presuntos terroristas y lo bueno de todo es que ellos ni lo saben.
Y el día que se enteran sólo les queda el derecho al pataleo porque es tan sencillo como que un juez ha determinado previamente, más grave aún, que lo que hace el Gobierno americano es completamente legal. Le doy permiso para espiar a millones de personas y hágalo tranquilamente, que cuenta con mi bendición. A partir de ahí se montan un sistema masivo de vigilancia que han construido en secreto y abren las puertas de las casas de par en par, sin respetar ni intimidad ni nada que se le parezca.
Ahhh… Pero es el Gobierno.
Ladrones de guante blanco. Y transparente. Y no va a pasar nada. Aún espero la reacción de la sociedad civil ante tal despropósito demócrata que, reitero, comenzaron los republicanos. Me dan igual unos u otros.
¡Vayanse ustedes a la mierda, señores!
cesardelrio@encastillalamancha.es