Jesús López Muñoz, a quien todo el mundo conocía como Sejo, director diocesano de OMP en Toledo y delegado diocesano de Misiones de Toledo, murió el sábado 9 a los 62 años dejando «descolocados a muchos». Había sido misionero en Perú hace muchos años.
Era párroco en La Puebla de Montalbán y muchos años también vicario parroquial en el barrio del Polígono, en la capital regional, se le encontraron muerto ayer en la Casa Parroquial de La Puebla.
Fernando Redondo, compañero suyo de muchas batallas y miembro del Consejo de Comunicación de Obras Misionales Pontificias (OMP), ha escrito un obituario que reproducimos, íntegro, a continuación:
«Impresionados. Descolocados. Consternados»
«De esta manera la familia misionera de la Archidiócesis de Toledo, de las Obras Misionales Pontificias en España y de las familias de las misiones en Perú, junto a todos los misioneros y misioneras de Toledo, están viviendo y recibiendo la noticia, triste noticia, del fallecimiento de Jesús López Muñoz, Sejo, que durante los últimos años ha sido el Director Diocesano de Obras Misionales Pontificias en Toledo y el Delegado Diocesano de Misiones de Toledo.
Una noticia que ha llegado en el ambiente más gélido posible, rodeados de nieve, en cuyos parajes encontramos las últimas imágenes y fotografías, pasión de Sejo, que conservaremos de él en nuestras retinas misioneras.
Una noticia que nos ha dejado helados, pero que se nos presenta como un mensaje de esperanza, que nos refuerza siempre en el Evangelio, en Jesucristo; porque es momento de vivir junto a Sejo un anuncio de esperanza, que nos concierne a todos, porque vivimos una esperanza increíble pero verdadera que nace de la resurrección de Jesús, del mensaje que Dios es Padre, que nos da la vida a todos nosotros, sus hijos, y que nos abraza con la Vida Eterna.
Desde diferentes lugares del mundo han comenzado a llegar mensajes de condolencia y oración para la familia misionera de Toledo y, en especial, para la familia de Sejo. Así ha ocurrido desde Ayacucho (Perú), donde su Arzobispo Mons. Salvador Piñeiro, y amigo personal de Sejo, hacía llegar una oración por esta vida entregada a la misión. De igual manera el Director Nacional de las OMP España, José María Calderón, ha querido dar “gracias a Dios por haberle conocido y haber trabajado con él estos años, y le pido a Dios por él y por la familia misionera de Toledo”.
En nuestra Archidiócesis de Toledo, y comenzando por el Arzobispo de Toledo, Mons. Francisco Cerro Chaves, se están sucediendo diferentes mensajes de condolencias, cercanía y oración, reconociendo el estímulo y el empuje misionero de Sejo, durante los últimos años, de entrega decidida a la animación misionera en Toledo.
“Al atardecer de la vida nos examinarán del amor”
Hoy son muchos los que recuerdan la frase de San Juan de la Cruz, “al atardecer de la vida nos examinarán del amor”, que tantas veces ha citado Sejo en sus homilías, pero también en sus conversaciones más cercanas. Hoy Sejo se encuentra y ha vivido su atardecer de una vida entregada a la misión, con amor por la misión, amor decidido por las misiones en Perú, amor y acompañamiento por todos los misioneros y misioneras, que han sentido la caricia misionera de este toledano delegado de misiones.
Los que le conocían de cerca a Sejo, todos los que han compartido reunión con él en la Zona Centro de OMP España, en el Consejo de Asuntos Económicos de OMP, en el Consejo Nacional de Misiones, en las reuniones de las Secretarías del Plan Pastoral Diocesano de Toledo, saben que no era muy amigo de los papeles y de las largas reuniones, al contrario, era presbítero de acción, de calle, de contacto y de caminar. De estar siempre junto a las personas, dispuesto en las periferias y a la intemperie, sin miedo a ser dañado y accidentado, porque siempre ponía a las personas en el centro de su día a día, de su trabajo misionero.
Junto a la Biblia, junto al Evangelio, dos eran las lecturas y obras que tenía siempre en sus palabras: “El principito”, de Antoine de Saint-Exupéry, y Juan Salvador Gaviota, Richard Bach. Lecturas que sus amigos están recordando en estos momentos, como la frase “Gaviota que ve lejos, vuelta alto”, para hacer presente el vuelo que ha emprendido Sejo, para retornar a la Casa del Padre.
«Sus palabras nunca se entenderían sin sus piedras»
Libros, lecturas y palabras que nunca se entenderían sin sus “piedras”. Siempre en búsqueda de una piedra, o lo que es lo mismo, de un Castillo, de una edificación histórica, de un camino que llevará al descubrimiento y al hilo de un nuevo retazo de la Historia para compartir con todos y con sus indagaciones. Piedras que hoy son recuerdos, piedras que hoy son presencias, piedras que ha sido la fortaleza misionera de este misionero que durante muchos años, y aún hoy, no se entendería sin su estrecha unión con Pachacámac (Perú).
Pero además, como línea estratégica pastoral, había integrado Evangelii Gaudium en toda su acción pastoral, en toda su actividad, en toda su iniciativa, porque junto al Papa Francisco vivía la posibilidad de la conversión misionera de la Iglesia. Acción que desarrollaba también en la Delegación de Misiones y, además, en la Parroquia de La Puebla de Montalbán, su último destino, su última morada, desde la que partía a la morada misionera definitiva.
La familia misionera de la Archidiócesis de Toledo hoy se encuentra unida en torno a Sejo, a Jesús López Muñoz, sabiendo que es momento de hacer presente a Jesucristo Resucitado, con un claro mensaje de esperanza, de vida y de compromiso misionero. Hoy la familia misionera de la Archidiócesis de Toledo convierte la evidente tristeza en un impulso misionero para seguir contagiando de la Alegría del Evangelio a todo el mundo. Hoy la familia misionera vive este triste acontecimiento de Sejo junto a su familia, junto a sus hermanos, junto a la comunidad Parroquial de La Puebla de Montalbán, manifestando su unión misionera y la fraternidad que Sejo nos ha hecho vivir cada día y en cada instante.
Descansa en Paz Sejo, la misión sigue estando presente en tu camino, la misión sigue estando en nuestro camino, la misión es el sentido y el motor de nuestra vida entregada, como la que has demostrado en tu entrega misionera».