El Ministerio Fiscal reclama cuatro años de prisión para un agente de la Guardia Civil destinado en el puesto de Alatoz (Albacete) acusado de un delito de robo con violencia, uso de armas e intimidación cometido en noviembre de 2009 en la localidad valenciana de Catarroja.
Según se ha explicado en el juicio que se ha iniciado en la Audiencia Provincial, los hechos se produjeron cuando el acusado (J.A.M.S.) compró un coche en un local de compra-venta de Catarroja y comprobó que el vehículo, un Ford Focus, estaba embargado por el impago de cinco anualidades del impuesto de circulación.
Al parecer, acudió al referido local para reclamar al vendedor el pago de dicho impuesto haciendo referencia a su condición de Guardia Civil, donde sustrajo un ordenador portátil, profirió amenazas y exhibió una pistola.
Según el testimonio del guardia civil, el vendedor le aseguró que únicamente faltaba abonar el impuesto del último año y se comprometió a hacerlo, aunque posteriormente éste se desentendió del trato y le dijo: «Búscate la vida».
Ante la imposibilidad de localizar por teléfono al vendedor, el procesado decidió acudir al local donde compró el coche, pero solo pudo conversar con un empleado.
«Me llevé el portátil para que el vendedor se pusiese en contacto conmigo, pero desde el primer momento dejé clara mi intención de devolverlo», ha afirmado el acusado, quien ha negado haberse identificado como guardia civil o portar arma alguna.
El vendedor ha declarado que ambos acordaron un precio por el coche del que descontaron los impuestos pendientes de pago, pero que cuando supo que se debía más dinero del creído inicialmente propuso a su cliente la devolución del coche.
«YO LO HUBIESE DEVUELTO A LA FORD»
«Yo lo hubiese devuelto a la Ford, donde lo compré», ha manifestado.
El empleado que atendió al guardia civil ha declarado que llamó a la policía por indicación de su jefe cuando se dio cuenta de la sustracción del ordenador, aunque ha cambiado su declaración con respecto a la efectuada en sede policial al negar que fuese amenazado y que viese claramente que el guardia civil portaba una pistola.
Otro empleado, sin embargo, ha confirmado su declaración inicial, en la que aseguró haber escuchado decir al procesado que era guardia civil y que se «iba a llevar por delante» al dueño del local de compra-venta, mientras exhibía un arma de fuego.
En el juicio ha declarado también la anterior propietaria del vehículo, quien ha asegurado que lo dejó en un taller de Ford que se encuentra en la carretera de Madrid porque había tenido un accidente.
En el taller, según su testimonio, le dijeron que el coche iba «directo al desguace porque se encontraba en siniestro total», si bien el vendedor del vehículo ha reconocido que lo adquirió a la Ford y que luego lo revendió al guardia civil.
En su declaración, la expropietaria del coche ha explicado que el agente procesado se dirigió también a su domicilio en Vilamarxant (Valencia), motivo que alertó a los padres de ésta, que avisaron a la Guardia Civil; y una patrulla llegó a identificar al acusado.
La defensa ha concluido que en el juicio no se ha deshecho la presunción de inocencia del acusado al no haberse acreditado la existencia de amenazas ni el uso de la fuerza.
En su último turno de palabra, el procesado ha afirmado que siempre tuvo intención de devolver el portátil sustraído y que así lo indicó al empleado del local, ha negado haber proferido amenazas y haberse identificado como agente de la Guardia Civil.
Asimismo, ha llamado la atención sobre el hecho de que el propietario del local de compra-venta tardase seis días en presentar la denuncia -circunstancia que éste ha negado- porque, según su experiencia como agente, tuvo tiempo de «confabular e inventar una falsa denuncia».
«En estos cuatro años se me ha caído la cara de vergüenza al tener que ir a firmar dos veces al mes al juzgado, he coincidido con delincuentes que me han reconocido, se han burlado de mí y casi he tenido una depresión», ha afirmado.