Cancelada esta columna de opinión hasta que dé la suya Mariano Rajoy.
Y bien que me lo planteé, porque una cosa es ser como es él y otra es callar ante lo que un día sí y otro también, desde la cárcel, en bermudas y con un puro que no sea un farias, por favor, nos está revelando a través de El Mundo ese hombre que se ha metido en nuestras vidas (y que de Luis el cabron seguro que ha pasado a ser Luis el… Como mínimo, el hijoputa este) y que hurga en la herida por la que se desangra el PP como si el asta de un mihura se hubiera enquistado en la piel de un torero que se resiste a dejar los trastos a pesar de que cada tarde le echan a almohadillazos allí donde va.
Un poco de sangre en las venas tampoco vendría mal, porque acusaciones tan graves como las de los sms que se intercambiaron ambos no pasan desapercibidas a ningún español por muy escondido que esté ahora, en pleno festival veraniego cuando parece que ni nos queremos enterar de lo que pasa alrededor. Pero Bárcenas no nos deja. ¿No me digan que no les gustaría ser compañero suyo de celda durante una tarde de estas de julio, órdago a la grande con un mus carcelero por medio, para que le cuente…?
Aunque lo nieguen una y otra vez, los votantes de Rajoy necesitan que este hombre (nada más y nada menos que el Presidente del Gobierno de España) salga y proclame un auto de fe, que diga que no, que no pasó absolutamente nada, que Bárcenas sólo pasaba por allí y que no era un eslabón más dentro de la cadena de financiación ilegal de un partido que no puede callar y que debería salir a desmentir, con datos, lo que se le ha venido encima.
Aunque lo nieguen, es lo que esperan sus incondicionales. Que debería ser una obligación, que para eso está el Parlamento nacional, tanto que se les llena la boca a todos los partidos políticos, cuando les interesa, de repetirnos continuamente que ahí es donde está representado el pueblo.
«¡No se va a demostrar!». Es lo que me repetía una y otra vez el diputado del PP por Toledo en el Congreso Paco Vañó el viernes 12 al mediodía en la terraza del Hotel Beatriz de Toledo durante la entrevista que le hizo encastillalamancha.es y que puede leer pinchando aquí. Por cierto, Vañó fue uno de los miembros de la Diputación Permanente del Congreso que impidió, en su última reunión de hace apenas unos días, que Rajoy tuviera que comparecer en el Parlamento para dar explicaciones sobre el caso Bárcenas, las primeras más allá de las que ofreció en un Comité Ejecutivo Nacional del partido, a los ciudadanos.
Y yo le insistía a Vañó: «Pero si se demostrara…».
Y él: «¡Es que no se va a demostrar, es que no contemplo…! Pero si se demostrara perdería el encanto, el atractivo…».
Con un matiz final: «Pero vamos, conociendo a Rajoy no se va a demostrar, porque no se hubiera metido en esto (en política), si quiere ganar más dinero se dedica a su profesión, que la tiene ganada (la plaza)».
Les aseguro que hasta última hora estuve a punto de cancelar esta columna de opinión hasta que diera la suya Mariano Rajoy.
No espere más, por Dios.
cesardelrio@encastillalamancha.es