No sólo no tiene ningún problema en recordar cómo fue su accidente en tierras levantinas, donde había nacido y vivía, sino que además te lo cuenta «de pe a pa». Hace 41 años que… 11 después llegaba a Toledo como presidente nacional de Aspaym, la Asociación de Lesionados Medulares y Grandes Discapacitados Físicos, para participar en un congreso, donde por casualidad escuchó al entonces también recién elegido presidente de Castilla-La Mancha, el socialista José Bono. Mientras, Paco Vañó tenía gustos más bien «populares»… Pero Bono «dijo que iba a crear puestos de trabajo para los minusválidos, como nos llamaban entonces; y yo…».
Es la historia más curiosa del diputado del PP por Toledo en el Congreso a quien se conoce a primera vista por la silla de ruedas que lleva debajo del culo, «me la quité de la cabeza inmediatamente». Y en la entrevista que le hicimos hace dos semanas (pinche aquí para leerla) nos recordó algunos de los pasajes de su vida, que no tiene desperdicio. Hoy se la contamos…
«RECIBÍ UN GOLPE TREMENDO EN LA CABEZA, ROMPÍ EL PARABRISAS Y NO SÉ SI CASQUÉ LA COLUMNA AHÍ O…»
En la actualidad, Paco Vañó tiene 63 años y «el accidente que me dejó en silla de ruedas fue hace 41 años, cuando tenía 21, cuando circulaba entre Valencia y Alicante. Trabajaba en la empresa familiar de textil y por las tardes me iba a recoger a una novieta que tenía, la llevaba a su casa y yo regresaba a la mía. Una noche, volviendo, la típica subidita, suave, curva a la izquierda, yo llevaba un Seat 850 por una carretera no secundaria, ¡era terciaria!, me culeó un poco el coche y…».
A partir de ese momento su vida cambió por completo. «Me culeó un poco el coche y por no irme al bancal de al lado di un volantazo, iría a 60, no más, pero la interpretación que yo hago es que había un rascón en el asfalto y si las ruedas no iban muy llenas de aire, picó la llanta, el coche se giró, dio una vuelta de campana y se quedó mirando para el otro lado…».
Recuerda Vañó que «recibí un golpe tremendo en la cabeza, creo que con ella rompí el parabrisas y no sé si casqué la columna ahí o bien al caer para atrás y darme el latigazo. Pero vamos, la primera reacción que tuve fue girar la llave de contacto para irme otra vez. Sería la tensión de los nervios, pero el coche no andaba. En ese momento fue cuando empecé a gritar».
Gritos que no le servían absolutamente de nada «porque por mucho que vociferara pidiendo socorro por esa carretera no pasaba nadie, y menos a esas horas. Y poco a poco, según iban pasando los minutos, fue cuando me fui dando cuenta que era como si tuviera dos cuerpos distintos en uno».
«ERA UNA CARRETERA MUY SOLITARIA, PERO ABRÍ LA PUERTA COMO PUDE Y ME TIRÉ AL SUELO»
Minutos en los que se le pasó de todo por la cabeza, pero lo primero era que alguien le viera y le socorriera. «Por lo que como era una carretera muy solitaria, abrí la puerta como pude y me tiré al suelo. Al cabo de un rato pasó un Seat 600 de largo, pero creo que me había visto ahí tirado y le entró remordimiento al hombre, quien dio marcha atrás. Cuando llegó a mi lado le conté lo que me había pasado y le dije que me subiera a su coche. Entonces, si había alguna posibilidad de machacar un poquito más la médula… Pues la machaqué ahí», dice sin perder la sonrisa de la cara aunque esté recordando un episodio crucial en su vida.
«Le pedí al hombre que me llevara al chalé donde estaba mi familia y… ¡Qué cara no pondría el hombre cuando le abrieron la puerta que salieron todos corriendo hacia el coche! Recuerdo que cuando vi las caras de mi familia, sentado en el asiento del copiloto, me derrumbé, me quedé dormido…».
Quizás la única parte positiva del accidente que dejó a Vañó en una silla de ruedas fue que, después de varias curas iniciales «me llevaron al hospital de La Paz, en Madrid, y al poco tiempo llegó una enfermerita recién caída del nido y dije: esa chica me gusta. Fui persuasivo y me vendí bien; ja, ja, ja…».
Poco tiempo después se casaban.
«ME DIJERON QUE NO PODÍA SUBIR POR LA ESCALERA DEL PALACIO DE FUENSALIDA Y LES CONTESTÉ QUE ME SUBIERAN»
Hasta entonces no había tenido ningún tipo de relación con Castilla-La Mancha y, por lo tanto, Toledo sólo lo conocía como referencia geográfica. Hasta que, pocos años después, en 1983, siendo ya presidente de Aspaym, «decidimos organizar un congreso en Toledo en el que los protagonistas fuimos los propios parapléjicos».
Le gustó tanto la ciudad que apenas unos días después trasladó a su familia desde Madrid «y empecé a buscar trabajo, lo cual era muy difícil para la gente que íbamos en silla de ruedas. Pero ese congreso lo clausuró José Bono, que estaba prácticamente recién llegado a la Presidencia de la región, y recuerdo que le escuché decir al público que había que crear puestos de trabajo para los minusválidos, que era como nos llamaban entonces, y yo, días después de aquella intervención de Bono, harto ya de buscar trabajo y no encontrarlo, me fui al Palacio de Fuensalida, sede del Gobierno, para pedirlo».
Y su entrada en el vetusto edificio fue curiosa, «porque en el hall hay una escalera enorme y dije que quería ver al presidente. Las personas que me recibieron me dijeron que no podía subir por la escalera y les contesté que me subieran ellos».
Dicho y hecho. «Me subieron, pero no me pudo atender Bono, lo hizo una persona que recuerdo fue muy amable, Juanjo de la Cámara, creo que consejero de Presidencia. Y le conté por qué estaba allí, lo que le había escuchado decir a Bono y que yo era una de esas personas que necesitaba trabajo».
Entonces «me dijo que estaban dispuestos a convocar unos puestos de conserjes telefonistas en las Consejerías, que entonces también eran siete como ahora, si no recuerdo mal, y que me presentara a las pruebas. Lo de conserjes telefonistas era para lo único que se nos consideraba útiles a las personas que íbamos en silla de ruedas».
Por lo que se preparó, «me presenté y aprobé. Estuve durante cuatro o cinco meses como conserje telefonista en Toledo». Vañó no se conformó y continuó con su lucha diaria. De ahí a montar una empresa de productos ortopédicos hasta que la llamada de la política se le cruzó en su vida.
Concejal del Ayuntamiento de Toledo durante tres años y llamada de la actual ministra de Sanidad, Ana Mato, para que fuera en las candidaturas al Congreso de los Diputados…
¡Cómo ha cambiado su vida desde aquel fatídico día en el que…!