Esta semana acaba el curso político y creo, lectores, que estarán conmigo en concluir que si se tratara de una clase al uso tendríamos que mandar a septiembre a la mayoría de sus alumnos, previo paso por el programa de refuerzo escolar que ha implantado este año Marcial Marín.
Sí, el consejero de Educación tendría entre este alumnado un alto grado de suspensos, aunque no habría de preocuparse por el abandono escolar. Más bien al contrario, el mal político se agarra al sillón, con poder o sin él, con un entusiasmo recalcitrante, independientemente de la nota que le pongan los ciudadanos.
Señor Marín, le animo a incluir para el próximo curso -o para éste si llegara a tiempo- clases de recuperación y me temo que son necesarias en todas las asignaturas.
Porque, a ver… Matemáticas… Fatal. Que alguien les explique que casi 300.000 parados no puede ser al mismo tiempo una cifra desastrosa y un dato para la esperanza, según quién valore la última EPA.
De Lengua, ni hablamos. ¡Qué modales! El uso del idioma de Cervantes es agraviado permanentemente a base de abusar de los epítetos y los insultos, con serios problemas para las conjugaciones verbales en los tiempos del pasado. A todos se les atraganta el suyo. Y andan flojos de sinónimos, lo normal es repetirse. En frases y en ideas.
Y es que andan también los políticos castellano-manchegos flojos de memoria, porque a unos se les olvida lo que hicieron en el Gobierno y a otros lo que prometieron en la oposición. Así que en Historia, otro suspenso.
Más o menos lo mismo puede decirse en Conocimiento del Medio. Si supiesen lo que quieren los ciudadanos no serían lo peor valorado por ellos y lo son, igual en Castilla-La Mancha que en el resto de España. Las noticias de sus rifirrafes diarios nunca son lo más leído en los medios, salvo cuando se salen de madre, como en el último Pleno de las Cortes. Lo que importa no está en las declaraciones políticas, a tenor de lo que escupen cada día las redes sociales y las estadísticas. Palabra de Google y Twitter.
De Educación Física, ni hablamos. Entre los que no se bajan del coche oficial, muchos de los del poder; y los que apenas hacen calle, muchos de la oposición, me temo que pocos resistirían pruebas de aerobia política.
En fin, querido consejero de Educación, que debe usted hacer algo. Y si me admite un consejo le sugeriría que contratara como profesores a aquellos políticos de la Transición que tantas lecciones dieron y tanto hicieron por España. Podría también, para las clases de refuerzo, contratar parados, desahuciados, científicos sin beca, artistas sin escenarios o jóvenes laboralmente exiliados.
¿Se anima, consejero?