¿Cuánto nos cuesta la corrupción a los españoles? ¿Alguien puede responder a esa pregunta? Creo que es incalculable, porque no solo es dinero perdido en impuestos o precios de adjudicaciones administrativas mal calculadas. También están, como efectos dañinos, la mala imagen de España, las oportunidades de buenos negocios que se pierden porque sus propietarios no «muerden», las carreras truncadas de funcionarios ejemplares que no “tragan”, la desconfianza de los ciudadanos en las instituciones y, por ende, la dejadez a la hora de cumplir con las obligaciones.
«Negocios», el suplemento salmón del diario El País, publicaba en una de sus ediciones de agosto un cálculo aproximado. Contado en euros, la corrupción nos cuesta más de 10.000 millones de euros cada año, aproximadamente el 1 por 100 del Producto Interior Bruto Español y además, decía el periódico, retrasa y entorpece la salida de la crisis. ¡Menuda broma!
Aunque lo peor es que yo creo que nos cuesta mucho más. Y, desde luego, coincido en que retrasa el adiós a la crisis.
También nos recordaba el diario que la ONG Transparencia Internacional sitúa a España en el puesto 30 de la corrupción en los 176 países del mundo incluidos en su lista. Demoledor. Sobre todo teniendo en cuenta que Italia, que se presume el paraíso de la Mafia y los comportamientos corruptos en Occidente, está mucho más abajo que España, concretamente en el puesto 72.
En fin, no es de extrañar que la corrupción haya pasado a ser la segunda preocupación de los españoles, solo detrás del paro. Y es que cuanto más ejemplar debiera ser una persona, empresa o institución, peor. El artículo relataba que los mayores y más frecuentes defraudadores están entre las grandes fortunas y las grandes empresas, seguidos de las pequeñas y en último lugar los autónomos. En cuanto a las instituciones, como botón de muestra podemos recordar el caso de los ERE en Andalucía, con una administración autonómica y dos sindicatos mayoritarios implicados y más de 100 sospechosos imputados.
O sea que en esto de escaquearse del fisco y las leyes también el pez grande se come al chico.
Y, ¿qué decir de los partidos políticos y sus opacos sistemas de financiación? Que uno de los casos más escandalosos haya tocado de lleno a la Monarquía con Iñaki Urdangarín, el yerno del Rey, como protagonista, puesta tampoco ayuda a recuperar la fe, ni dentro ni fuera.
Claro que en esto no podemos lavarnos las manos los de a pie. Porque lo consentimos y, aún sabiendo que se trataba de comportamientos y políticos corruptos, los hemos votado cuando pensábamos que todo era posible. Muchas veces los ciudadanos nos comportamos como si con nosotros no fuera la cosa y resulta que a nadie perjudica más el fin de fiesta que a las clases medidas y bajas, que son las paganas de la crisis.
No vale callar ni mirar para otro lado y ande yo caliente, ríase la gente.
Ahora que empieza el curso político y alertados por el último dato del CIS de que la corrupción ya es uno de nuestros principales quebraderos de cabeza como opinión pública, es el momento de que los partidos pacten una buena ley y den ejemplo.
Me ha parecido el mejor tema para traer a este artículo hoy, primer día oficial del nuevo curso político y cuando se sabe que entre las intenciones del Gobierno de España está legislar contra la corrupción y ofrecer al PSOE pactar la nueva legislación al respecto.
Valor y… ¡Al toro!