El periodista Eugenio Suárez, fundador del mítico rotativo «El Caso» que nació en Daimiel (Ciudad Real), cree que la censura que él sufrió en la dictadura «se venía venir», pero que existe una actual que «está latente, es más sutil y consiste en no meterse con los que dan la pasta».
«La inmensa mayoría de los periódicos, cosa que antes no sucedía, están subvencionados, aunque les vaya bien, que eso ya me parece altamente indigno», ha explicado este veterano periodista, a quien le llegaron a ofrecer 1.000 de las antiguas pesetas por la cabecera de «El Caso».
Eugenio Suárez lleva residiendo en Salinas, frente al mar, desde hace ocho años, ya, en teoría, retirado a sus 93 años.
En teoría, porque concede a Efe una entrevista en el despacho de su domicilio, donde sigue escribiendo artículos para la prensa y remata su último libro «Toser y contar», que saldrá al mercado en breve.
«Va de viejos, de cómo es la vejez, un poco de broma, y de los viejos que conocí», explica Eugenio Suárez, que considera que «el periodista que ama su oficio no se puede retirar», aunque en su caso asegura que son las facturas y los impuestos lo que le empujan a seguir en la profesión.
«Harto de Madrid y su hostilidad, y de rebotar por ahí por todo el mundo, he venido a morirme a mi tierra, que es Asturias», dice este periodista nacido de Daimiel (Ciudad Real) en 1919, «cuando aún no se había inventado casi nada» y donde ejercía de médico su padre, de origen asturiano, como su madre.
LLEGÓ A FUNDAR 13 CABECERAS
Eugenio Suárez llegó a fundar 13 cabeceras de periódicos y semanales, las más exitosas «Sábado gráfico» y, sobre todo, «El Caso», que se ha convertido en uno de los hitos del periodismo español y en un fenómeno seguido por miles de lectores.
Funda «El Caso» en 1952, a la «avanzada edad de 33 años», recalca Suárez, que presume de no haber recibido nunca una subvención en toda su vida.
Entonces los periódicos no tenían redactores de sucesos y la censura «no era dura o implacable» era simplemente «estúpida», se fijaba en cosas pequeñas.
«El Caso» no planteaba grandes conflictos a la censura «porque se creía que era un periódico para porteras» y eso permitió a la redacción «hacer cosas importantes de vez en cuando».
Crímenes como el cometido por José María Jarabo, que asesinó a cuatro personas, disparó las ventas hasta casi el medio millón de ejemplares.
«El Caso», según algunos estudios publicados sobre su trayectoria, inauguró el periodismo de investigación en España, al ir más allá de las notas que hacía públicas el régimen sobre determinados crímenes.
Eugenio Suárez recuerda una ocasión en la que un tranvía de Madrid se despeñó por una cuesta provocando un accidente que se cobró la vida de cerca de 70 personas.
«El Caso» estaba a punto de sacar su cuarto número y ya era un éxito. Casualmente, pasaba por el lugar un fotógrafo de la redacción que pudo tomar imágenes de los muertos y del tranvía siniestrado.
EL JUEZ SE QUEDÓ CON LOS CARRETES DE FOTOS
Pese a contar con toda esa información en exclusiva, la censura impidió que se publicara la noticia porque el juez pidió los carretes de fotos y se quedó con ellos.
El rotativo, que era semanal, empezó a cosechar éxito enseguida y, pese a lo que se dice, «no chorreaba sangre», de hecho, durante algunos meses «estuvo ‘racionado’ a dos crímenes por semana».
«Luego, por las presiones por el éxito del periódico, porque en España no se tolera el éxito, tuvimos que ir a un suceso de sangre por número», explica.
«El Caso» animó a aquella España de la posguerra a aprender a leer, y se tiene constancia de que en algunos pueblos, en la casa donde se recibía el ejemplar, se reunían los vecinos para escuchar la lectura de los sucesos.
Desde su casa de Salinas, que mira muy de cerca al mar Cantábrico, Eugenio Suárez se sienta cada día frente al ordenador y continúa escribiendo artículos, historias y libros.