De ser la acomodada esposa del senador Luis Bárcenas, cuando éste controlaba con mano de hierro los dineros del PP, Rosalía Iglesias ha pasado a convertirse en una presunta delincuente a quien la Justicia acusa de haber defraudado a la Hacienda Pública más de 1,7 millones de euros, de ayudar a su esposo a blanquear dinero, de falsear documentos y de tentativa de estafa procesal.
Lo de su marido es todavía peor, porque el que durante años fue el todopoderoso tesorero del Partido Popular, que además ocupaba un escaño en el Senado, es ahora un presunto delincuente que está en la cárcel acusado de 10 delitos contra la Hacienda Pública, blanqueo de capitales, falsedad de documentos, cohecho y tentativa de estafa procesal. Tiene embargadas cuentas bancarias en España y en el extranjero, con un saldo que supera los 700.000 euros, además de varias viviendas y garajes, para cubrir la fianza civil de más de 43 millones de euros que le ha impuesto el juez Pablo Ruz.
En esas circunstancias, no es de extrañar que la mujer del ex senador Bárcenas no haya querido acudir a la Audiencia Nacional el miércoles 28 de agosto, donde había sido citada para que dijera al juez qué bienes le pueden ser embargados para cubrir la fianza civil de seis millones de euros que le ha impuesto para cubrir las indemnizaciones que, en el caso de que sea condenada, podrían serle impuestas. Podía negarse a comparecer y lo ha hecho, pero tendrá que presentar en breve una lista de bienes embargables.
COMO EL MIEDO A VOLAR
Es fácil imaginar que, para la señora Iglesias, acudir a la Audiencia Nacional y entrar en el juzgado del magistrado Ruz, -rodeada de cámaras y periodistas que están allí para cumplir con su obligación de informar a la ciudadanía porque un asunto tan escandaloso como éste es de interés general- debe ser algo así como obligar a viajar en avión a una persona que tenga pánico a volar. O peor. Para ella, una mujer elegante que vive en un elegante y muy caro barrio de Madrid, amante de las antigüedades, de esquiar, de los abrigos de piel y de los bolsos de firmas caras, según se ha publicado, atravesar la entrada del tribunal donde un juez la investiga como a cualquier «choriza» debe ser muy doloroso. Pero es una de las consecuencias de haber hecho cosas, presuntamente, que no se deben hacer porque son delitos puros y duros.
Rosalía Iglesias ha dicho que ella firmaba todos los papeles que le presentaba su marido, pero ni el juez ni el fiscal ni la policía la creen. El juez Ruz tiene documentos que, a la espera de lo que se decida en un juicio, parecen demostrar que ella colaboró con su marido en cometer delitos para engañar a la Hacienda Pública. No se han creído eso de que compró unos cuadros por 1.800 euros y, unos años después, los vendió por casi 600.000 euros.
Ella y su marido tienen un serio problema, pero de momento son inocentes y hay que esperar a lo que diga la Justicia. Lo que hace falta es que, sea lo que sea, lo diga pronto.
LOS PROBLEMAS DE ANA MATO
La ministra de Sanidad, Ana Mato, no se encuentra en la misma situación que la mujer de Bárcenas, porque ni está siendo investigada por un juez ni ha sido acusada de delito alguno, pero también tiene problemas derivados de actuaciones presuntamente delictivas que llevó a cabo su ex marido, Luis Sepúlveda.
Ana Mato se encontró un día en su garaje con un coche Jaguar que, según su marido, le había regalado a él Francisco Correa, considerado el cerebro de la trama de corrupción Gürtel. Este mismo personaje pagó viajes de la familia Sepúlveda Mato a Disneyland París, costosas fiestas de cumpleaños de sus hijos, regalos… En total, unos 60.000 euros en seis años, que ella niega. Hay que ser muy buen amigo, y millonario, para ser tan generoso.
Luis Sepúlveda, que entonces era senador y dirigente nacional del PP, está acusado de cohecho, malversación, prevaricación y fraude fiscal. Y ha dicho que su ex mujer, la actual ministra, no tiene nada que ver nada con sus actividades presuntamente delictivas.
¿QUÉ HARÁ RAJOY?
La ministra no está siendo investigada por la Justicia, como la mujer del ex senador Bárcenas, pero sí se encuentra en entredicho desde que se conoció este caso. Porque es difícil creer que uno de los miembros de un matrimonio lleve un carísimo Jaguar a casa y la otra parte de la pareja lo considere normal o se conforme con que le diga que lo ha alquilado con opción a compra.
En el caso de Rosaía Iglesias es la Justicia la que debe decidir. En el caso de la ministra Mato, que tiene en contra a toda la comunidad sanitaria y que está prácticamente desaparecida desde hace meses -sólo hace declaraciones cuando asiste a alguna reunión oficial o cuando tiene que responder en el Congreso a alguna pregunta de la oposición-, la decisión está en manos de Mariano Rajoy. En cualquier otro país probablemente ya no seguiría al frente del Ministerio, por aquello de que la mujer del César no sólo debe ser honrada sino que tiene que parecerlo, pero ya se sabe que al presidente del Gobierno le cuesta mucho trabajo cambiar a sus ministros, aunque tenga motivos más que sobrados para hacerlo. Hay quien dice que en septiembre habrá algunos cambios en el Gobierno, pero dependiendo de Rajoy nunca se puede prever lo que va a hacer.